La cancelación de la negociación entre PP y Vox complica la formación del gobierno regional.
El pulso de PP, Cs y Vox para formar el gobierno de la Comunidad y reformular el de la capital se disputa bajo la amenaza de una repetición electoral en la región. La formación de extrema derecha vincula la pervivencia de su proyecto a entrar en los dos ejecutivos, según fuentes de Vox, que creen imperativo lograr que el partido de Albert Rivera renuncie a su veto a gobiernos compartidos. Los de Santiago Abascal no negociarán el autonómico hasta asegurar su presencia en el municipal.
Rocío Monasterio, en una imagen de archivo. Fernando Alvarado EFE
Vox tiene la llave del Ejecutivo autonómico que negocian el PP y Ciudadanos: sin sus 12 votos es inviable. Sin embargo, la formación de Albert Rivera se niega a negociar directamente con la de Santiago Abascal, y a compartir un gobierno. Por su parte, la de Pablo Casado no ha cedido en el Ayuntamiento de la capital las concejalías a las que Vox considera que tiene derecho tras dar sus votos para que José Luis Martínez Almeida sea el alcalde. En ese contexto, Rocío Monasterio suspendió el lunes sus negociaciones con el PP. El diálogo no se retomará hasta que Vox vea cumplidas sus expectativas en la capital, y no culminará con éxito si no obtiene representación en el gobierno de la Comunidad. De cumplir esos dos objetivos, dicen fuentes de la formación, depende el futuro de un proyecto que necesita visibilidad para consolidarse.
"Lo que tenía un coste electoral para todos era la continuidad de Carmena. Ahora que tenemos su foto fuera del Ayuntamiento, que se repitan elecciones en Madrid puede venir bien para ver cuál es el coste que tiene para Ciudadanos nos todo este disparate", dice una fuente de Vox, donde la línea oficial es que se quiere evitar a toda costa una repetición electoral para evitar el gasto en dinero público que costaría organizarla. "La clave es levantar el cordón sanitario [de Cs], que nos vean como una escisión del PP, como lo mismo que Ciudadanos... si no estamos muertos", argumentó este interlocutor. "Se trata de entrar en gobiernos para no seguir con cuatro años como una extravagancia, con Pablo Casado comiendo votos a su izquierda (Cs) y a su derecha (Vox)", siguió. "Hay que poner una voz en marcha [en las instituciones] Si no, desaparecemos".
Abascal, Iván Espinosa de los Monteros, Javier Ortega Smith y Rocío Monasterio concentran las decisiones estratégicas del partido. La líder madrileña ha explicitado con claridad que no quiere una repetición electoral. Sin embargo, su ruptura en las negociaciones con el PP puede tener ese resultado, como advirtieron ayer sus dos potenciales socios.
Órdagos y bravuconadas
"Me preocupa que haya formaciones políticas que estén permanentemente en una pataleta, lanzando órdagos y bravuconadas", dijo ayer Ignacio Aguado, el líder regional de Ciudadanos. "Es el momento de la altura de miras", pidió. "Entendemos que hace falta gobierno de centro liberal que conformen PP y Ciudadanos", añadió. "Yo espero que Vox tras amenazas y planteamientos maximalistas decidirá poner ese gobierno en marcha", siguió. Y subrayó: "De lo contrario iremos a unas elecciones y creo que eso no lo quiere ningún madrileño".
"Yo creo que nuestro electorado no entendería que fuéramos a elecciones", coincidió Isabel Díaz Ayuso, la aspirante del PP a presidir el gobierno regional, que siempre se ha mostrado abierta a incluir a Vox en su ejecutivo, pese al veto de Ciudadanos. "El electorado quiere que nos entendamos", opinó. "El PP ha anunciado desde el primer día misma actitud de manos tendidas y sentarnos con los tres, respondiendo a lo que nos han pedido los electores".
Los tres partidos tienen hasta el 11 de septiembre para alcanzar un acuerdo. Si no, la ley obligará a una nueva convocatoria electoral. La presión del calendario no es el único elemento que azuza una posible solución intermedia. Como el PP y Vox ya no negocia, mientras que el PP y Cs siguen dialogando, ya nadie descarta que Díaz Ayuso acabe presentándose a la investidura solo con los votos de Aguado... y esperar a ver qué decide Monasterio.
EL PAIS
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