El coste de la electricidad es una enorme injusticia y un lastre para la competitividad de las empresas
Hay que llamar a las cosas por su nombre. Es lo mejor. El recibo de la luz es una auténtica estafa legal que perpetran los diferentes gobiernos con absoluta impunidad. No es culpa de las eléctricas, sino de los incompetentes que lo han convertido en un contenedor para camuflar decisiones políticas que deberían estar en los Presupuestos. La chapuza no es culpa del actual gobierno, que hace lo contrario de lo que prometía cuando estaba en la oposición, sino de los anteriores, tanto socialistas como populares. No importa, porque en la ineficacia y mala praxis coinciden todos. Lo habitual desde la izquierda política y mediática es atacar a las eléctricas. No hay nada más cómodo que utilizar la propaganda populista para culparlas de algo de lo que no son responsables, porque el coste de la generación eléctrica es una parte muy pequeña, alrededor del 30 por ciento, del recibo mientras que el resto son los pufos gubernamentales. Lo normal es que fueran a cargo de los Presupuestos, pero es más cómodo esconderlos en el recibo y no asumir el coste de incrementar el déficit público.
El sesgo ideológico hace que se pierda la objetividad y la izquierda ataca a un sector que genera una enorme riqueza a nuestro país y en el que trabajan centenares de miles de españoles. El coste de la electricidad es una enorme injusticia que soportamos sin que el gobierno haga nada. Es un lastre para la competitividad de las empresas que comporta que estén en peores condiciones que las de otros países. La realidad es que un gobierno serio tardaría pocos minutos en resolver el problema convirtiendo esos pufos en partidas presupuestarias. Es tan fácil como coger el último recibo y quitar aproximadamente la mitad de lo que pagamos. Es lo que realmente tendríamos que abonar mensualmente. En lugar de tantas chorradas que escuchamos y leemos o soportar la propaganda populista gubernamental intentando hacer malabarismos para engañarnos una vez más, lo coherente es ordenar los ingresos y gastos del Estado con una buena técnica presupuestaria. Es algo que deberían saber, porque es lo que enseñan los buenos profesores de Economía. Como siempre me gusta recordar, el problema es que hay demasiados economistas que han bebido de los conceptos intervencionistas del comunismo, el socialismo o el franquismo.
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