jueves, 11 de marzo de 2021

La carta de disculpa y agradecimiento de un médico de la UCI de Córdoba a los familiares de sus pacientes Covid

 

«Quiero que sepan que no les hemos dejado solos, que hemos luchado a su lado hasta el último momento», afirma el doctor Rafael León

«Con la pandemia, los sanitarios de Córdoba hemos hecho un viaje a través de las sensaciones»


El doctor León, fotografiado en la UCI del Hospital Reina Sofía en 2018

Carta de disculpa y agradecimiento

 Queridos 68 familiares:

A muchos de vosotros no he podido mirarles a los ojos, ver sus expresiones, sus emociones, sentir su cercanía e incluso oír su voz de forma directa. La incertidumbre, el desconocimiento y el miedo a un propagación del virus nos hizo modificar nuestra forma de relacionarnos con ustedes. El carácter mediterráneo de la ciudad en la que he nacido y ejercido mi profesión, ha impregnado mi forma de ser y de relacionarme, siempre teniendo como pilar básico el trato cercano y como no, mirar a los ojos.

El mirar a los ojos, siempre me ha permitido establecer un vínculo con los pacientes y sus familiares, mostrando mi más profunda sinceridad y tal vez desarrollando lo que conocemos como empatía. Previo a esta pandemia, la mirada y el lenguaje no verbal ha sido mi forma de comunicarme con ustedes, sin embargo, todo esto cambió hace un año. Tuve que adaptarme rápidamente al teléfono como medio de comunicación con ustedes y créanme no fue nada fácil. Esa capacidad de empatizar con ustedes desapareció de la noche a la mañana, sin previo aviso, y quedé sumido en una oscuridad, traducida en sensación de pérdida de humanidad.

Dr. León, a finales de 2020 con un traje de protección 

Una parte de aquello por lo que me dedico al ejercicio de la medicina se esfumó. No podía comunicarme con la familia de los pacientes, no podía expresarles mis incertidumbres, mis miedos, mi alegría o mi tristeza al igual que no era capaz de percibir las inquietudes de aquella voz que tenía al otro lado del teléfono. Sin embargo, ustedes me enseñaron algo. Algo que aprendí rápidamente y que me hizo ser fuerte, se llama confianza. Llamada tras llamada, conversación tras conversación comencé a percibir algo que para mí era increíble, depositaban la vida de un familiar en nuestras manos, un ser querido y lo entregaban con fe ciega a nosotros.

«Una parte de aquello por lo que me dedico a la medicina se esfumó: no podía comunicarme con las familias de los pacientes»

Cuando hablaba con ustedes, siempre he percibido esa confianza, porque muchos de ustedes me decían: «En sus manos está, lo que usted haga será lo mejor, dígale que lo queremos mucho...». Con estas frases he percibido amor. Amor que día tras día he intentado transmitir a sus familiares, siempre enfundado en un equipo de protección individual que puede parecer que transmite frialdad y lejanía. Pero detrás de las gafas de protección ocular, siempre ha estado mi mirada observándolos en silencio día y noche; hablándoles en mi mente como si fueran capaces de escucharme.

He tenido que tocarlos muchas veces, a través de la frialdad de unos guantes: para explorarlos, intubarlos, pronarlos,… pero creánme que en mi interior y a través de esos guantes les he transmitido vuestro amor, no sé si lo han percibido, pero mi intención ha sido siempre comunicarme con ellos pese a que estaban dormidos e inmersos en un profundo sueño, donde sin saberlo estaban librando una gran batalla.

«Gracias por entregarme a su ser querido, su confianza y amor que he dado a su familiar»

Pero en esa batalla, les quiero transmitir que no les hemos dejado solos, que hemos luchado a su lado hasta el último momento. Por no haber podido ganar la batalla junto a su familiar, por no haber podido mirárles a los ojos, por hablar con teléfono con ustedes y por las equivocaciones que puedo haber cometido les pido disculpas. Pero también les doy las gracias por entregarme a su ser querido, su confianza y amor que he dado a su familiar.

RAFAEL LEÓN,MÉDICO DE LA U.C.I. DEL HOSPITAL U.REINA SOFÍA DE CÓRDOBA


ABC de Córdoba


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