La desvergüenza de Pedro Sánchez es total. Y la hemeroteca de sus mentiras, marchas atrás, contradicciones y pifias, crece cada día.
El dirigente que no escribió su libro y plagió su tesis, ha hecho y dicho de todo. Y nada de eso, parece afectarle, entre otras razones porque -a diferencia del PP de Rajoy- controla de verdad RTVE, subvenciona con generosidad a los medios afines al PSOE y tiene desfachatez.
Sánchez vende España, un día en Cataluña, otro en el Pais Vasco, el tercero en Navarra y a plazos a narcochavistas y otros facinerosos y vendería a su madre para seguir en La Moncloa.
La lista de tropelías, parcial, incluye cosas como estas:
“No podemos permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas”.
Y gobierna controlado por Oriol Junqueras y los golpistas catalanes encarcelados.
“El orden de los factores claro que altera el producto, primero ley y luego diálogo. No puede haber diálogo sin respeto a la ley”.
Tras esta frase dicha, prepara un cambio en el Código Penal, que permita salir a sus socios independentistas de prisión.
“No tenemos nada que ver con el Le Pen español”, frase que Sánchez dedicaba al xenófobo señor Torra, ahora colega suyo.
“Ni antes ni después ni durante va a pactar el PSOE con el populismo de Podemos. Con Iglesias a ningún lado».
Y ahí está con el líder de Podemos de vicepresidente, sentado a su lado en el Consejo de Ministros.
Lo de Iglesias y su cuadrilla cobra más relevancia si se recuerda que Sánchez dijo: “Sería incapaz de pactar con el populismo que nos lleva a la Venezuela de cartilla de racionamiento”
“Le exijo a Pablo Iglesias que explique su pacto con Bildu en Navarra”, dijo el líder del PSOE, que ahora tiene de colegas a los proetarras en Navarra.
Tal es la dependencia de Pedro Sánchez de sus aliados que el PNV le ha pedido el traspaso de la competencia sobre prisiones antes de las elecciones vascas y el presidente del Gobierno está por la labor.
El traspaso será lógicamente vendido por el nacionalismo vasco como un triunfo histórico en vísperas de las elecciones autonómicas.
El regalo de esta competencia restaría posibilidades incluso al propio PSOE-PSE en los futuros comicios, pero el presidente del Gobierno no tiene más objeto que su supervivencia política y es capaz de dañar los propios intereses electorales de su partido en el País Vasco con tal de mantenerse en La Moncloa.
Las elecciones se celebrarán previsiblemente entre la primavera y el verano de este 2020 y el PNV no quiere que se demore más un traspaso que le permitirá excarcelar a los presos etarras por medio de una aplicación arbitraria, política y acelerada de beneficios penitenciarios.
Mientras el PSOE ya ha acordado ya con PNV, Bildu y Podemos impedir un endurecimiento del control de los homenajes a etarras, tal y como ha plasmado oficialmente en el Ayuntamiento de Bilbao, el nacionalismo vasco no cesa en sus reivindicaciones, sabedor de que está ante una oportunidad histórica de alcanzar sus viejos objetivos.
Nunca un presidente del Gobierno de España vendió más barata la dignidad nacional.
El PSOE-PSE ya ha respaldado incluso oficialmente la cesión de la competencia de prisiones ante la exigencia de Bildu y PNV y acepta el traslado de los presos etarras desde el resto de cárceles españoles con destino a las cárceles del País Vasco.
No hacen falta más pruebas para constatar que la única estrategia de Pedro Sánchez es la de ceder en todo para seguir ostentando el poder, algo de lo que son muy conscientes las formaciones que le brindaron su apoyo, directo o indirecto, en la sesión de investidura. Golpistas, independentistas y proetarras tienen claro que no pueden desaprovechar la ocasión.
Enfrente no tienen a un presidente del Gobierno de España, sino a un personaje que ha convertido a España y a los españoles en moneda de cambio.
Periodista Digital
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