Federico Mayor Zaragoza es un hombre inteligente por su vasta formación, hábil por la multitud de cargos públicos que ha ostentado (desde la dictadura hasta la democracia), y cordial en el trato por el extenso mundo viajado. En su presentación como presidente de la comisión que dirá lo que el cogobierno quiere que diga se le vio relajado, conocedor de sus posibilidades y, sobre todo, estuvo mucho menos tenso que la alcaldesa, Isabel Ambrosio, porque es sabedor que él se juega muchísimo menos que ella en esta cuestión.
Mayor Zaragoza ha sido llamado para encabezar una maniobra que nace viciada. Para darle mayor ampulosidad se repitió hasta la saciedad que la comisión asesorará al Ayuntamiento, algo que chirría a los oídos porque, según el artículo 136 del Reglamento Orgánico de la Corporación es el Pleno el que tiene que aprobar su creación, y añade que la Alcaldía también puede crear comisiones (como es este caso), pero, claro, el asesoramiento es sólo para Ambrosio y no para el resto de la institución. Cada cosa en su sitio.
Hasta ahora, cuando se constituía una comisión, todo el mundo estaba expectante por conocer sus conclusiones. En este caso no es así, ya que la han creado para hacer un traje a medida, una escenificación, una pérdida de tiempo, una satisfacción a la carta, en definitiva, para IU y Ganemos, que están obsesionados patológicamente con la Iglesia católica y con todo lo que huela a incienso. El trabajo de los comisionados será, por tanto, la puesta en escena de un guión que finaliza como todos sabemos desde hace tiempo que va a terminar. El motivo para poner en pie esta comisión es para dar “nuevos argumentos” al Ayuntamiento, lo que supone una ofensa en toda regla a todos los que se han desgañitado hasta el momento clamando por la supuesta titularidad pública. Sin resultado, por cierto.
Como se ve, todo son trampas, como la tendida a todos los que hasta ahora, en los últimos e interminables años en los que este debate se ha mantenido de modo artificial, han aportado argumentos en un sentido y en otro. Desde el viernes al mediodía están desautorizados y lo que tiene valor es lo que digan en esta comisión que la alcaldesa se ha sacado de la manga. Todo se tira por la borda, pero lo que se ha tirado con lastre para que vaya más rápido hasta el fondo son aquellos argumentos que, con la ley en la mano, defienden una propiedad que no agrada a Isabel Ambrosio, ni a los que le apoyan con sus votos, ni a los que repiten como autómatas el mantra de la “titularidad pública” cuyo significado no saben ni siquiera esbozar.
Por cierto, cómo se va a defender la legitimidad de una comisión nacida en el seno de una institución democrática que no tiene en cuenta a una parte de la población, que es la de quienes argumentan con todo derecho que la propiedad corresponde a la Iglesia católica. Este punto, además de ser una de las trampas más evidentes es a la vez uno de los puntos más débiles para defender en un futuro unas conclusiones que cualquiera puede aventurar desde ya.
Pero la trampa más sibilina de todas es la que tendió Mayor Zaragoza en la rueda de prensa con una sonrisa cautivadora. Cuando matizó la pregunta de un periodista para señalar que no es lo mismo propiedad que titularidad abrió la puerta que nos muestra con más claridad aún cuál va a ser la argumentación sobre la que van a construir su trabajo. Dijo que lo que van a reclamar es la titularidad y que la propiedad es otra cosa distinta. Esto quiere decir que por la vía de la seducción, primero, y de la presión social, después, van a forzar a sus legítimos propietarios a que renuncien a la titularidad, que pasará a ser pública, y que se les respetará la propiedad. Si esto se produce, que no es lo deseable, se activará una segunda fase que será la de poner en duda la propiedad para que ésta pase a sus manos como la fruta madura cuando cae del árbol. Lo de la posesión pública, pacífica e ininterrumpida lo dejamos para otro día. Qué manía tienen las leyes de ir contra nuestros voluntos.
Es el propio Derecho Civil el que contradice a Mayor Zaragoza al no ver diferencias tan claras entre titularidad y propiedad, como tampoco las ve el mismo Papa Francisco, al que él intenta poner de su parte cuando por la vía de los hechos respalda plenamente las acciones que tanto desde el Cabildo como desde el Obispado se llevan a cabo en esta cuestión, siendo consciente el Pontífice de los riesgos que se correrían si se accede a quienes pretenden que la Mezquita-Catedral tenga una gestión tan ejemplar como la de la Alhambra. Caso aparte sería lo del culto compartido, algo que rechaza la práctica totalidad de las comunidades musulmanas asentadas en nuestra provincia, salvo la más mediática de todas, que no es la más numerosa ni la más representativa.
Federico Mayor Zaragoza es un hombre inteligente, hábil y cordial, y es una pena que acceda a la llamada de la alcaldesa simplemente para complacer a los cuatro concejales de IU y a los cuatro de Ganemos, porque ella conoce perfectamente que no hay nada que hacer, que así se lo dijo el informe que anunció a bombo y platillo cuando era delegada de la Junta, y que hoy duerme en un cajón, así como los que se han redactado en el Ayuntamiento y lo que ya se ha dicho reiteradamente desde el Gobierno central y desde los tribunales de Justicia. Qué duro es mantener un gobierno en minoría.
Hasta ahora, cuando se constituía una comisión, todo el mundo estaba expectante por conocer sus conclusiones. En este caso no es así, ya que la han creado para hacer un traje a medida, una escenificación, una pérdida de tiempo, una satisfacción a la carta, en definitiva, para IU y Ganemos, que están obsesionados patológicamente con la Iglesia católica y con todo lo que huela a incienso. El trabajo de los comisionados será, por tanto, la puesta en escena de un guión que finaliza como todos sabemos desde hace tiempo que va a terminar. El motivo para poner en pie esta comisión es para dar “nuevos argumentos” al Ayuntamiento, lo que supone una ofensa en toda regla a todos los que se han desgañitado hasta el momento clamando por la supuesta titularidad pública. Sin resultado, por cierto.
Como se ve, todo son trampas, como la tendida a todos los que hasta ahora, en los últimos e interminables años en los que este debate se ha mantenido de modo artificial, han aportado argumentos en un sentido y en otro. Desde el viernes al mediodía están desautorizados y lo que tiene valor es lo que digan en esta comisión que la alcaldesa se ha sacado de la manga. Todo se tira por la borda, pero lo que se ha tirado con lastre para que vaya más rápido hasta el fondo son aquellos argumentos que, con la ley en la mano, defienden una propiedad que no agrada a Isabel Ambrosio, ni a los que le apoyan con sus votos, ni a los que repiten como autómatas el mantra de la “titularidad pública” cuyo significado no saben ni siquiera esbozar.
Por cierto, cómo se va a defender la legitimidad de una comisión nacida en el seno de una institución democrática que no tiene en cuenta a una parte de la población, que es la de quienes argumentan con todo derecho que la propiedad corresponde a la Iglesia católica. Este punto, además de ser una de las trampas más evidentes es a la vez uno de los puntos más débiles para defender en un futuro unas conclusiones que cualquiera puede aventurar desde ya.
Pero la trampa más sibilina de todas es la que tendió Mayor Zaragoza en la rueda de prensa con una sonrisa cautivadora. Cuando matizó la pregunta de un periodista para señalar que no es lo mismo propiedad que titularidad abrió la puerta que nos muestra con más claridad aún cuál va a ser la argumentación sobre la que van a construir su trabajo. Dijo que lo que van a reclamar es la titularidad y que la propiedad es otra cosa distinta. Esto quiere decir que por la vía de la seducción, primero, y de la presión social, después, van a forzar a sus legítimos propietarios a que renuncien a la titularidad, que pasará a ser pública, y que se les respetará la propiedad. Si esto se produce, que no es lo deseable, se activará una segunda fase que será la de poner en duda la propiedad para que ésta pase a sus manos como la fruta madura cuando cae del árbol. Lo de la posesión pública, pacífica e ininterrumpida lo dejamos para otro día. Qué manía tienen las leyes de ir contra nuestros voluntos.
Es el propio Derecho Civil el que contradice a Mayor Zaragoza al no ver diferencias tan claras entre titularidad y propiedad, como tampoco las ve el mismo Papa Francisco, al que él intenta poner de su parte cuando por la vía de los hechos respalda plenamente las acciones que tanto desde el Cabildo como desde el Obispado se llevan a cabo en esta cuestión, siendo consciente el Pontífice de los riesgos que se correrían si se accede a quienes pretenden que la Mezquita-Catedral tenga una gestión tan ejemplar como la de la Alhambra. Caso aparte sería lo del culto compartido, algo que rechaza la práctica totalidad de las comunidades musulmanas asentadas en nuestra provincia, salvo la más mediática de todas, que no es la más numerosa ni la más representativa.
Federico Mayor Zaragoza es un hombre inteligente, hábil y cordial, y es una pena que acceda a la llamada de la alcaldesa simplemente para complacer a los cuatro concejales de IU y a los cuatro de Ganemos, porque ella conoce perfectamente que no hay nada que hacer, que así se lo dijo el informe que anunció a bombo y platillo cuando era delegada de la Junta, y que hoy duerme en un cajón, así como los que se han redactado en el Ayuntamiento y lo que ya se ha dicho reiteradamente desde el Gobierno central y desde los tribunales de Justicia. Qué duro es mantener un gobierno en minoría.
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