Felipe VI encargó a Sánchez la tarea de atraerse los apoyos necesarios para ser investido, pero el presidente en funciones no está cumpliendo con el encargo.
Prefiere amenazar a Podemos con una repetición electoral al tiempo que vuelca toda la presión del aparato del poder sobre Cs para lograr su abstención gratis.
Pero tras los pactos con los nacionalistas en Navarra -con el infame apoyo de Bildu- y los encuentros secretos con Pablo Iglesias, es ya obvio que su intención siempre fue repetir la coalición Frankenstein con la que se aupó a Moncloa en la moción.
Sin embargo a Iglesias, que pide ministerios, le ofrece niveles secundarios de la Administración. Lo triste, en todo caso, es que el populismo bolivariano entrará en el Gobierno de España.
Y Sánchez no podrá buscar excusas a la inestabilidad que eso generará: la responsabilidad, como candidato encargado del Rey, habrá sido solo suya.
El Mundo
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