En el origen divino de Podemos hubo algo de psicosis. Por fuera se avistaba un partido nuevo hecho por jóvenes airados capaces de convocar millones de malestares en un sólo cuerpo político. Pero ese mismo nacimiento traía alojado por dentro un baile de san Vito. Aquel primer cancán festivo fue pronto degenerando hasta el psicodrama.
En la sala de máquinas todo estaba encolerizado. Podemos se desplegó como una formación politeísta con tres dioses dispuestos a devorarse sin desdibujar la sonrisa: Iglesias, Errejón y Monedero. A las bayonetas que los esperaban en los despachos ellos sumaron la estricnina de unos Borgia untados de asamblea y calle.
Nadie lo exhibió mejor que Fernando León de Aranoa en aquel certero documental, Política manual de instrucciones (2016), que quedó viejo de repente por la propia inercia nerviosa del partido, pero que encierra las claves de cómo una alternativa potable quedó reducida a berrea de dehesa.
Había demasiado onanismo con el que asaltar los cielos. Y Vistalegre II fue el Chernóbil de la causa. Aquel tridente macho quedó arrasado en beneficio de un solo hombre: Iglesias. Y lo demás es esto que ahora vemos. Un viejo sueño de partisanos. Una inoperante deriva. Una ‘razia’ tras otra. Habrá que esperar a otras izquierdas. Habrá que esperar, de nuevo.
La marcha de Errejón para alistarse en lo de Manuela Carmena contorneando un frente de izquierdas por Madrid ha sido la última venganza de ida y vuelta en un nido de vengadores. Iglesias ha ganado la derrota: Podemos es un partido conflictivamente partido en varios fragmentos y con un solo triunfo claro, convertir en monosabio a IU. En el pacto de los botellines alguien tenía que ser el Trinaranjus. Ya ves tú qué necesidad, Garzón. Después de tanto todo para nada, por decirlo a la manera del poeta José Hierro.
Alguna vez dijimos que Íñigo Errejón es el intelectual mejor ahormado de aquella aventura tan diluida a esta hora. Aún lo creo. El que prefería subir al ‘cielo’ pensando en algo antes que al asalto. A diferencia de Iglesias, no tiene necesidad de pedir un metro a cada rato para medirse los genitales. Podemos, definitivamente, puede empezar a ser un poco menos en muchas cosas.
Para empezar, y a lo lejos, socio de Gobierno. Este partido se está matando a sí mismo, como Nicolas Cage en Leaving Las Vegas. Jibarizado Podemos en un selfie, Iglesias ya vive como quería, no en La Navata sino encerrado con un solo juguete: él mismo. Sin Errejón se abre un cisma en un partido tan litúrgico. Queda reventado el sagrario.
Antonio Lucas ( El Mundo )
imagen de Linda Galmor
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