martes, 3 de marzo de 2020

PABLO E IRENE, MÁS DINERO


PABLO E IRENE, MÁS DINERO
Pablo Manuel Iglesias Turrión, de 41 años, también ha pasado por el aro, como todos. El liberalismo es más acertado que el marxismo porque acepta al ser humano como es y no fabula con fraternidades igualitarias. Asume que el propio interés y la competencia son los mayores motivadores de las personas, aunque por fortuna exista también el altruismo.
Pablo Manuel, vástago de una cómoda burguesía, se empachó en la universidad de jerigonza neomarxiana, se dejó la coletita y se puso a jugar a revolucionario de asamblea universitaria. La crisis brutal de 2008-2012 -y el camarada Chávez- ayudaron a convertir las divagaciones de salón en un exitoso partido, Podemos.
Era populismo de izquierdas con un mensaje simplón, pero eficaz cuando el país estaba con el agua al cuello: la gente, a la que representamos nosotros y solo nosotros, luchará contra la casta burguesa y/o oligárquica que la machaca.
Se aburrieron de dar lecciones morales. Despreciaron a los políticos clásicos y sus aburridas convenciones. Profetizaron una Nueva Política, donde toda conversación o negociación se emitiría por streaming, donde no habría coches oficiales, ni dietas, ni escoltas, ni pluses, ni atributo alguno de la vieja y repulsiva «casta».
Además los cargos de Podemos, serafines puros, alérgicos al confort burgués y que miccionaban agua de colonia, no cobrarían jamás más de 1.800 euros (la suma de tres salarios mínimos). Pero ahora las cosas han cambiado un poco.
Tiene un chalé que vale casi un millón de euracos, tres niños, una mujer a la que ha enchufado como su número dos, escoltas, varios trajes recién comprados, coche oficial y una garita de la Guardia Civil frente al portón de casa. Del «luz y taquígrafos» nunca más se supo.
Y ahora, con todo el desparpajo del mundo, presenta una moción para reformar el Código Ético de Podemos y levantar el tope salarial. Las bases lo aprobarán, pues aquello hoy es el cortijo del dúo Galapagar.
Adiós a los alardes éticos de Vistalegre. La pareja ministerial se sincera: quieren más dinero. Y es normal. Pablo se ha hecho mayor y los gastos se han disparado. Ley de vida.
Solo se le pide un favor: deje de dar la murga con la pose de disidente antisistema y los latiguillos faltones contra quienes piensan diferente.
Al fin y al cabo, no hay mayor símbolo de la casta que un Vicepresidente Florero del Gobierno.
Luis Ventoso

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