Al líder de Podemos le entró ayer un ataque de cuernos y el presidente le dió satisfacción en tiempo récord
Media mañana les duró ayer a los ministros económicos el sueño de
dejar a Pablo Iglesias fuera de la comisión de control de los fondos
europeos. Comisión que en realidad sirve de poco porque Sánchez ha
centralizado la gestión real de los proyectos bajo la supervisión de ese
Gabinete paralelo que coordina y en la práctica dirige desde La
Moncloa el trabajo de los ministerios. Sea como fuere, en la alineación
de ese equipo no figuraba en un primer momento el líder de Podemos,
aunque sí una Yolanda Díaz que al parecer no figura ya en su círculo
directo. Tras conocer por la radio el borrador del decreto al macho alfa
le entró un ataque de cuernos, exigió una rectificación
al presidente y la obtuvo en tiempo récord: apenas unas horas
después compareció María Jesús Montero para anunciar que la
comisión de marras se había convertido en un pleno de todo el
Gobierno, incluido naturalmente el celoso vicepresidente tercero.
Sucede que dicha vicepresidencia, la de Asuntos Sociales, carece de
competencias en materia de economía, por lo que el interés de su
titular en formar parte del equipo gestor del dinero de la UE obedece
sólo a dejar claro el peso de su influencia política. Mensaje para sus
colegas socialistas: no piensa quedarse al margen de ninguna cuestión
simbólica o decisiva y tiene suficiente capacidad de presión para que
cualquier maniobra en su contra resulte fallida. Ya intentaron
excluirlo del comité de la pandemia y su respuesta fue la misma: una
llamada a Sánchez y al instante tuvo reservada una silla. ¿Para qué?
Para estorbar, para meter baza conspirativa, para que ningún plan
gubernamental quede exento de su dosis de ideología. Para que conste
que la cadena de mando no funciona sin su fielato intervencionista y,
sobre todo, que el Ejecutivo entero le debe pleitesía. Que sus
adversarios internos, esos que andan llorando por las esquinas, se
olviden de la más mínima esperanza de perderlo de vista. No es el
cariño sino el poder lo que le motiva, y por mucho que lo aborrezcan,
el presidente sabe que lo necesita.
Todas esas especulaciones madrileñas sobre un giro moderado tras los
Presupuestos son pensamiento ilusorio, fantasías condenadas al
fracaso. La coalición soportará tensiones, conflictos y hasta portazos
porque como todo matrimonio de conveniencia se sustenta en un
mutuo principio pragmático. No hay legislatura posible con los
escaños del PSOE, del PNV y de Ciudadanos; es Iglesias el que aporta
el apoyo parlamentario, el suyo y el de los separatistas catalanes y
vascos. Tiene la llave del mandato y ha entendido rápido que a su
socio sólo le interesa -como a él mismo- su propio liderazgo: ni el
partido, ni el Consejo de Ministros, ni la compleja estructura del
Estado. Entre ambos no caben interferencias de personajes
secundarios. En el darwinismo de la zoología política,los límites del territorio se marcan meando
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