UNA CAMPAÑA DE ODIO INTOLERABLE
Desde el inicio del juicio contra los golpistas del 1-O, el independentismo ha intensificado su campaña de odio, difamación y desprestigio internacional de nuestra democracia. Como si no fuera España un consolidado Estado de derecho.
Pero ante la impotencia del Gobierno, incapaz de frenar la creación de nuevas embajadas en varias ciudades de la UE y de contrarrestar en las principales cancillerías europeas la falaz imagen de un país sin garantías jurídicas, Quim Torray el prófugo Carles Puigdemont ofrecieron ayer una conferencia en un lujoso hotel de Bruselas en la que no faltó ninguna de las falsedades y los insultos que impunemente repiten sobre nuestro país.
Los separatistas volvieron a insistir en su burda estrategia victimista, y acusaron al Gobierno de haber impedido que Torra viajara con escolta, ya que, en aplicación de una instrucción de 2012, el Ministerio del Interior consideró que la integridad física del president no corría peligro.
En esta ocasión, apuntaron también al presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, que impidió que el acto de propaganda se desarrollara en una sala de la Eurocámara, como pretendían los secesionistas. Atendiendo a una petición de Cs, PP y PSOE, Tajani no autorizó el acto por cuestiones de seguridad y orden público: para evitar altercados como los ocurridos el pasado día 1, cuando miembros de la ANC ocuparon la sede de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo en Barcelona. Aunque muy poco a poco, algunos líderes comunitarios han empezado a entender que es falsa la imagen de pacíficos defensores de la democracia que tratan de vender los independentistas catalanes.
Una prueba más de ese carácter violento es la movilización que los CDR han preparado para el próximo domingo, con la intención de boicotear la presencia de Felipe VI en el Mobile World Congress. Conscientes de que el Rey es el símbolo del Estado que pretenden destruir, los ataques al Monarca son cada vez más habituales, incluso desde instituciones como el Ayuntamiento de Barcelona.
La alcaldesa Ada Colau acaba de retirar el nombre de Príncipe de Asturias a una calle de la ciudad con el argumento de que pretende “desborbonizar” Cataluña. Para su primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, se trata de “una dinastía con una huella particularmente infausta y desafortunada (…) en el pasado y aun en el presente”. Una declaración inadmisible en un representante público.
El odio se ha instalado en Cataluña y está alcanzando cotas de intransigencia alarmantes. Algunos vecinos de Amer, el pueblo natal de Puigdemont, al grito de “desinfectamos, desinfectamos”, limpiaron con lejía las calles que el domingo pisó Inés Arrimadas durante un acto público. Deshumanizar a alguien tratándolo como bacteria infecciosa es el primer paso para justificar su aniquilación. Hay líneas rojas que no se pueden traspasar.
El Mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario