lunes, 6 de septiembre de 2021

¿Qué es una DANA y por qué es cada vez más frecuente en España?

Los episodios de lluvias torrenciales son una constante en la historia del clima de España. Sin embargo, en los últimos años hemos asistido a un aumento de las lluvias torrenciales observado principalmente en la vertiente mediterránea peninsular.


DANA España

La borrasca Gloria el día 19 de enero de 2020, con su centro situado entre Ibiza y el cabo de la Nao.

FOTOGRAFÍA DE IMAGEN MODIS DEL SATÉLITE SUOMI-NPP

En los últimos días, un fuerte cambio meteorológico ha traído de vuelta la lluvia y las bajas temperaturas que han arrancado un septiembre muy otoñal en toda España. Las tormentas que arrecian el este de nuestra península desde la semana pasada son los primeros atisbos de una depresión aislada en niveles altos, conocida como DANA por sus siglas, que recorrerá nuestra geografía a lo largo de los próximos días.

Los últimos días de agosto, las tormentas han llegado a toda la costa mediterránea, afectando principalmente a la Comunidad Valenciana y dejando fuertes granizadas a su paso por Teruel. Ante las previsiones, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha activado el aviso de nivel naranja en el área metropolitana de Madrid, Guadalajara, Cuenca, Teruel, Navarra y Zaragoza, que se verán afectadas por fuertes rachas de viento, lluvias y granizo. Pero, ¿qué es exactamente este fenómeno meteorológico y por qué ocurre?

Una DANA es “un sistema de bajas presiones que se manifiesta sobre todo en capas medias y altas de la troposfera”, explica a National Geographic el portavoz de la AEMET Rubén del Campo. “Para entender su formación, hay que fijarse en el chorro polar. Se trata de una corriente de vientos muy intensa en niveles altos de la troposfera que circula de oeste a este y que separa el aire polar frío (situado al norte de esta corriente) del aire tropical cálido (al sur de la corriente)”.

A menudo, “el chorro polar se ondula, al igual que los meandros de un río, y la ondulación en ocasiones es tan intensa que la propia onda queda estrangulada y desgajada del chorro polar: en ese momento queda una especie de gran bolsa de aire frío rodeada por aire más cálido y ya tenemos la DANA formada”, explica del Campo.

Por tanto, una DANA se forma al desgajarse de la corriente en chorro una zona con aire frío rodeada de aire más cálido. Estos fenómenos no siempre se desplazan hacia el este como una borrasca ordinaria, sino que pueden permanecer casi estacionarias durante varios días, o incluso moverse de manera opuesta al flujo.

Diferencias entre DANA, gota fría y tormenta

Aunque a menudo se piensa que son fenómenos meteorológicos diferentes, los términos DANA y gota fría son prácticamente sinónimos. La gota fría hace referencia a una ‘masa de aire que se desprende de una corriente muy fría y que desciende sobre otra de aire caliente produciendo grandes perturbaciones atmosféricas’, según el diccionario académico.

 “El origen del popular término gota fría viene de la traducción casi literal del término acuñado por la escuela alemana, que bautizó este concepto como kaltlufttropfen, que significa ‘gota de aire frío’”, explica del Campo. El problema es que el término “gota fría” se popularizó enormemente en los años 80 del siglo XX en España, y llegó a asociarse a cualquier episodio de lluvias intensas, estuviese implicada una DANA o no.

Por el contrario, una tormenta es un concepto completamente distinto: se trata de una tempestad de escala local. Una tormenta está producida por nubes de gran desarrollo vertical, llamadas cumulonimbos, en las que se producen descargas eléctricas atmosféricas visibles  como relámpagos o rayos y cuya manifestación audible es el trueno.

Los sistemas nubosos que generan las tormentas normales tienen por lo general una extensión de aproximadamente 10 kilómetros cuadrados y una duración de una hora, según datos de AEMET. “Obviamente, una DANA favorece la formación de tormentas, pero estas pueden aparecer sin el concurso de una DANA”, aclara del Campo.

¿Son más frecuentes en la actualidad?

Las DANA suelen ocurrir al sur de la corriente en chorro que las provoca, donde se encuentra situada España. El año pasado, un estudio de la American Meteorological Society detectó un incremento de las danas desde la década de 1960 a escala global. “A nivel geográfico, en el hemisferio norte, las zonas más favorables para la llegada de DANA son: el sur de Europa, la costa este americana, la región de China-Siberia, el nordeste del Pacífico y noroeste de América del norte. En el hemisferio sur son más frecuentes en Australia y Nueva Zelanda, extremo meridional de Sudamérica y sur de Asia”, afirma del Campo.

En España, los episodios de lluvias torrenciales son una constante en la historia nuestro clima, con riadas catastróficas en muchos puntos y épocas. “Las DANA forman parte del clima de nuestro entorno y en numerosas ocasiones han provocado problemas relacionados con las lluvias torrenciales, aunque no siempre que tenemos cerca una DANA se producen precipitaciones intensas, ya que depende de otros factores como su posición, la disponibilidad de aire húmedo en la superficie, etc”, explica del Campo.

Sin embargo, en los últimos años hemos asistido a eventos extremos en el Mediterráneo debido al efecto que han provocado grandes DANA al aproximarse al sur y este de la península. “Algunos estudios sugieren que en los días de precipitación más intensa llueve ahora más que en décadas pasadas”, afirma del Campo. “Es decir: las lluvias torrenciales son más torrenciales. Esto se ha observado especialmente en puntos de la vertiente mediterránea peninsular”.

Un caso reciente fue protagonizado por la borrasca Gloria en enero de 2020. “Estos temporales, catalogados como históricos por batir de forma consecutiva registros máximos de uno o varios fenómenos meteorológicos en zonas extensas, nos llevan hasta enero de 2017 y sus intensas nevadas en el interior de la Comunidad Valenciana y en provincias limítrofes, pasando por el verano de 2018, que batió el récord estival de descargas eléctricas”, afirma la AEMET. “En un contexto de cambio climático debido al forzamiento antropogénico, la evolución futura de las lluvias extremas en el Mediterráneo sigue siendo bastante incierta cuantitativamente”.

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