martes, 10 de enero de 2017

Yak-42: ojalá honrasen a nuestros soldados tanto como los honró aquella anciana turca

El bonito gesto de Fatma Karahan frente a la ruin actitud de ciertos políticos

Yak-42: ojalá honrasen a nuestros soldados tanto como los honró aquella anciana turca

Mie 4·1·2017 · 7:05 10
“Si así lo hacéis la Patria os lo agradecerá y premiará, y si no, mereceréis su desprecio y su castigo, como indignos hijos de ella.” Estas palabras las conocen muy bien los soldados españoles.
Yakolev-42: los sentimientos / Teniente General (R) Emilio Pérez Alamán
Esto es lo que viven las familias de los militares cada vez que salen de misión
El deber de la Patria hacia quienes dan su vida por ella
Con esas palabras, el jefe de la unidad responde a los soldados que, en solemne ceremonia, juran por Dios o por su honor y prometen a España obedecer y respetar al Rey y a sus Jefes, no abandonarles nunca y derramar, si es preciso, en defensa de la soberanía e independencia de la Patria, de su unidad e integridad territorial y del ordenamiento constitucional, hasta la última gota de su sangre. Ser militar es un oficio muy especial, porque en muy pocos te exigen arriesgar tu vida. Multitud de soldados españoles han hecho ese juramento. Muchos le han dado cumplimiento, y no han sido pocos los que han hecho realidad su compromiso a costa de sus vidas. Lo mínimo que la Patria les debe a quienes han caído por ella es esa gratitud que les prometió, y puesto que una vez muertos no hay premio material que valga, sí se lo debe a sus familias, que son las que tienen que vivir día a día la ausencia del caído, un dolor que sólo ellas conocen y que la mayoría ignora.
Lo ocurrido con los 62 militares fallecidos en el accidente del Yak-42
El 26 de mayo de 2003 62 miembros del Ejército de Tierra, del Ejército del Aire y de la Guardia Civil murieron en un avión ucraniano Yak-42 que se estrelló en Turquía. Volaban de vuelta a Zaragoza tras cumplir su misión en Afganistán. En 2015 el Teniente General (R) Emilio Pérez Alamán, antiguo jefe de la División Mecanizada “Brunete” (a la que pertenecían 20 de los fallecidos, todos ellos zapadores procedentes de Burgos), escribió un artículo relatando su experiencia sobre lo ocurrido: desde la falta de sensibilidad y de respeto de nuestros políticos hacia las familias, hasta las prisas y las chapuzas en la identificación de los cadáveres, unas chapuzas que han motivado las únicas condenas judiciales dictadas por la vía penal sobre este caso contra tres militares, que no llegaron a ingresar en prisión. Les condenaron por falsear las identidades de 30 de los fallecidos, durante el precipitado proceso de identificación llevado a cabo tras el accidente. A uno de los condenados, el general Vicente Navarro, lo envió el entonces Ministro de Defensa, Federico Trillo, a Turquía para esa identificación a pesar de no ser forense. La falsa identificación se hizo con una rapidez insólita: 48 horas, cuando para el accidente de Germanwings en los Alpes en marzo de 2015 los forenses dieron un plazo de dos a cuatro meses. Fue “un engaño a las familias y la absoluta falta de respeto a los soldados que habían entregado sus vidas por España”, según denunció años después el Teniente General Pérez Alamán en el citado artículo.
El Consejo de Estado señala la responsabilidad del Ministerio de Defensa
Durante años los familiares de las víctimas tuvieron que lidiar en los juzgados por obtener una indemnización de las empresas implicadas en el vuelo, mientras el Estado se lavaba las manos. A los siete años esas empresas fueron condenadas a pagar más de 6 millones de euros a las familias. La principal implicada, la alemana Chapman Freeborn, tardó 4 años en ingresar los 5,6 millones que debía a las familias. Eso ocurrió en octubre de 2014. En mayo de 2013, un juez militar reabrió la investigación sobre la responsabilidad del Estado en el caso Yak-42. Pasados más de tres años y medio, esa causa sigue abierta. Es en este proceso en el que hay que enmarcar una noticia muy importante que se conoció ayer: en un dictamen adoptado por unanimidad, el Consejo de Estado ha reconocido oficialmente por vez primera la responsabilidad del Ministerio de Defensa en el accidente. El informe, según el diario El País, ya está en manos de María Dolores de Cospedal, Ministra de Defensa. En él se reconoce la responsabilidad patrimonial del Estado en la catástrofe, pues señala que el Ministerio de Defensa tuvo indicios del riesgo que suponían estos vuelos -algo que ya se sabía desde hace años, pues hubo diversas quejas de militares antes del accidente y Trillo las conocía-, pero no actuó en consecuencia.

Monumento a los militares españoles fallecidos en el accidente, en la Base Militar “Cid Campeador” de Burgos (Foto: El Correo de Burgos)
Rajoy aborda la cuestión como si esto ya no le importase a nadie
A pesar de ello, y con una actitud que recuerda al pésimo trato recibido por las familias tras el accidente, ayer Mariano Rajoy dijo desconocer la existencia de ese dictamen, y añadió que “eso ya está sustanciado judicialmente” y que “ocurrió hace muchísimos años”. Me pasma que el Presidente de Gobierno no haya sido informado por la Ministra de Defensa de un dictamen tan trascendente como el citado, procedente nada menos que del Consejo de Estado. Me pasma que el Presidente del ejecutivo, ante un dictamen unánime del supremo órgano consultivo del Gobierno, pretenda zanjarlo todo remitiéndose a los juzgados, que parece ser el destino de toda patata caliente que le aparece a Rajoy, desde un intento de secesión por parte de un gobierno autonómico hasta el deber moral que tiene el Estado hacia los familiares de los militares fallecidos en un accidente al regreso de su misión. Pero lo que ya no me pasma, sino que me indigna, es que un asunto que aún tiene una vía judicial abierta -justamente la relativa a la responsabilidad patrimonial del Estado- sea enterrado por el Presidente del Gobierno bajo la expresión “muchísimos años”, como si hablásemos de la Guerra de Cuba, como si ya no viviesen las familias de aquellos militares y como si este tema ya no le importase a nadie.
¿Patriotismo es olvidar a los caídos y premiar a un político negligente?
Recuerdo que en julio de 2014 Rajoy llamaba a un “patriotismo sereno, cívico y orgulloso”. No sé qué entiende por serenidad, ni por civismo ni por orgullo, ni me importa, pero no entiendo qué clase de patriota es el que elude así su deber ante las familias de unos militares caídos en acto de servicio. Peor aún, porque además de hacer eso, en 2012 su Gobierno nombró a Federico Trillo -el máximo responsable político de Defensa en el momento de aquel accidente- Embajador de España en Londres, un cargo que es un regalo de lujo para cualquier miembro del cuerpo diplomático español, un cuerpo al que Trillo ni siquiera pertenecía antes de dicho nombramiento. Ya es el colmo que las familias de las víctimas de aquel accidente tengan que tragarse un desprecio del que, sin embargo, sí ha premiado a un responsable político cuya misión era, en 2003, disponer los medios necesarios para que aquellos soldados españoles fuesen devueltos a España sanos y salvos.

Fatma y su marido Abdülkadir, propietarios del terreno en el que se estrelló el avión (Foto: El Mundo)
El precioso gesto de la anciana Fatma hacia las familias de los caídos
No quiero terminar estas líneas sin citar el nombre de una anciana turca de 82 años, Fatma Karahan, fallecida en enero de 2013. Fatma era la propietaria de las tierras del Monte Pilav de Trabzon (Turquía) en las que cayó aquel Yak-42. A su finca acudían año tras año los familiares de los militares fallecidos en aquel accidente. Tanto Fatma como su marido Abdülkadir Karahan visitaban a menudo el lugar para poner flores en homenaje a los fallecidos, aunque eso implicaba para los dos octogenarios recorrer una distancia de cinco kilómetros. Primero Fatma donó parte del terreno para construir un monumento, y más tarde se lo dejó en herencia a las familias de los militares fallecidos. Antes de morir, Fatma afirmó: “Lloro con ellos en este suelo. El avión que transportaba a los ángeles cayó a mi corazón. No voy a vender algo de mi propiedad, que desde hace más de diez años no puedo olvidar, que su sangre recorre esa tierra. Esa fue su tumba. Mi único deseo es que cualquiera pueda volver a esta tierra, gracias a sus familias”. Ojalá nuestros políticos honrasen con tanta sinceridad a nuestros soldados como los honró aquella anciana turca. ¿Tanto les costará pedir perdón y reconocer lo que se hizo mal? ¿Cómo nos explican que dediquen a mil cosas difícilmente justificables el dinero que con tanto escándalo les regatean a las familias de unos héroes españoles? ¿Unos minutos de sonrojo por pedir perdón ante unas cámaras es demasiado esperar de ellos, cuando de lo que hablamos es de dar el trato merecido a unos soldados que lo dieron todo por España, y a las familias que les perdieron en aquel accidente?

(Foto principal: EFE. Abdülkadir Karahan junto al monumento a los militares españoles fallecidos en el accidente del Yak-42, erigido en el propio lugar de la catástrofe, el Monte Pilav, en Turquía)

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