En política hay que ser listo más que inteligente y por eso hay gobiernos ineficaces que consiguen subastar una burra coja y obtener un alto precio en la puja de los votantes.
Pedro Sánchez para algunas cosas es listo, para otras es listillo y para el resto, mediocre, pero lo importante es que distribuye con habilidad sus niveles de competencia en lo que realmente le importa: mantener el poder y en cuanto pase todo este follón de la epidemia, volver pasearse en el Falcon.
Si echamos un vistazo a los ministros nombrados por él, todos son aseaditos física e intelectualmente, aunque algunos apenas tienen trabajo porque se han visto obligados a repartir las competencias que antes se llevaban en trece ministerios entre los veintidós actuales. La pregunta que yo me hago es ¿qué aportan al gobierno los ministros de Podemos en estos tiempos de pandemia?
El vicepresidente para Asuntos Sociales, está en la propaganda y la agitación, sin tiempo ni ideas para ocuparse de lo que sucede en los Centros de Mayores asunto del que no le gusta hablar. En cualquier caso es un hombre listo y ambicioso, dos cualidades importantes en política.
A su señora esposa, Irene Montero, ministra de Igualdad, desde que no llega a su casa sola y borracha porque la acompaña una escolta policial, no se le conoce ninguna actividad propia de su competencia ministerial que atienda a las desigualdades de estos momentos, pero seguramente estará a las órdenes de lo que le manden.
El ministro de Universidades, Manuel Castells, que es el único con un currículo académico de la releche, no puede hacer muchas cosas porque los templos de la enseñanza están clausurados, pero si es necesario echar una mano a la causa se va a una tele y pide que se censuren las redes sociales porque hay mensajes fascistas en contra del gobierno a través de perfiles falsos.
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que había empezado con buen pie su pelea por los ERTES, no ha tardado en cabecear en derrota para llamar negreros a los empresarios del campo, arrojando sospechas de comportamientos del siglo XIX sobre un sector que merece otro respeto.
He dejado para el final al ministro de Consumo, Alberto Garzón , que es uno de los más simples, intelectualmente hablando de los que aporta Podemos al gobierno, y que en un momento en el que el turismo necesita más ayuda lo ha intentado desprestigiar diciendo que es un sector precario, estacional y con poco valor añadido, ignorando que supone unos ingresos anuales de 176.000 millones de euros, que representan el 14,6% del PIB y crea 2,8 millones de empleos. Quien mucho habla mucho yerra
Con estos mimbres ¿Qué puede salir mal?
Me reafirmo en que Sánchez es listo porque rodeándose de esta tropa es fácil destacar.
Diego Armario
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