sábado, 30 de mayo de 2020

A Pablo Iglesias su estilo de matón de discoteca le convierte en una caricatura de sí mismo.

La política española no se caracteriza especialmente por la dignidad de sus protagonistas, ni tampoco por la altura de miras de sus actores. Después de lo vivido en España en los últimos meses en los que hemos estado sometidos a un injustificado arresto domiciliario, del que poco a poco nos van concediendo un tercer grado limitado, nada debería sorprendernos aunque no podemos evitar quedarnos atónitos. Nada de lo que haga o diga el PSOE es nuevo, ni siquiera su cercanía o pactos con los amigos de asesinos y terroristas, aunque luego acaben traicionando a propios y extraños. A nadie escapa que dentro del socialismo español cabe todo. Desde mucho liberal en lo económico hasta mucho marxista en lo ideológico. Todo es posible bajo la marca PSOE.
La simbiosis de la izquierda española con el terrorismo separatista y con movimientos independentista que atacan la unidad de España, es algo habitual y moneda corriente en un sector ideológico siempre cercano a todo aquel que tenga como objetivo prioritario destruir esta nación. No hace tanto, intentaban justificar sus actuaciones por un bien común que nuca acababa de aparecer. Ya ni siquiera se molestan en eso. No pueden negar que además de unidad de acción, en muchas ocasiones, existe también una cercanía ideológica, que les hace ser tremendamente comprensivos con aquellos que sembraron el terror durante más de 40 años en este país.
Antiguos militantes socialistas han llegado a reconocer, como bien entrado los años 80, en la sede del PSC, la franquicia del PSOE en Cataluña y siendo Presidente del gobierno el socialista Felipe Gonzalez, se brindaba con cava el asesinato de militares ilustres. Con estos antecedentes, es lógico pensar que entre el PSOE y el brazo político de ETA, existiera algo más que buena sintonía. Si a todo esto le sumamos que el partido con quien el PSOE comparte gobierno de coalición es PODEMOS, dentro del cual está el histórico PCE, donde algunos de sus militantes han sido condenados por colaboración con banda armada y por formar parte activa en la comisión de atentados, la cuestión es blanca y en botella. Nadie debe escandalizarse porque la cabra tire al monte y porque desde el gobierno se amenace y se incite al enfrentamiento civil.
La izquierda en general, lleva muy mal esto de las criticas y que la gente salga a protestar a las calles contra la nefasta y criminal gestión del gobierno de España. No entienden que después de casi 50.000 muertos reales y de tener la comunidad sanitaria más contagiada del planeta por coronavirus, hayan decidido mostrar su indignación. Al gobierno le deben parecer pocos los muertos como para quejarse de su gestión, y en lugar de asumir cualquier tipo de responsabilidad, prefieren lanzar a sus "sicarios" para que amenacen y amedrenten a los que pacíficamente se manifiestan. A los insultos y vejaciones habituales a los que estamos acostumbrados, se le suma ahora la violencia que les caracteriza.
Pablo Iglesias exhibe su cara más oculta. Su estilo de matón de discoteca, le convierte en una caricatura de sí mismo, en un cómica mueca del chavacanismo mas radical. Si no fuera del vicepresidente del gobierno de España de quien estamos hablando, y de la buena relación que ha mantenido siempre con la violencia y con los violentos, seria incluso un chiste de mal gusto, de ese humor negro que tanto le gusta, excepto si son ellos el objeto de la mofa. No debemos tomarnos a broma las amenazas de Iglesias y de miembros cercanos al gobierno. Debemos estar vigilantes y muy precavidos. Son capaces de todo, pero ellos también deben conocer y saber que uno acaba recogiendo lo que siembra y que antes que tarde, pudiera ser que reciban de su misma medicina, de ese jarabe democrático que tan poca gracia les hace ahora.
La izquierda ha optado por una vía peligrosa, por la senda del enfrentamiento y la violencia, pensado que el acobardado pueblo español carece de valor suficiente para contestar a sus provocaciones. Se equivocan gravemente, si piensan que la paciencia es infinita. La paciencia se está acabando, 50.000 muertos y la exhibición de pactos con los amigos de aquellos que asesinaron a muchos de los mejores de los nuestros, no puede pasar desapercibido.

Javier Garcia Isac/director Radioya.es

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