lunes, 30 de diciembre de 2019

¿Se han vuelto locos para complacer a Podemos?

Si se confirman las acusaciones del Gobierno de Bolivia, que ha denunciado que diplomáticos españoles entraron en la Embajada de México en La Paz, con policías españoles encapuchados y armados, para, en colaboración con las autoridades mexicanas, ayudar a fugarse a miembros del anterior Gobierno de Evo Morales refugiados en la sede consular, estaríamos ante un caso de una gravedad sin precedentes. Sobre los miembros del anterior Ejecutivo boliviano pesan graves cargos, por lo que España habría colaborado en el intento de evasión de la Justicia. Es como si los golpistas catalanes, para evadir la acción de los tribunales españoles tras el 1-O, se hubieran refugiado en una Embajada extranjera en Madrid y policía de otras naciones, cubiertos sus rostros con pasamontañas, hubieran tratado de sacarlos del país.
Bolivia ha apuntado directamente a Podemos, cuyas vinculaciones con Evo Morales son evidentes. El ex presidente boliviano y hoy delegado ante la Comunidad Internacional, Jorge Quiroga, cargó duramente contra Podemos, partido del que dijo estar “muerto de miedo” por las informaciones que puedan aflorar en Bolivia, y consideró que sanchez es cómplice del “neocolonialismo criminal” de la formación de ultraizquierda populista.
Si así fuera, el nivel de ignominia del Gobierno socialista habria superado todas las líneas rojas. Por contentar a su eventual socio de Gobierno habría urdido un plan de fuga para que personas acusadas de graves cargos huyeran de la Justicia boliviana. Sanchez en persona tiene que salir a dar explicaciones. No puede permanecer ni un segundo más escondido. Las acusaciones del Ejecutivo boliviano son de una gravedad tal que el Gobierno de España tiene que responder de inmediato. Si no lo hace, el que calla otorga, habrá que dar por buena la denuncia del Ejecutivo de La Paz y preguntarle a Sanchez si el Gobierno que planea con la izquierda radical y el apoyo de los separatistas va a convertirse en colaborador necesario de dictadores.
Lo ocurrido va más allá de un incidente diplomático porque, si se confirman las acusaciones, el Gobierno socialista de España habría violado la soberanía de Bolivia urdiendo un plan de fuga más propio del chavismo. Si para complacer a Pablo Iglesias Sanchez ha sido capaz de semejante barbaridad, estremece pensar que puede llegar a hacer para contentar a los golpistas catalanes. Todo alcanza un grado de indecencia tal que puede afirmarse que Sanchez está degradando la democracia española a velocidad de vértigo.

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