viernes, 5 de marzo de 2021

La apisonadora de la amoralidad

 Sánchez ha traído una novedad a nuestra política: todo le da igual

Luis VentosoLuis VentosoS

Me entra un guasap de un amigo. Es un vídeo, con Sánchez muy sonriente y una advertencia de esas que pone Zuckenberg de ‘reenviado muchas veces’. Me da pereza el protagonista, pero por aprecio al remitente pincho. Resulta que se trata de un audio de Cope, en el que habla Carlos Herrera, quien ha tenido el sentido de la oportunidad de repescar frases de un mitin de Sánchez ‘de hace un par de años en Cataluña’. Se trata de unas declaraciones que según el gran comunicador deberían obligar al presidente ‘a dar explicaciones o a meterse debajo de un agujero’. Lo que dice Sánchez literalmente es lo siguiente: «¿Os imagináis, amigos, esta crisis en Cataluña con la mitad del Gobierno

 defendiendo la Constitución y la otra mitad, con Podemos dentro, diciendo que hay presos políticos en Cataluña y defendiendo el derecho a la autodeterminación? ¿Dónde estaría España? ¿Y dónde estaría la izquierda?». Pues bien, ya estamos ahí, y gracias al propio Sánchez.

La Factoría de la Propaganda, lo único que funciona en una Moncloa especializada en escaquearse de los problemas, se inventó ayer una ceremonia que Sánchez ensalzó como ‘el primer acto de estas características en Europa’. Es el primero, sí, porque a ningún gobernante vecino se le ocurriría organizar un ‘show’ de autobombo con algo tan serio. Un acto además falsario, pues su protagonista, Sánchez, nada pintó en lo que se pretendía simbolizar: la derrota de ETA. La ceremonia consistió en la destrucción en el patio de una escuela de la Guardia Civil en Madrid de 1.337 armas decomisadas a ETA y el Grapo. Fueron colocadas en tres hileras y una excavadora les pasó por encima ante la mirada de Mi Persona, seis ministros y algunas asociaciones de víctimas (otras dieron el plantón por la doblez del Gobierno con ellas). Ninguno de los expresidentes del Gobierno quiso asistir, ni siquiera Zapatero. Tampoco Aznar, que fue quien realmente desfondó a ETA, al desmontar su entramado monetario y político. Sánchez, inasequible al concepto rubor, manifestó que «no podemos olvidar; no podemos consentir que se deforme la memoria de las víctimas». Unas manifestaciones muy notables. Pues vienen de quien ha blanqueado a Bildu, la sucesión política de ETA, y pastelea con ella; de quien ha otorgado las mayores gracias jamás vistas a los sicarios etarras; de quien acaba de conceder al PNV la gestión de las cárceles vascas, lo que se traducirá en una amnistía por goteo mediante mercedes penitenciarias; y de quien se apresta a reformar los delitos de odio para que amenazar y vejar a las víctimas salga totalmente gratis.

En la política española también ha irrumpido una apisonadora: la de la amoralidad táctica. Tenemos al primer presidente de nuestra democracia al que todo le resbala, que es capaz de sostener impertérrito, y hasta altivo, una cosa y su contraria según le convenga. ¿De qué pasta moral estará compuesto? ¿Dormirá bien nuestro doctor cum laude cada vez que engaña a los españoles? Probablemente a pierna suelta y encantado de haberse conocido.


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