LA BANDERA COMO COARTADA
Si algunos políticos de izquierda supieran sumar, hace tiempo que habrían descubierto que ofender a una parte mayoritaria de la población no es la ocurrencia más genial para ganar votos.
El error de los Pedros y los Pablos consiste en ignorar que entre sus votantes de izquierda hay un sector significativo que les vota por sus políticas sociales o por sus planteamientos ideológicos, pero eso no significan que no se sientan españoles y que desprecien los símbolos de su patria.
Si el PSOE o Podemos intentan llegar al poder – se entiende ganando las elecciones – con los votos de los que están en contra de la unidad de España, se suenan los mocos con su bandera o pitan el himno, es que no han entendido nada de cómo es esta sociedad en la que conviven, ateos y creyentes, carcas y progresistas, borrachos y sobrios, pero que comparten algunos valores por encima de sus ideologías.
Cuando el 22 de junio del 2015, Pedro Sánchez hizo que se pusiera una bandera de España casi kilométrica en el acto de presentación de su candidatura a la presidencia del gobierno en el que apareció con su señora vestida de un rojo, que combinaba muy bien con el gualda, estaba en plan postureo electoral, como se ha visto posteriormente, pero esa medida fue inteligente… con lo que deduzco que no se le ocurrió a él.
En cambio Pablo, su vicepresidente en la sombra, es coherente y mantiene su apuesta por la bandera de la segunda República pero ya le ha pedido a Iñigo Errejón que diga que le gustaría que la bandera de España fuera patrimonio de toda la sociedad y no solo de algunos grupos.
Todos se han dado cuenta de que el péndulo del cansancio camina hacia otro segmento del espacio. Las elecciones en Andalucía han servido para lanzar un mensaje a los políticos diciéndoles que el “colegueo” con los que quieren romper España no es del agrado, tampoco de gente de la izquierda.
Hay quienes no se han percatado de ese efecto, pero los excesos violentos e intolerantes de los independentistas en Cataluña están provocando que haya más ciudadanos en el resto de España que han dejado de ser indiferentes para convertirse en defensores de lo que les une.
Después del fiasco electoral en Andalucía que le va a hacer perder el poder al Psoe después de más de 40 años – si contamos el periodo de preautonomía durante el que también gobernaron – los barones socialistas están preocupados y cabreados con el doctor bajo sospecha, que con tal de prolongar agónicamente su tiempo en la Moncloa, está hundiendo a su partido en el resto de España.
El electorado no es rehén de nadie, cuando le tocan sus sentimientos o su bolsillo votan a otro y Pedro Sánchez está metiendo la mano en esos dos lugares tan sensibles
Diego Armario
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