Allí se derrotó a los más brutales enemigos de España con la ley y la unidad de los constitucionalistas
El catedrático compostelano Roberto Blanco, importante constitucionalista y un patriota español, ha recordado en un clarividente artículo que existe un precedente obvio de gran envite separatista contra España, en el que también se hablaba de «conflicto» y donde los buenistas de guardia proponían como solución, al igual que ahora, el entreguismo ante algunas demandas del enemigo. Hablamos del ‘problema vasco’, todavía más grave y mucho más brutal que el catalán, porque allí directamente asesinaban a quienes discrepaban. ETA no se disolvió por los gestos de Zapatero, presidente que con su filonacionalismo abrió la caja de Pandora de lo que ahora sufrimos en Cataluña. Lo que acabó con la banda terrorista, que buscaba la independencia vasca a tiros y bombazos, fueron
la Policía española, el Estado de derecho español, sus valerosos jueces -por eso apena ver cómo ha acabado Marlaska- y la unidad de todos los partidos pro-España, que hoy llamaríamos ‘constitucionalistas’.
Aznar y Garzón tuvieron la inteligencia de entender que ETA era mucho más que sus pistoleros, que había un entramado económico y propagandístico que la sostenía. Al podar esas ramas que la vivificaban, la banda se debilitó mucho. Por su parte, Guardia Civil y Policía Nacional realizaron una labor extraordinaria, alcanzando un nivel de conocimiento del enemigo que permitió perforar sus redes hasta el tuétano. En el frente político, resultaron cruciales el absoluto cierre de filas de PP y PSOE contra ETA y la Ley de Partidos. Por último, la sacudida de los atentados del 11-S agudizó el celo de Estados Unidos contra el terrorismo de todo tipo, lo que dificultó a ETA su subsistencia. En resumen: se ganó aquella amarga lucha de décadas con la justicia, la Policía y el imperio de la ley. No fue en mesas con etarras, ni en cuchipandas con Otegui (de hecho encarcelado por un delito de pertenencia a banda armada en los días en que los emisarios de Zapatero hablaban con los etarras). A nadie se le pasó por la cabeza indultar a Otegui para engrasar un ‘proceso de paz’. Entonces se habría visto como una felonía por parte del Gobierno de España.
España ganó claramente su pelea contra ETA, hasta el punto de que según la última encuesta del Gobierno vasco el apoyo a la independencia está hoy en mínimos históricos: 21%, frente a un 41% que la rechaza. De todo ello se puede extraer una lección ante el envite del ‘procés’, resumible en una pregunta: ¿tendría la misma fuerza el separatismo catalán si a día de hoy estuviesen unidos PSOE y PP en un pacto de Estado contra él, si se hubiesen hecho reformas legales para endurecer el castigo al golpismo y si se estuviese dando una batalla cultural y mediática a favor de España? Evidentemente, no. Pero sufrimos el oprobio de un PSOE que plegado a los intereses particulares de su jefe está vendiendo a su país. Una izquierda que se ha aliado con los más tenaces enemigos de España y que hasta pretende fijar con ellos el futuro de todos los españoles en una aberrante ‘mesa bilateral’. Por eso la necesaria manifestación del domingo.
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