Ya no es una anécdota ocasional: el paro vuelve a arreciar en España y ya se destruye empleo y afiliación como en los tiempos de resaca del Gobierno de Zapatero.
Si algo caracterizó a Zapatero, al menos para sus detractores, fue la galopante destrucción de empleo en su segunda legislatura, saldada con los peores datos de paro desde los años 90: los famosos tres millones de trabajo perdidos y una cifra final de parados, de seis millones, que extendió un inmenso por toda España.
Y a tenor de los últimos datos conocidos, a Pedro Sánchez empieza a ponérsele la misma cara que a su predecesor, con sucesivos fracasos económicos que coronan ahora con unos datos de paro temibles: más de 90.000 personas perdieron su trabajo en el mes de enero, el peor desde 2014, según la información oficial del INEM.
El Gobierno intenta tapar el boquete recordando otra cifra cierta: el volumen total de parados alcanzó al finalizar el primer mes del año la cifra de 3.253.853 desempleados, la más baja en este mes desde 2008.
Pero necesita contexto para entenderse: aún se beneficia del crecimiento sostenido en el empleo durante los últimos años, que compensa en cifras totales aún los descensos experimentados en los últimos meses, culminados en enero con destrucción de empleo: hasta hace nada se creaba a ritmo más lento que en 2018; ahora desaparece simplemente.
Un panorama tétrico que se completa con otra cifra desoladora: la Seguridad Social perdió, también en enero, 244.000 cotizantes, un número que no se conocía desde 2013 y confirma un panorama más que inquietante en una España que, pese a tener una deuda y un déficit disparados, ha visto dispararse un 13% su gasto en prestaciones.
Por resumirlo: hay menos gente trabajando y cotizando, pero más necesidades económicas del Estado que nunca un mucho tiempo. Si subieran los tipos de interés, encareciendo con ello la deuda española, estaríamos de nuevo muy cerca de la recesión.
Y además sube el SMI
Los desoladores datos coinciden, paradójicamente, con la aprobación en el Consejo de Ministros de este martes del nuevo Salario Mínimo Interporfesional (SMI) hasta los 950 euros: una medida contestada incluso dentro del PSOE por barones como el extremeño Guillermo Fernández Vara.
Y la queja tiene explicación: si las empresas tienen las mismas ventas y beneficios, y no digamos pérdidas, pero los costes laborales suben -y quedan los impuestos por hacerlo-, la única solución para el contratante es repartir su presupuesto entre menos personal y elevarle la retribución a los que sobrevivan.
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