LA CLAVE ES ZAPATERO
Lo de Ábalos no se entiende. Claro, miente para ocultar la verdad, pero ¿qué verdad? Sólo hay un hecho inequívoco: que Delcy Rodríguez entró en España, no obstante la prohibición de la UE, con permiso del Gobierno para tratar de algo que no podía hablarse por teléfono. Esto, y que un hombre de confianza de Sánchez como Ábalos fuera quien se reunió con ella, hace pensar que el asunto era extremadamente delicado.
Borrell, que debería haber reprendido al Gobierno español por el irrespetuoso incumplimiento de una sanción de la UE, se ha quitado de en medio escabulléndose como una lombriz. Y todo en los días en que se revela el escándalo del dinero sucio entregado al embajador en Venezuela, Raúl Morodo, durante la presidencia de Zapatero. El asunto hiede a kilómetros de distancia.
Y atufa a chantaje. El Gobierno de Maduro lleva tiempo amenazando con algo si el de España no defiende internacionalmente al chavismo. Los mensajes que se envían por medio de Zapatero no parecen producir suficiente efecto y ha hecho falta despachar a Delcy a decirle al Gobierno de España qué pasará si no cambia de actitud.
De momento, Sánchez, como gesto de buena voluntad y para apaciguar al chantajista, se negó a recibir a Guaidó. Y Borrell, desatendiendo su obligación como jefe de la diplomacia europea, se lavó las manos. La cuestión por tanto es saber con qué está Maduro chantajeando a Sánchez.
Algunos analistas apuntan a muertos que Podemos pueda tener en el armario. Ahora que Iglesias es vicepresidente del Gobierno, esos muertos podrían considerarse también del PSOE. Quiá. A Sánchez no puede preocuparle tanto que Maduro amenace con sacar trapos sucios de Iglesias.
Al contrario, a la larga le conviene. Además, si la porquería a ocultar fuera del podemita, sería él quien habría ido a Barajas a tranquilizar a Delcy, no Ábalos. Las boñigas que está meneando Maduro son del PSOE. Las mismas que Zapatero lleva años tratando de que el chavismo no destape a cambio de reunir respaldos internacionales para el régimen. Como su gestión no está teniendo mucho éxito, es probable que el régimen haya decidido apretarle un poco las tuercas al Gobierno español hablando directamente con él.
Por otra parte, es posible que el escándalo Morodo no sea más que la punta del iceberg de lo que Maduro sabe. Y que se ha filtrado para convencer a los chantajeados de que el dictador habla en serio.
Por último, la capacidad del chavismo para torcerle la mano al Gobierno sugiere que el escándalo con el que se amenaza desde Caracas afecta no sólo a Zapatero, sino a más socialistas; gente que, por su relevancia, Sánchez no puede permitirse que sean públicamente avergonzados o cuyo apoyo necesita para sostenerse al frente del PSOE. O las dos cosas a la vez.
Ni puede descartarse, considerando que las gestiones de Zapatero contaron con la complicidad de Rajoy, que el chantaje afecte a gente muy importante de fuera del PSOE.
Emilio Campmay
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