Buena parte del discurso del Gobierno revela el intento permanente de autoexculparse por sus graves errores en la gestión de la pandemia, al tiempo que presenta al PP como la fuerza que «no quiere llegar a ningún acuerdo». Así lo repitió ayer Sánchez tirando de argumentario: según ese relato victimista, al Gobierno no le queda otra que echarse en brazos hasta de Bildu.
Pero una cosa es la propaganda y otra los hechos. El principal partido de la oposición ha demostrado en los últimos meses en reiteradas ocasiones su responsabilidad de Estado; ni siquiera Sánchez puede negar que dio su apoyo al Gobierno en las primeras prórrogas del estado de alarma, cuando este era imprescindible, o en medidas de protección social como la aprobación del ingreso mínimo vital.
En esa misma línea, está previsto que los populares voten hoy también a favor del decreto de la llamada nueva normalidad, que regula importantes aspectos concretos para afrontar la actual situación, en la que la emergencia sanitaria sigue representando una amenaza.
Lo que no puede ni debe hacer un partido responsable es extender cheques en blanco al Gobierno y aceptar sus trágalas. Al PP se le exige que haga oposición y que construya una alternativa, por más que los socialistas y sus socios confundan interesadamente esa obligación con la crispación.
Por ello, es lógico que los populares eviten convertirse en meras muletas de Sánchez que socialicen sus errores; en su lugar, es justo exigir la negociación de aspectos de este decreto y de otros para mejorarlos. Cabe destacar ahí el papel de Ana Pastor, que encarna esa voluntad pactista real pese a las insidias de Moncloa.
El Mundo
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