Ya sé que faltan veinticuatro horas para que se acabe el año , pero mañana es uno de esos días en los que “entre ponte bien y estáte quieta” no tiene uno tiempo sobrado para andarse pegado a la pantalla del ordenador aporreando el teclado y vertiendo ocurrencias sobre lo que nos espera en el 2020, que dicho sea de paso es un buen número, no sé si cabalístico pero al menos ampliamente sugestivo.
Renuncio a hacer un balance de este año que se muere porque, aunque desde un punto de vista personal no tengo ninguna queja, pienso que ha sido un tiempo baldío durante el que hemos vivido peligrosamente pero no con tanto riesgo como el que nos espera.
Como dijo Sabina, entre la cirrosis y la sobredosis, en cuanto nos descuidemos va a ser demasiado tarde, princesa, pero mientras tanto asistiremos a espectáculos impagables tanto a nivel nacional como internacional.
El gobierno que se forme no aspirará a la excelencia, pero saldremos en el Guines de los despropósitos porque el ejecutivo podría ir perfectamente a un baile de disfraces sin necesidad de cambiarse la ropa. Solo son compatibles en sus intereses porque no están haciendo un matrimonio de conveniencia sino un casamiento forzado en el que no hay amor ni deseo.
Es probable que las casas de apuestas ofrezcan en cualquier momento triple contra sencillo al que consiga acertar quién será el primer ministro en provocar un incidente con la justicia nacional o internacional, cuál pondrá en un verdadero aprieto al Presidente del gobierno, y cuánto tiempo tardará Dolores Delgado, si aún continua en el nuevo ejecutivo, en llamar maricón o asquerosa a algunos de sus colegas de coalición.
Los celos entre vicepresidentes serán tan grandes como la desconfianza mutua, y auguro que en vez de una ministra portavoz habrá demasiado bocazas en el ejecutivo. Sin embargo donde intuyo mayor movimiento será en los segundos niveles de la administración, porque no es lo mismo nombrar subsecretario a alguien con cinco o diez años de experiencia como reponedor en un supermercado, que a un técnico de Hacienda o un catedrático de filosofía pura.
Estoy persuadido de que Pedro Sánchez dormirá mal a causa de los sobresaltos que le van a provocar no solo sus ministros sino también los ex dirigentes de los partidos coaligados que ya han empezado a mover piezas en otras áreas geográficas.
Con el episodio de hace unas horas en Bolivia hemos empezado a acercarnos a la política bananera en la que se sienten tan a gusto algún ex presidente y ex juez español que se pasean por países pobres o empobrecidos de Latinoamérica cobrando sus servicios de asesoramiento en dólares USA.
¡Esto promete!
Diego Armario
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