viernes, 5 de abril de 2019

LAS MALAS COMPAÑÍAS



Pablo Iglesias quiere ser ministro del Interior. Este chaval – dicho sea con vocación descriptiva – no tiene clara su vocación de futuro  aunque la de presente la tiene cristalina con solo observar sus apetencias burguesas de alto nivel, porque empezó aspirando a dirigir una televisión pública, luego se ofreció como vicepresidente de gobierno y ahora ha decidido que lo suyo es el Ministerio del Interior, y no va descaminado porque así controlaría a la policía al más puro estilo del georgiano Lavrentu Pávlovich Beria.

¡Dónde va a compararse una policía y guardia civil como la que tenemos, con sus miles de acciones en favor de la sociedad y la democracia y la de muertes que han sufrido a manos de los terroristas bilduetarras, con la que supuestamente dirigiría el jefe de Podemos en colaboración con Otegui que hace unas horas se ha ofrecido como socio preferente del próximo gobierno de Sánchez, después de las elecciones.

Esta oferta le viene al doctor cum laude como dedo al culo, porque tiene toda la pinta de que le da placer comprobar cómo el lumpem de la política independentistas y antisistema simula que se rinde ante sus pies a la espera de obtener los  favores ilegales que pretenden, para luego volver a dejarlo tirado ya este país hecho unos zorros. 

Ya sé que suena a muy antiguo eso de la dignidad de un país – de la dignidad del aludido mejor no hablar porque si alguna vez la tuvo ha tiempo que la dilapidó – pero observar cómo en el parlamento vasco un tipejo llamado Julen Arzuaga llama nazis y torturadores a unos guardias civiles con el silencio y la complicidad de los socialistas, a muchos de cuyos compañeros ETA asesinó, al igual que a políticos del PP, y a cientos de policías, guardias civiles, niños, mujeres y personas de toda edad y condición, ya no causa estupor entre la gente decente, porque los indecentes guardan silencio.

Quienes me leen saben que con frecuencia elijo para mis reflexiones temas que tienen que ver con la vida, la literatura e incluso el amor y el sexo, porque también existen inquietudes dignas que nos importan, pero hay momentos en los que guardar silencio ante la putrefacción ética de algunas personas con responsabilidad pública significaría ceder el terreno del debate a la gente indigna que sobrevive comprando su estabilidad política en los pagos donde pasta la escoria mas irresponsable e indecente de nuestro suelo patrio.

No es la primera vez que afirmo que creo en la libertad de pensamiento y en la de elegir la opción política que cada uno estime más oportuna, porque en todas ellas  hay ciudadanos que militan con honestidad, sin embargo rechazo personalmente los comportamientos que van en contra de las libertades, la Constitución, las leyes, la unidad de mi país y el intento de destruir una sociedad en la que ser decente comienza a resultar un mérito  excepcional.

Hay muchos ciudadanos que se plantean que solo existe la opción de la derecha o la izquierda, cuando la pregunta que habría que hacerse es si la verdadera alternatuva es la decencia moral o la indecencia oportunista.

Diego Armario

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