Carta del hijo de una víctima: «No pararé hasta que haya justicia, por el abandono de los médicos y por un Gobierno que no supo o no quiso gestionar la pandemia»
«La ministra Irene Montero tuvo la suerte de que le hicieran cuatro o cinco test del virus y a mi pobre madre ni una sola prueba»
Me contagié de Covid-19 a mediados de marzo. Estuve ingresado en Urgencias de La Paz, en el hospital de Ifema y en un hotel medicalizado. Ahora estoy en casa, recuperándome de la neumonía y de los problemas circulatorios en las piernas que me ocasionó el virus. En mi caso, solo tengo palabras de agradecimiento del personal médico que me atendió, tanto por curarme como por el cariño que me dieron.
Desgraciadamente, el motivo de mi carta es contar la historia de mi pobre madre, María Campos Giménez, que falleció el 8 de abril, a los 81 años.
Mis padres tenían programado un viaje del Imserso para la semana del 9 de marzo, que fue cancelado, por lo que decidieron pasar unos días en Jarandilla De la Vera, Cáceres, donde tenían casa desde hace 40 años. Una vez allí, mi padre enfermó, tuvo fiebre alta y tos. Sin hacerle ningún tipo de prueba ni verlo, los médicos le mandaron antibióticos. Posteriormente mi madre también enfermó, y empezó a tener tos y fiebre alta. Los médicos tampoco la vieron ni le hicieron ningún tipo de prueba. Le mandaron, por teléfono, paracetamol.
Mi padre mejoró, pero mi madre empeoraba cada día. Pese a las numerosas llamadas y ruegos de la familia para que los atendieran o ingresaran en el hospital, los médicos de Jarandilla hicieron caso omiso. Después de mucho insistir por teléfono, a mi madre le recetaron antibióticos.
Desesperados por el abandono, y viendo el empeoramiento de mi madre, decidimos llamar a emergencias de Extremadura. Suponemos que debido al nerviosismo que transmitimos y la gravedad de la situación, por fin se dignó el médico de Jarandilla a ir a verlos. Fue la primera y única vez que lo hizo en los más de 20 días que mis padres estuvieron enfermos, tal vez obligado por la llamada al 112.
Esto ocurrió el 7 de abril. El médico consideró que no tenía nada grave, y ni le mandó otro medicamento ni la ingresó, pese nuevamente a los ruegos. En ese momento, mis padres tenían coronavirus (demostrado por pruebas de anticuerpos realizadas posteriormente a mi padre) y mi madre estaba muy mal. Sin embargo el médico solo le recetó unas vitaminas y por insistencia de mi padre.
Ese día hablé por teléfono con mi madre. Yo estaba todavía ingresado, pero ese día me quitaron el oxígeno y pude llamarla. Le escuché solo un hilo de voz. Viendo la situación , decidimos ir a buscarla desde Madrid y llevarla a un hospital. Desgraciadamente, no llegamos a tiempo, mi pobre mamá falleció esa misma noche.
Maldigo a esos médicos y a este Gobierno que dejó contagiarse a la población sin tomar medidas en las primeras semanas. La ministra Irene Montero tuvo la suerte de que le hicieran cuatro o cinco test del virus y a mi pobre madre ni una sola prueba.
A mí me han destrozado la vida. Creo que también morí esa noche con mi madre, pero no pararé hasta que haya justicia, tanto por el abandono de unos médicos negligentes como por un Gobierno que no supo o no quiso gestionar la pandemia.
Han hecho una campaña en los medios de comunicación cuyo lema es "salimos más fuertes". Yo me pregunto, ¿quién lo hará? ¿Mi madre? ¿El resto de los miles de víctimas y sus familiares? No se pueden imaginar el dolor que me produce.
* José Luis Fernandez Campos vive en Madrid.
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