lunes, 23 de julio de 2018

Permiten dos monumentos a un golpista en pleno centro de Madrid



Instigó el golpe de 1934 y fue jefe de gobierno durante la matanza de Paracuellos

Permiten dos monumentos a un golpista en pleno centro de Madrid: ¿adivinas el motivo?

Ser el autor de un golpe de Estado contra un gobierno de la Segunda República tiene castigo o premio según cuál fuese la ideología del personaje. Prueba de ello son dos monumentos que hay en Madrid.
Si el golpista era de izquierdas, entonces se le dedican monumentos
La izquierda lleva tiempo imponiendo su sesgada “memoria histórica” en calles y plazas. Bajo la excusa de retirar todo homenaje a cualquier persona vinculada con el franquismo incluso se han quitado calles en honor de José Calvo Sotelo, asesinado antes de la Guerra Civil. Las ha quitado, dicho sea de paso, el mismo PSOE al que pertenecían los criminales que le asesinaron. Pero las injusticias no se acaban ahí. La misma izquierda que clama contra los españoles que se alzaron contra el gobierno del Frente Popular han dedicado, sin embargo, calles y monumentos a quienes dieron un golpe de Estado contra otro gobierno republicano, el formado por los radicales de Lerroux y la CEDA de Gil Robles. Un ejemplo de ello son dos monumentos que se mantienen intactos en pleno centro de Madrid sin que ningún partido con presencia parlamentaria los cuestione.
El principal instigador del sangriento golpe de Estado de 1934
El primero de esos monumentos está situado en la arquería de Nuevos Ministerios, delante de la sede del Ministerio de Trabajo. No es precisamente pequeño: es una estatua de bronce con base de granito de 5 metros de alto. No es que sea algo instalado por la dictadura y que ahora se consienta sin más: el monumento lo inauguró el 7 de mayo de 1987 el socialista Joaquín Almunia, entonces Ministro de Trabajo. La estatua está dedicada a Francisco Largo Caballero, presidente del PSOE durante la Segunda República. Como señalé aquí la semana pasada, este individuo defendía una dictadura socialista, amenazó con usar la violencia si las elecciones no resultaban como él quería. Su apuesta por la violencia política y por una dictadura le llevaron a ser apodado “el Lenin español”. Finalmente, tras amenazar con una “bendita guerra”, el partido que él presidía lanzó un golpe de Estado contra el gobierno de la República el 5 de octubre de 1934, un sangriento golpe en el que los golpistas mataron a 33 sacerdotes y religiosos a manos los golpistas y a 300 militares y miembros de las fuerzas del orden, además de destruir 17 iglesias y 40 edificios religiosos, además de docenas de fábricas, puentes, casas y edificios públicos.
Fue el jefe del gobierno republicano durante la matanza de Paracuellos
En lo que sólo cabe calificar como escándalo judicial, Largo Caballero salió impune de aquel golpe de Estado por falta de pruebas, a pesar de ser el principal artífice de esa insurrección armada y el presidente del partido que promovió y llevó a cabo el golpe (sin ir más lejos, uno de los depósitos de armas de los golpistas fue descubierto en la Casa del Pueblo de Madrid, es decir, la sede del PSOE). Durante la Guerra Civil Largo Caballero ejerció como presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra en el bando republicano entre los meses de septiembre de 1936 y mayo de 1937, precisamente en la época de mayores atrocidades en la zona bajo su mando, incluyendo la masacre de miles de presos políticos –incluidos 50 niños– en Paracuellos de Jarama (Madrid). Bajo su mandato también se hicieron fuertes en la zona roja tanto los comunistas del PCE como los agentes enviados por Stalin, multiplicándose las chekas, centros de tortura y ejecución. Él mismo entabló contacto con el dictador soviético, dejando las riendas políticas y financieras del bando rojo en manos de Arthur Stashevsky, agregado comercial de la URSS.
El responsable del mayor robo de la historia de España: el oro de Moscú
Pero su historial al frente del gobierno no se limitó a tolerar atrocidades y a convertir la España republicana en un satélite de la URSS. Una de las primeras decisiones de Largo Caballero como primer ministro fue enviar 510 toneladas de oro del Banco de España a Moscú, el 72,6% de las reservas de ese banco. Agentes del gobierno de Largo se hicieron con el oro el 14 de septiembre de 1936, sólo diez días de la llegada de Largo Caballero a su cargo. Las cajas que contenían todo ese oro fueron cargadas en cuatro barcos soviéticos (el “Kine”, el “Kursk”, el “Neva” y el “Volgoles”) en el puerto de Cartagena entre el 22 y el 25 de octubre de 1936, y transportadas hasta el puerto soviético de Odessa, en el Mar Negro. Ese oro nunca volvió a España: fue el mayor robo de nuestra historia.
Un monumento a Largo Caballero en una de las principales zonas de chekas

Placa en honor de Francisco Largo Caballero en la Junta Municipal del Distrito de Chamberí (Fuente: Luis García / Wikimedia)
El segundo monumento a Largo Caballero es una placa situada en la fachada de la sede de la Junta Municipal del Distrito de Chamberí, situada en la Plaza de Chamberí número 4. La placa fue inaugurada el martes 31 de marzo de 1981 por el socialista Enrique Tierno Galván, entonces alcalde de Madrid. Durante la inauguración, el alcalde afirmó: “hoy es un día feliz porque todos los partidos se unen para reconocer la tutela excepcional de Francisco Largo Caballero”. Se refería al hecho de que el monumento fue aprobado con el apoyo de todos los partidos del pleno municipal (UCD, PSOE y el PCE).
El chekista homenajeado y sus víctimas olvidadas
Según El País, la colocación de dicha placa en ese edificio se hizo por ser la casa en la que nació el dirigente socialista. Cosas de la vida, ese distrito fue precisamente una de las zonas de mayor concentración de chekas de Madrid. De hecho, a pocas manzanas del lugar donde hoy se encuentra esa placa estaba la cheka socialista de Agapito García Atadell, un militante del PSOE y de la UGT que compartió prisión con Largo Caballero en los días posteriores al golpe de Estado de 1934. Desde allí dirigió a un grupo de matones denominado “Milicias Populares de Investigación”, que se dedicó a detener arbitrariamente, saquear, secuestrar -a menudo a cambio de rescates- y asesinar a cientos de personas en ese distrito. Ante la aproximación de las tropas nacionales a Madrid en noviembre de 1936, este criminal desertó junto a dos de sus secuaces, intentando huir en barco del país portando varias maletas cargadas con los resultados de sus saqueos. En la huida fue capturado por los nacionales en las Islas Canarias (tras ser delatado por varios republicanos), siendo ejecutado mediante el garrote vil en julio de 1937.
En una muestra de lo que la izquierda entiende por “memoria histórica”, hace unos meses la alcaldesa Manuel Carmena anunció la construcción de un memorial sobre fusilados del franquismo en el cementerio de la Almudena, incluyendo a 335 chekistas. Según anunció el diario Abc (ver página 4), uno de los chekistas homenajeados será García Atadell. Eso sí: sus víctimas no tendrán ningún homenaje por parte del gobierno municipal.
(Foto principal: FotoMadrid.com)

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