viernes, 23 de marzo de 2018

La madrugada del sábado 24 de marzo al domingo 25 deberemos adelantar nuestros relojes,

El próximo sábado el sol se pondrá a las siete y cinco. El domingo, después del cambio de hora, lo hará una hora más tarde. A partir de entonces la luz solar se irá prolongando hasta San Juan, cuando oscurecerá casi a las diez y media. La luminosidad invita a cenar más tarde y a alargar la jornada. Es en esta época del año cuando se hace todavía más evidente la diferencia de hábitos con los vecinos europeos. Sin embargo, el impulsor de la reforma horaria en Cataluña Fabián Mohedano asegura que “puede que estemos ante uno de los últimos cambios de hora”. El paso al horario de verano será la primera intervención a los relojes después de que el mes pasado el Parlamento Europeo instó a la Comisión Europea a valorar de forma exhaustiva si tiene sentido continuar cambiando la hora.
“El mundo es ahora muy diferente. Antes el ahorro energético era muy grande, pero actualmente en Cataluña supone entre unos 13 y 14 millones de euros al año”, cuenta Mohedano, impulsor de la iniciativa para la reforma horaria. El exdiputado de Junto pel Sí cuestiona si este ahorro compensa “los desajustes y el jet-lag que notan sobre todo los mayores y los más pequeños”. El cambio de hora, motivado en parte para mejorar la productividad de las grandes fábricas aprovechando la luz del día, tiene menos sentido hoy en día, cuando predomina el sector servicios, contexto en el que la luz solar es menos relevante que la artificial, según explica Mohedano.
Un estudio del Parlamento Europeo promovió que el pasado 8 de febrero se aprobara una resolución para revisar la ley de 2001 que obliga a todos los países miembros a avanzar y retroceder los relojes cada marzo y cada octubre. El documento cita informes que apuntan que los días posteriores al cambio de hora se registran más accidentes de tráfico. También hace referencia a estudios médicos que hacen referencia a alteraciones del ritmo circadiano, el ciclo de 24 horas de las personas marcado por la influencia de la luz, y los efectos de salud que conllevan. También menciona que el ahorro energético se reduce a entre un 0,5 y un 2,5% del consumo, dependiendo de la ubicación de cada Estado.
“Antes dormíamos una hora menos o bailábamos una hora más en la discoteca”. Así es como Mohedano espera hablar a sus nietos sobre los dos días anuales de alteración de las manijas del reloj. El futuro de la medida se decidirá en Europa y los escenarios posibles son tres: mantenerla, abolirla –como hicieron Rusia en 2014 y Armenia en 2012– o revisarla y permitir, por ejemplo, que algunos países decidan en su Parlamento abandonar una dualidad de horarios que en todo el mundo se sigue principalmente en el hemisferio norte. Este último punto podría reforzar el argumento de que el cambio de hora afecta de manera muy dispar a los 28, pero alteraría la voluntad de armonización introducida en 1970: el horario único.
“Pasar a la hora de Greenwich no sería suficiente”
La hora en la Europa comunitaria tiene ligeras diferencias marcadas por tres husos horarios. Otro tema de debate es que España abandonó el 1940 –como gesto hacia la Alemania nazi– la zona horaria que le pertenece por ubicación, la de Portugal y Reino Unido. “Pasar a la hora de Greenwich [GMT+0] no sería suficiente”, reflexiona Mohedano, que dice que conviene separar dos debates: el horario de verano y los hábitos de un país donde “se cena a las 22.00 y se puede estar a las 23.00 en la piscina”. “Francia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda están en el mismo huso y a las cinco de la tarde la gente está fuera del trabajo”, añade.
Concentrar la jornada laboral, impulsar el teletrabajo y avanzar el horario de las escuelas son algunas de las medidas propuestas por el Consejo Asesor para la Reforma Horaria de la Generalitat. Recuperar “las dos horas de desfase en relación con el resto del mundo” es uno de los objetivos principales marcados para 2025: dormir una hora más y salir una hora antes del trabajo. Esta conciliación de horarios es compartida por los partidos políticos catalanes, si bien la reforma está en riesgo por divergencias en el calendario de aplicación.
Mohedano, candidato no electo de ERC en el Parlamento catalán en las últimas elecciones, celebra que exista un proyecto en la nueva legislatura de creación de una oficina dependiente del Departamento de Presidencia para velar por un cambio de chip de la sociedad hacia unos horarios más europeos. “La política pública se consolidará”, asegura. Sin embargo, de momento, el reloj de la investidura del nuevo presidente de la Generalitat continúa congelado en el Parlament .
¿Y si no cambiamos la hora?
Cada vez que toca cambiar la hora surge el mismo debate: ¿es necesario? ¿Tanto ahorramos con este ajuste? En este caso, el cambio tiene una particularidad: si dejamos los relojes en paz durante la noche del 24 al 25 de marzo, nos pondríamos en hora con el meridiano de Greenwich. Se trata de una medida incluida en los programas electorales de los principales partidos políticos (incluidos PP, PSOE y Ciudadanos), además de una vieja reclamación de asociaciones y expertos, que consideran que es un primer paso para tener horarios más racionales. Seguir la hora de Portugal y Reino Unido, explican, ayudaría a que nuestros horarios fueran más acordes con la hora solar.
Necesitamos en torno a dos horas de oscuridad para conciliar bien el sueño y deberíamos despertarnos al amanecer, para no ir a trabajar a oscuras, explica Juan Antonio Madrid, catedrático en Fisiología y director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia. “El ser humano está adaptado para levantarse al alba”, recuerda. Con el próximo cambio de hora, esto resultará más difícil, ya que anochecerá y amanecerá más tarde.
Además, este cambio “provoca unos desajustes hasta que nos acostumbramos, que pueden durar desde unos días hasta dos semanas”. Sobre todo en marzo, ya que “nos tendremos que levantar antes respecto a nuestro tiempo interno”. Al ponerse el sol más tarde, también nos costará más dormir.
La alternativa que propone Madrid es no tocar los relojes y quedarnos todo el año con el horario de invierno. Con esto no solo evitaríamos los dos cambios de hora, sino “lo que va a ocurrir: que volveremos a levantarnos de noche a las siete y media de la mañana a pesar de que ahora disfrutamos de la luz del alba”. Además, ya tenemos cada vez más luz por la tarde: si no hiciéramos el cambio de hora, el sol se pondría sobre las ocho y media en julio.
La promesa de la conciliación
Volver a la hora del meridiano de Greenwich, “que pasa por Zaragoza”, podría ser “una palanca para facilitar y para favorecer” la conciliación, explica José Luis Casero, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE). No sería la única medida a tomar, pero “sí puede servir para atacar otras cuestiones de fondo, como la racionalización de los horarios”.
Casero explica que hay estudios que muestran que cambiar la hora conlleva problemas de salud, “incluyendo un incremento de los accidentes de tráfico hasta dos semanas después”, ya que cogemos el coche con más sueño y a oscuras. Y eso, apunta, sin que los beneficios económicos estén claros.
Casero recuerda que no es posible renunciar al cambio de hora sin contar el resto de la Unión Europea, ya que hay una directiva comunitaria al respecto, pero sí se “podría derogar la ley de Franco de 1940”. España cambió su hora a la de Europa Central durante la Segunda Guerra Mundial, una medida que también tomaron otros países como el Reino Unido. Pero España, igual que Francia y al contrario que Inglaterra, mantuvo el horario de Berlín en 1945.
En diciembre de 2016, Fátima Báñez, ministra de Empleo, propuso un pacto para facilitar que la jornada laboral terminara a las seis de la tarde, propuesta que incluía estudiar el cambio de huso horario. El presidente de ARHOE explica que no se ha tomado ninguna decisión desde entonces. “La conciliación no algo negociable -afirma-, sino un derecho fundamental”.
A favor del cambio de hora
No todo el mundo está en contra de adelantar los relojes. José María Martín Olalla, profesor de Física en la Universidad de Sevilla, recuerda que cambiar la hora sirve para adaptar nuestra actividad a las horas a las que amanece y anochece, que varían a lo largo del año.
Martín Olalla sostiene que nuestros horarios son racionales, a pesar de las críticas, ya que seguimos la hora solar con independencia de lo que digan los relojes. Es decir, “comer a las 14:30, hora de Berlín en Madrid, no es comer tarde: es comer a la vez que los londinenses, que comen a las 13:30”. En comparación con el resto de Europa, afirma, “ni comemos tarde, ni vemos la televisión tarde, ni nos acostamos tarde, ni dormimos poco”. En su opinión, cambiar de huso horario no ayudará a arreglar los problemas reales de conciliación. Sería como pretender “arreglar los problemas de tráfico moviendo la referencia kilométrica de la Puerta del Sol a la Puerta de Alcalá”.
Pero si no hay diferencia, ¿por qué no ajustar el reloj a los horarios? ¿No tendría sentido que el reloj marcara las 13:30 cuando comemos? “Es una ganancia puramente estética”, opina, y podría ser un problema si tenemos en cuenta que se trata de los únicos horarios que hemos conocido la mayoría de los españoles. También supondría estar descoordinados con países de nuestro entorno, como Francia e Italia.
Madrid, de la Universidad de Murcia, afirma que no da igual lo que marquen los relojes: “Los horarios oficiales influyen en los hábitos”. Por ejemplo, en verano es más difícil dormir las horas necesarias porque no contamos con suficiente tiempo de oscuridad antes de conciliar el sueño.
Siempre va a haber algún problema, explica, pero las ventajas de prescindir del cambio de hora superan a los inconvenientes. Más luz por la tarde puede ser positivo para el ocio, pero más luz por la mañana “beneficiaría a buena parte de los trabajadores y a los estudiantes”.
Una hora menos en Canarias, probablemente

“Canarias está en otro meridiano, así que debería mantener la diferencia horaria con España”, explica Juan Antonio Madrid, director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia. Es decir, si España volviera a seguir la hora de Greenwich, Canarias debería retrasar otra hora sus relojes. O no tocarlos, si lo que se decide es no hacer el cambio de marzo.
Esto no es lo más importante para Guadalupe González Taño, Secretaria Nacional de Organización de Coalición Canaria, partido que gobierna en la comunidad. González Taño no quiere que este asunto que provoque división: “Si se hace un cambio de huso horario, tiene que ser con un amplio consenso y con un objetivo claro”. Apunta que este cambio por sí solo no va a traer la conciliación y harán falta más medidas: “Aquí el prime time comienza a las 9 y conciliamos igual de mal”. Eso sí, lo de “una hora menos en Canarias” da visibilidad a las islas: “Obliga a que se nos nombre y eso ayuda”.

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