MATAR A ESPAÑA
Ayer, en el Parlamento vasco, ETA llamó nazi a la Policía española. Desde la tribuna del Parlamento regional, un terrorista de una banda que asesinó a cientos de policías llamaba nazis a los compañeros de sus víctimas. Y el partido del Gobierno de España, el PSOE, acababa de votar en favor de los terroristas y en contra los policías. España, abril de 2019.
Desde ayer y gracias al PSOE de Sánchez y al PNV, ETA cuenta con una ley «contra abusos policiales» para perseguir y acosar a la Policía y a la Guardia Civil. Sin que medien jueces. Sánchez regala a los separatistas esta arma para su operación de acoso a las Fuerzas de Seguridad del Estado con denuncias sobre supuestos malos tratos entre 1978 y 1999. Servirá para una acusación permanente, una causa general contra las FSE. No quedará un policía español con seguridad jurídica para trabajar con eficacia en el País Vasco. Se trata de que se vayan. «Hemendik Alde» (Fuera de aquí).
Ante la indignidad de ayer en el parlamento, el PP abandonó el hemiciclo. Un buen gesto. Pero tardío. Y vacío si se constata que, horas antes, los chicos sorayistas del PP vasco contradecían a su líder, Pablo Casado, y rechazaban la subordinación de la Policía vasca a la nacional. Inoportunas veleidades. Algunos no se enteran. Viven en sus cobardías consensuales o cortesías de salón.
Mientras los golpistas les desfilan por encima de la cabeza. Crecidos, amparados por Sánchez, no respetan nada. Otegui dice triunfante que mandará mucho con el PSOE en la próxima legislatura. También se ve gobernando el autor de la hoja de ruta de Pedralbes con sus 21 puntos, con su autodeterminación y el fin de la monarquía. Y un punto sobre la policía española en Cataluña idéntico al aprobado ayer en Vitoria. Nada es casual.
Desde que llegara al poder a lomos de tanta mentira propia como cobardía ajena, Sánchez no ha dejado pasar un solo día sin atentar contra España. Ni un día sin alguna medida que desarmara al Estado o reforzara a los enemigos de la nación, su unidad y sus leyes.
Por convicción u obligación. Nada importa que Sánchez no comparta el odio de los golpistas, terroristas, separatistas o comunistas, cuando por enfermiza ambición es su principal cómplice. Todo lo que hace Sánchez desde hace casi diez meses es preparar un cambio de régimen que deje sin derechos a media España. A cambio de permitir a sus cómplices el secuestro de varias de piezas desmembradas.
Ochenta años después, habríamos empezado de nuevo. Ha sido uno de nuestros peores pecados, no enseñar y recordar lo suficiente en los pasados cuarenta años de frivolidad y engaño esa rotunda verdad de que no hay paz posible en una España rota. Muchos hoy apuestan por acabar con España porque creen, ilusos, que medrarán con su muerte como lo hicieron con atacarla.
Ellos, adanistas de la soberbia que inventan una España de la que todo ignoran, juegan con fuego. Creen que Sánchez es la ocasión providencial de hacer realidad su sueño enfermo de matar a España. Y salir indemnes y triunfantes del fuego purificador del incendio histórico que se disponen a provocar. No saben cuánto se equivocan. No intuyen que ellos arderían más que nadie. Ahora solo falta saber el precio a pagar por todos hasta que se den por enterados.
Hermann Tertsch ( ABC )
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