Si como corresponde, sumamos los ERTES el número de parados en España supera los 5.000.000. Un desastre. Es verdad que parte del desempleo deriva de la pandemia Covid-19. Otra parte, sin embargo, es la consecuencia de una política económica muy torpe, sometida a los vaivenes que las contradicciones internas del Gobierno han impuesto.
Las macrocifras aterran. A los 5.000.000 de parados hay que unir una deuda pública que roza el billón y medio de euros, desbordando el Producto Interior Bruto de la nación. Si a eso añadimos un déficit por encima de los dos dígitos y un gasto público desenfrenado, habrá que convenir que España bordea el abismo y que la ayuda europea tal vez no será suficiente para subsistir. Todavía no había estallado la Covid-19 y ya resultaban alarmantes las cifras de la gestión económica de Sánchez. España se tambalea. La demagogia nos golpea de forma incansable, estimulada por un Gobierno de Frente Popular. Y los síntomas de una revolución en marcha se hacen evidentes en las calles de Barcelona y otras ciudades españolas.
Cuando se multiplica la miseria y se fractura la ley y el orden, cualquier cosa puede ocurrir. Más aún: habría ocurrido ya si no fuera porque formamos parte de la Unión Europea, con moneda y fronteras comunes. Los despropósitos del Gobierno Sánchez no caben en Europa. Las autoridades europeas exigen moderación. Están dispuestas a ayudar siempre y cuando Pedro Sánchez rectifique sus excentricidades económicas.
Las cifras del paro, hechas públicas hoy, han resonado como un aldabonazo en las instituciones europeas. O España orienta su camino o la situación puede agravarse con satisfacción de la extrema izquierda y de los comunistas que necesitan el río revuelto para pescar en las aguas del poder. |
Blog de Juan Pardo. |
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