Los líderes independentistas rechazan la invitación de Sánchez a su acto sobre los indultos en el Liceo tras un fin de semana de mensajes duros contra el Gobierno desde Lledoners y Waterloo.
Cartas rechazando la invitación de Pedro Sánchez en redes, agendas oficiales en el extremo sur de Cataluña, declaraciones en contra y, finalmente, convocatorias de la ANC y la CUP para torpedear el acto. La conferencia de Pedro Sánchez en el Gran Teatro del Liceo para presentar su propuesta para Cataluña, con los indultos como plato fuerte, ha conseguido unir al independentismo como no lo ha estado en meses. JxCat ve la medida de gracia como un torpedo a su campaña de desprestigio a España en Europa. Y ERC ha comprobado con aprensión como el poder económico catalán se rinde a la mano tendida de Sánchez y suma esfuerzos con la Casa Real.
Desde que Quim Torra dio por finalizada la anterior legislatura, en enero de 2020, no se había visto una comunión así entre ERC, JxCat, CUP, ANC y Òmnium. Ni siquiera cuando se revalidó el pacto de gobierno del bloque independentista en el Parlament. Pero este domingo, el independentismo ha salido en tromba a desmentir la campaña de Pedro Sánchez sobre los indultos. Una campaña que tiene como objetivo a Cataluña, no una oposición española que no va a ceder en su rechazo a la medida de gracia. Ante la que los independentistas se esfuerzan por destacar que los indultos no son un puerto de llegada para cerrar el procès, sino la casilla de salida para un nuevo intento.
Oriol Junqueras, Jordi Cuixart, y Josep Rull, tres de los beneficiados por la medida de gracia, han coincidido este fin de semana en otras tantas entrevistas en medios catalanes. Querían dejar claro que los indultos son un «triunfo» del independentismo, en palabras de Junqueras, el «preludio de la derrota de España» para Cuixart y en ningún caso la «solución al conflicto» como repitió Rull. Una idea en la que insistía Carles Puigdemont desde Waterloo, reclamando además a Pedro Sánchez que vaya al Parlament a explicar su propuesta a los catalanes.
«En el Liceo se puede escuchar ópera o incluso hacer teatro» pero «donde se mandan mensajes políticos es en el Parlament», apuntaba el president fugado en Waterloo, donde reunió a los consejeros de Junts en el nuevo ejecutivo catalán. «En vez de ir al Liceo a hacer marketing de los indultos», Pedro Sánchez «tendría que ir al Parlament para explicar, mirando a los ojos de los diputados, por qué ha tomado esa decisión» añadía Jordi Puigneró, el nuevo hombre fuerte del partido en el Govern.
La unidad de mensajes de este fin de semana esconde, sin embargo, un análisis muy diferente de la situación entre JxCat y ERC. Los primeros siempre han demostrado su aversión a una vía auspiciada por Esquerra y su mano tendida al diálogo con el Gobierno de Sánchez. No pueden rechazar abiertamente los indultos por lo que comportan de alivio personal para cuatro de sus dirigentes, pero tampoco los avalan políticamente. De ahí la insistencia en dos ideas: los indultos no solucionan ninguno de los frentes abiertos con el Estado, y son fruto de una supuesta presión de instancias europeas al Gobierno.
Romper la unidad independentismo
Un argumento que sitúa a Puigdemont como auténtico artífice del giro del Gobierno, al que habría forzado a esta medida por la vía de sus recursos ante instancias europeas. Eso, y el temor a que el Tribunal de Estrasburgo acabe dando la razón a los recursos de los condenados por el 1-O. Bajo esos argumentos subyace la idea tan bien expresada, para desdicha del independentismo, por la presidenta de la ANC. Elisenda Paluzie advertía hace una semanas de que los indultos son una victoria del PSOE porque permitirán dividir al independentismo y debilitar su causa en Europa.
No son esos los argumentos de ERC. Los republicanos han defendido la medida de gracia, aunque insisten en que su objetivo es la amnistía y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, que son la base de su acuerdo de legislatura con JxCat y la CUP. Pero el discurso y los gestos del partido han cambiado sustancialmente en dos semanas.
El 7 de junio, Pere Aragonès acudía junto a Pedro Sánchez a la convocatoria de Fomento del Trabajo, proporcionando la primera imagen juntos. Y Junqueras allanaba el camino de Sánchez a Barcelona con una carta en la que, por primera vez, agradecía públicamente los indultos y denunciaba como indeseable la vía de la unilateralidad. Unas afirmaciones que desataron una tormenta en el independentismo.
Giro en el Círculo de Economía
Pero lo que realmente inquieta a Esquerra, que se ve a un paso de convertirse en el nuevo partido hegemónico en Cataluña, es el despliegue exhibido la pasada semana por el Gobierno, y la Casa Real, en las jornadas del Círculo de Economía. Con un programa como no se había visto desde antes de 2017, el Círculo ha contado con dos visitas de Estado, medio Gobierno y un más que envidiable desembarco del Ibex35 en Barcelona.
Santander, Inditex, Telefónica o Repsol se han unido a laCaixa en un despliegue al que el Gobierno no era en absoluto ajeno, exhibiendo la Cataluña que podría volver a ser, tras años de penuria económica y huida de empresas. Junto a los presidentes de estas compañías, la visita del presidente de Corea del Sur, Moon Jae In, auspiciada por la Casa Real, que hace seis meses ya que había confirmado su asistencia a la jornada inaugural.
Tras la visita del presidente de la sexta economía mundial, dos días después era el turno de Mario Draghi. Supermario, el salvador del euro, ahora a las riendas del Gobierno italiano. Su presencia respondía a una invitación, hace más de un año, del Círculo. Pero el Gobierno la llenó de contenido con las jornadas hispano-italianas y un encuentro bilateral Sánchez-Draghi en el Palacio de Pedralbes.
«Somos conscientes de que asumes riesgos de gran calado», reconocía al cierre de la reunión el presidente del Círculo, Javier Faus, que había abierto las jornadas el miércoles expresando el apoyo público de la entidad a los indultos. «Por eso tienes nuestro apoyo, tu éxito será el éxito de todos» concluía Faus. En términos similares se había expresado semanas antes el presidente de Fomento, Josep Sánchez Llibre.
Esta vez Pere Aragonès no estaba ahí para oírlo, porque optó por hacerse la primera fotografía con Carles Puigdemont en Waterloo el mismo día que Draghi y Sánchez visitaban Barcelona. Pero sí el conseller de Economía Jaume Giró, que cerró su intervención en el Círculo, poco antes de que llegara Sánchez, denunciando el «exilio» de Puigdemont.
«No puedo acabar sin denunciar la injusta persecución y represión de líderes independentistas, empezando por el injusto y duro exilio que sufre el president Puigdemont», declamó Giró. Una afirmación que le valió el ostracismo de la concurrencia al concluir su intervención.
Para los independentistas los indultos no son un puerto de llegada para cerrar el procès, sino la casilla de salida para un nuevo intento
No hay comentarios:
Publicar un comentario