Decía un tal Cervantes, al que seguro que Pedro Sánchez confunde con algún rapero o jugador de baloncesto de idéntico apellido, que “la pluma es la lengua del alma”. El alcalaíno tenía razón: pocas cosas reflejan mejor la psique y el espíritu de un ser humano que aquello que pone negro sobre blanco. Claro que, aplicando este cuento del autor de El Quijote, no sé yo si podemos llegar a alguna conclusión certera por cuanto Manual de Resistencia tampoco lo ha escrito él. Nuevamente, un negro, negra en este caso (Irene Lozano) ha hecho el trabajo sucio a un camarada, el todavía presidente, que trabaja menos que la chaqueta de un guardia. Robó su tesis porque la plagió y no la hizo él y ahora se ha repetido el modus operandi, al menos, en un 50%. La escribidora es Irene Lozano, antaño baranda de UPyD, luego incrustada en la bancada socialista con fórceps y ahora jefa de la Marca España. Aquí no hay tantos fusilamientos literarios pero sí mucho embuste y cero autenticidad.
El exordio del libro permite, sin temor a caer en la hipérbole, concluir que ni España pudo caer tan bajo ni Pedro Sánchez llegar más alto. ¿Qué hemos hecho para pasar de Cánovas del Castillo, Sagasta, Maura, Canalejas, Azaña, Gil Robles, Suárez, Calvo-Sotelo, Felipe González, Aznar e incluso Rajoy a Pedro Sánchez? ¿Qué está fallando en este país para que de tipos tan políticamente discutibles como intelectualmente incontrovertibles hayamos terminado ahora en un indocumentado al lado del cual Zapatero resulta un sosias de Olof Palme, Willy Brandt o Bruno Kreisky?
El primer capítulo es para mear, no echar gota y confirmar que estamos ante un destacado practicante del mamarrachismo. Lo cual no es un insulto sino una tan ajustada como terrible descripción. Terrible, obviamente, para sus gobernados. La Real Academia parece que pensaba en nuestro protagonista cuando alumbró la definición de mamarracho: “Persona estrafalaria o ridícula”. ¿Qué se puede pensar de alguien que se jacta de que su “primera decisión como presidente del Gobierno” fue “cambiar el colchón” de la alcoba monclovita?
Vamos a seguir contando mentiras, tralará. Manifiesta por Irene Lozano interpuesta que lo “cambió” pero vuelve a tomarnos por tontos, ya que Mariano Rajoy lo donó a una ONG nada más abandonar Moncloa. Me parece perfecto que por aquello de las escrupulosidades del ser humano el nuevo inquilino del Palacio Presidencial cambie el colchón previo. A nadie le gusta dormir sobre microbios ajenos. Pero de ahí a convertir el asuntejo en una decisión de Estado media un abismo. El que separa a un ADN de nivelón de un mediocre de marca mayor como es, para desgracia de todos los españoles, socialistas incluidos, Pedro Sánchez.
En cualquiera de los países en los que se editan los rotativos que él recibe habría dejado de ser premier hace seis meses
Otro de los pasajes más delirantes de este pueril libro es cuando jura y perjura que su segunda determinación como primer ministro fue cancelar la prensa deportiva que llegaba a Moncloa, seguramente por las veleidades en la materia de Rajoy, por prensa internacional. “Siempre me ha interesado mucho”, escribe en primera persona Irene Lozano, “la actualidad del resto del mundo y tener sobre mi mesa esos grandes periódicos de referencia mundial me resultaba imprescindible, mucho más en estos tiempos de fake news, en los que el chisme se confunde con la noticia y la charlatanería con lo relevante”. ¿Se puede ser más superficial? Por no hablar de la implícita crítica a la prensa española en general y a la deportiva en particular. Ya se sabe: todos los que desvelamos la golfería de su doctorado somos fake press. Claro que en cualquiera de los países en los que se editan los rotativos que él recibe tan gustosamente en su despacho, habría dejado de ser premier hace seis meses, los que han pasado desde que OKDIARIO y Abc destapamos el Tesisgate. Aquí el 90% de los medios lo encubrió; en Reino Unido, Francia o los Estados Unidos hubiera durado en el machito menos que un caramelo a la puerta de un colegio.
Los epítetos se agotan cuando aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid para autodefinirse como “guapo”. “Aquella fue la época de Pedro El Guapo, cuyo mensaje implícito era ‘como es guapo, es frívolo’. O algo así. Para combatir estos prejuicios, no tenía más remedio que darme a conocer”, apunta este clon cuatro en uno de Tom Cruise, James Dean, George Clooney y Brad Pitt. ¡¡¡Menuda capacidad neuronal!!! Asusta pensar que el hombre que gobierna la duodécima economía mundial sea alguien tan fatuo, tan presuntuoso y, como él mismo destaca que resaltaban los demás, tan frívolo.
La siguiente mamarrachada es cum laude, como la tesis que le regalaron en un acto prevaricador como la copa de un pino. Justifica su presencia en Sálvame, un programa discutido y discutible pero tan legítimo como cualquier otro, poniendo intrínsecamente a parir a su audiencia: “Aunque fuera verdad que sólo lo ven mujeres mayores e incultas, ¿cuánto vale su voto? ¿No es el principio de la democracia una persona un voto?”. Juajuajuajua. ¿Y esta nadería es nuestro presidente? Manual de Resistencia viene a certificar que cualquiera puede llegar a ser primer ministro, aunque tenga menos luces que un barco pirata. En Francia para ser presidente de la República es casi condición sine qua non haber pasado por la Escuela Nacional de Administración (ENA), tal vez el mejor vivero de jefes de Estado y ministros del planeta. En Reino Unido haber estudiado en Oxford o Cambridge no es imprescindible pero ayuda un huevo. Y en Estados Unidos o te has formado en Harvard, Yale, Berkeley, Brown, el MIT o Columbia o tienes menos posibilidades de ocupar el Despacho Oval que el peor jugador del equipo de mi pueblo de llegar al Real Madrid o al Barcelona. Franceses, británicos y estadounidenses anteponen el talento a cualquier otra consideración a la hora de determinar en las urnas quién quieren que sea su macho o hembra alfa.
Lo más descacharrante es la cantidad de errores que contiene este Manual de mamarrachismo. Hubiera bastado haber googleado las citas para no meter la pata pero es tan desahogado el personaje que le da igual ocho que ochenta. “Se subieron al coche y me preguntaron: ‘¿A Ferraz?’ Me acordé de San Juan de la Cruz en Salamanca: ‘Como decíamos ayer’”. La frase es de Fray Luis de León. Y, como por otra parte todo el mundo sabe, cuando te subes a un coche lo primero que haces es acordarte de los místicos. Otra pifia monumental: “Como dijo Einstein, sólo hay una forma de saber si puedes confiar en una persona: confiar”. La sentencia es de Ernest Hemingway y encima no es exactamente así. Que tu fuente de saber sea Wikipedia, pase, pero que encima la utilices mal es para hacértelo revisar. El colmo de la imbecilidad.
O Pedro Sánchez tiene memoria de pez o Irene Lozano se lo ha currado menos que Torrente las oposiciones a policía
Éste libro es tan fakesísimo como tontísimo. Uno puede equivocarse con las fechas porque la mayor parte de los seres humanos no nace con memoria de elefante. Pero cualquiera, a no ser que sea lerdo de vocación, sabe dónde estaba cuando se produjeron los atentados de las Torres Gemelas y controla perfectamente las jornadas clave de su vida: el nacimiento de sus hijos, la noche en la que se enamoró del amor de su vida y las jornadas profesionales clave. Y si no recuerdas exactamente el número exacto sí al menos controlas si fue un lunes, un miércoles o un domingo. Pues bien, el Manual de Resistencia es un canto a la chapuza, la madre de todas las cantamañanadas. O Pedro Sánchez tiene memoria de pez o Irene Lozano se lo ha currado menos que Torrente las oposiciones a policía: en Manual de Resistencia el hermafrodita autor del libro, Irene Sánchez o Pedro Lozano, asegura que renunció a su acta de diputado “un viernes” cuando en realidad fue un sábado. Por cierto: el día del cumpleaños del arriba firmante, el 29 de octubre.
Lo de sus relaciones con los Reyes, a los que trata poco menos que como coleguitas, es lo nunca visto en un presidente en democracia. De Don Felipe asegura: “Conectamos de forma especial, confiamos el uno en el otro y se estableció una relación muy franca”. Una memez como otra cualquiera porque el trato de los jefes de gobierno con el Rey es siempre en tercera persona o de usted y con el “Señor” por aquí, “Señor” por allá, por costumbre. Y presenta a la Reina poco menos que como una persona ansiosa por conocerle cuando me juego las dos manos a que fue como él relata pero al revés. En fin: un yo-mí-me-conmigo sólo que escrito por una tercera persona. Lo que sí hay que reconocerle es el hecho de haber inaugurado un nuevo género: el de los presidentes que escriben sus memorias estando en el cargo. Suárez, Calvo-Sotelo, Felipe y Aznar acometieron esta faena después de haber dejado Moncloa. Y lo hicieron con la calma, la frialdad y la perspectiva que proporciona la distancia y el tiempo transcurrido. En fin, lo mismo que los mandatarios estadounidenses y europeos.
El chico es tan escasamente listo como tremendamente olvidadizo. Se presenta como nieto de víctimas del franquismo. “A mis abuelos se les negó el acceso a un derecho esencial, aprender a leer y escribir, a disfrutar de un buen libro o escribir una postal de Navidad a sus nietos. Esa herida me hizo afiliarme al Partido Socialista”, apunta en una nueva verdad a medias que, como todo el mundo sabe, son las peores de las mentiras. Y olvida reseñar otro pequeño gran detalle: algunos miembros de la familia de su mujer, Begoña Gómez, que es la que de verdad manda, pertenecían a un partido de extrema derecha que no representaba precisamente a los perdedores de la Guerra Civil.
¿Puede seguir siendo presidente del Gobierno un tipo tan falso como éste? ¿Debería haber llegado a la Secretaría General del PSOE un sujeto que en tiempos de Felipe no hubiera servido ni para lustrar las botas al gran líder? ¿Cómo se pudo consentir que un individuo tan desestructurado y desahogado llegase a La Moncloa? Pedro Sánchez es la quintaesencia de la España actual pero, desde luego, no de la España que fuimos ni de la que debemos y queremos ser. Manual de Resistencia es el compendio perfecto de lo que es el candidato socialista: inepto, traidor, chulo, plagiario, guerracivilista y embustero. En fin, lo que yo les contaba la semana pasada sólo que ahora el que se retrata es él mismo. Bueno, por negra interpuesta. Se puede engañar a todos un poco de tiempo, todo el tiempo a unos pocos, pero no a todos todo el tiempo. El 28 de abril tenemos una ocasión que ni pintada para enviarle a casita a currarse un nuevo libro. Y encima lo podrá escribir él mismo. O, al menos, intentarlo.