viernes, 13 de marzo de 2020

El Precipitado


Escrito por
Alfonso Ussía
Llegó al Ministerio de Sanidad con catorce días de retraso rodeado de una multitud de agentes de seguridad. Conté doce, pero podían ser dieciocho.
Le esperaba el tembloroso ministro de Sanidad, al que saludó sin cordialidad alguna, muy a lo chulo, sin dirigirle la palabra ni mirarle a los ojos. Él es así. Y después de la reunión con los responsables del desastre de la contención, nos auguró semanas difíciles: «Haremos lo que haga falta, cuando haga falta y donde haga falta». Contundente. Pero tendría que haber dicho: «Haremos lo que no hemos hecho hasta el momento, cuando ya es tarde y donde me salga de los cotubillos». Hay mucho de narcicismo grave,patológico, en este hombre tan dominado por su Yo. Sus mentiras no le afectan, por considerarlas instrumentos útiles de su cargo. Para él, la verdad y la mentira son la misma cosa. Su estricta conveniencia. Sólo le importa Yo, Mi Persona, el Presidente.
Carece de escrúpulos. No tiene amigos, sino servidores. No sirve a España ni a su partido político. Tanto España como su partido están a su entera disposición, sirviéndole a él, a Yo, Mi Persona, el Presidente. El día que consiga que la Fiscalía, el CGPJ, el Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional, y el CNI resuelvan unirse al grupo de sus servidores, el Golpe de Estado contra la democracia, la Constitución y la Corona se habráproducido mansamente, sin aspavientos. Ya tiene domesticadas a las cadenas de televisión, públicas y privadas, y al CIS. Sabe que su molicie,su placer y su encanto monclovita dependen de Podemos, de los separatistas y de los herederos de la ETA. Pero él no está para analizar sus dependencias. A él, sólo le importa su situación privilegiada, y disfruta con ella. Lo que algunos psiquiatras denominan la Psicopatía del Poder.
El periodismo presumiblemente libre está a un paso del total sometimiento.
Porque el periodismo de papel no le preocupa. Sí el audiovisual, donde todos o casi todos los presentadores, directores de programas de debate y
contratados para simular debates, son en su casi totalidad, cómplices sometidos. Existen excepciones, claro. Carlos Herrera, Federico Jiménez
Losantos, Eduardo Inda, Cuesta… y casi colorín colorado. La vocación política de este hombre no se origina en el servicio a los demás, sino en la conveniencia propia. Y ha reunido en su entorno a un grupo de ambiciosos
que aceptan su jefatura con arrobamiento, al que se ha sumado un partido catastrófico en derrota ciudadana, al que ha dado vida después de manifetarles su profundo desprecio. Desprecia si Yo lo precisa en ese momento, y abraza y regala poder si Yo lo demanda para sus intereses cuando la conveniencia personal se lo exige.
Con catorce días de retraso, se ha apercibido de la importancia del coronavirus. Inmediatamente después de la celebración de las manifestaciones feministas y feminazis, el coronavirus se ha mostrado
devastador. Con anterioridad a las manifestaciones, era un riesgocontenido. La ministra Celaá repartió  guantes de látex morados y no hay nada que temer. El resumen es que el gran narciso no hizo en su momento lo que hacía falta, ni cuando hizo falta ni donde se echó en falta su actuación. Eso sí, llegó muy guardado y precipitado con catorce días de retraso al ministerio de Sanidad, para adoptar el protocolo de precaución que ya había puesto en marcha la Comunidad de Madrid. Para mí, que aeste  patológico le da bastante pereza gobernar en lo desagradable.
Y es osado, pero no inteligente. La inteligencia no se demuestra subsanando los problemas echando mano  a la gran caja del dinero público y los recursos millonarios del poder. La inteligencia previene, y ve más allá de donde otros no alcanzan. El presidente del Gobierno, Yo, ha gestionado
con gamberra laxitud la epidemia. Y en una nación normal, y no domesticada por las televisiones, ya sería expresidente. Pero el narcisismo y la delicia del poder están muy bien anclados.

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