Pedro Sánchez
La cifra real de muertos, el traslado de inmigrantes por media España y el escandaloso desprecio de Marruecos tienen por única respuesta de Moncloa una catarata de mentiras inaceptables.
En solo 24 horas, el Gobierno de España mintió a la ciudadanía en tres asuntos muy relevantes. Y lo hizo de manera reiterada, sin pudor alguno, a través de varios portavoces y con una premeditación tal que descarta el error humano.
La más grave de las mentiras se centró en un asunto especialmente inaceptable: la cifra real de muertos por coronavirus en España, que el Gobierno tapa desde el comienzo de la pandemia con un descaro insólito y a pesar de las pruebas, datos y citas oficiales que tiene a su disposición para aceptar la durísima realidad y dar explicaciones al respecto.
El INE elevó en casi 20.000 las víctimas mortales que Moncloa adjudica a la primera ola, la padecida entre marzo y mayo; hasta colocar la mortalidad en casi 46.000 personas. Un dato que corrobora los adelantados por ESdiario desde hace meses y están más que confirmados por distintos organismos oficiales.
Que el Gobierno esconda incluso a los fallecidos reales de esta tragedia lo dice todo de su falta de humanidad y de escrúpulos, pero también de la culpabilidad que siente por haber permitido que la dimensión de la pandemia en España supera a la de práctica totalidad de los países del mundo: su falta de previsión y su tardía reacción están detrás de tan extraordinaria mortalidad.
Y que en lugar de asumir las responsabilidades de ello deberían derivarse se opte por camuflar las cifras y sacar a sus principales portavoces a buscar excusas vergonzosas, avala las denuncias interpuestas contra el Gobierno por los propios sanitarios, frenadas políticamente por la Fiscalía General del Estado, en contra de toda lógica y de todo interés público.
Si Sánchez es capaz de mentir hasta con los muertos reales de la pandemia, ¿con qué no será capaz de hacerlo?
También está mintiendo el Gobierno, con el mismo descaro, en la crisis migratoria que comenzó en Canarias y se ha extendido por media España, con traslado de inmigrantes irregulares, enviados desde Marruecos por razones políticas y no por crisis humanitarias o bélicas.
Si tolerar eso ya es inaceptable, "resolverlo" con vuelos clandestinos a distintas provincias por España, en pleno confinamiento autonómico de millones de personas, es escandaloso. Y negarlo a continuación, pese a las pruebas de que esos traslados sufragados con dinero público son ciertos, se adentra casi en el terreno judicial.
Por último, la supresión de la delicada cumbre con Marruecos alegando circunstancias sanitarias que ya existían cuando se anunció, es otra grosera falacia. La realidad es que Rabat se siente fuerte frente a España al contrastar los desprecios de Pablo Iglesias con el reconocimiento de su soberanía del Sáhara expresado por la Casa Blanca.
La reunión se cancela, simplemente, por el Rey Mohamed no necesita congraciarse con Pedro Sánchez y, al contrario, puede permitirse presionar a España y a Europa con la inmigración teledirigida.
A nadie puede sorprenderle que Sánchez mienta, pues lo hizo a título personal con su propia tesis doctoral y lo ha hecho ante los electores negando todas las alianzas políticas que, tras pasar por las urnas, acabó haciendo. Pero hacerlo de forma tan ostentosa, en tan poco tiempo y con tanto desprecio por la realidad; confirma una peligrosa falta de respeto a la ciudadanía, a las instituciones, al derecho y a la más elemental decencia que cabe exigir a los gobernantes.
Editorial EsDiario
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