LOS CHIRINGUITOS
En Andalucía, cuando sea investido Moreno Bonilla como presidente y acabe la hegemonía de treintantos años de Régimen del PSOE, volverá a revivir la España de Larra, pues reaparecerá una figura de la Restauración: el cesante. Según la propia Junta de Susana, que antes del traspaso de poderes está haciendo fijo de plantilla a todo el enchufado adicto que puede, quedarán 600 cesantes, con una mano detrás y otra delante.
Y eso sólo en la Administración oficial, donde hay 242.797 empleados. Pero no se sabe los cesantes que puede haber en la Administración paralela, en los llamados «chiringuitos» que el Gobierno del Cambio promete suprimir, donde hay empleadas 27.304 personas.
Hay que agradecer a Susana Díaz que con estos organismos, fantasmas en muchos casos, ha enriquecido la lengua española. La política andaluza siempre enriquece la lengua española. Cuando el felipismo, recordarán la acuñación del famoso «pelotazo».
Ahora Susana, con el entramado administrativo que ha creado para fomentar su clientelismo, da una nueva acepción a la voz «chiringuito». Cuyo origen por cierto, el del verdadero chiringuito, no los del PSOE en Andalucía, es muy curioso. La voz proviene de los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar en Cuba durante el siglo XIX. En los descansos de sus jornadas de trabajo solían tomar café, que preparaban presionando una media llena de dicha sustancia, de la que salía un chorro fino de líquido al que llamaban «chiringo».
Con el tiempo crearon su diminutivo, que terminó designando a los quioscos improvisados con cañas y hojas en los que tomaban su descanso y su café: «Vamos al chiringuito». En 1913 abrió en España «El Chiringuito», un bar de playa en Sitges. César González Ruano, que escribía a diario su artículo para «La Vanguardia» en una de sus mesas, fue quien lo bautizó con tal nombre, en homenaje a sus viajes por Cuba; por allí pasaron Chesterton, Díaz Plaja, Masoliver, D’Ors o Ignacio Agustí.
De allí se extendió el uso de la palabra hasta la actualidad. Y en esto llegó Fidel, digo el PSOE a la Junta de Andalucía, que le añadió una acepción, que en el DRAE diría: «Organismo burocrático absolutamente prescindible e inútil y a menudo repetido con otro de la Administración, donde el PSOE hace fijos de plantilla a sus enchufados».
Punto en el cual Susana le ha echado la pata a Georgie Dann. En el verano de 1988, el cantante puso en boca de todos los españoles la palabra chiringuito: «Yo tengo un chiringuito a orillas de la playa,/lo tengo muy bonito y espero que tú vayas».
En el invierno de 2019, el PP y Ciudadanos, que han de gobernar en Andalucía con los votos de investidura de Vox, han puesto en boca de todos los españoles la nueva acepción de chiringuito: «Desmonto un chiringuito que lo creó Susana/más gente que en la guerra había allí colocada».
En la Junta de Andalucía hay más chiringuitos de enchufados que chiringuitos de playa de Ayamonte a Almería. Ojalá los coja a todos la Ley de Costas (y de costos innecesarios) del presidente Moreno Bonilla y los desmonten. Hay en total 60 entidades repartidas de la siguiente manera: 18 agencias públicas empresariales, 10 consorcios, 15 fundaciones y 17 sociedades mercantiles.
Hay algunos que son no de la Junta, sino del TBO. Aguanten la risa o saquen el pañuelo para llorar, como prefieran, pero miren lo que ojalá desmonten cuanto antes: Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, Fundación Andalucía Olímpica, Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Agencia de Obra Pública de la Junta de Andalucía, Consorcio Fernando de los Ríos, Fundación Rey Fahd Bin Abdulaziz, Parque de Innovación Empresarial Sanlúcar la Mayor, Sociedad para la Promoción y Reconversión Económica de Andalucía. ¿De Andalucía? No, de cachondeo, como lo de Dann: «El chiringuito, el chiringuito».
Antonio Burgos ( ABC )
No hay comentarios:
Publicar un comentario