martes, 6 de diciembre de 2016

Un 28% quiere menos autonomía regional o ninguna: ¿quién les da voz en las Cortes?

Los partidos hacen más caso a la minoría que pide más autonomía regional

Un 28% quiere menos autonomía regional o ninguna: ¿quién les da voz en las Cortes?

   
Este martes España celebra el día de su Constitución, y un año más los principales partidos siguen intentando convencernos de su necesidad de reformarla, como si eso preocupase a los españoles.
La Constitución Española nunca debería reformarse para premiar la deslealtad
Celebrando el cumpleaños de una Constitución que no se cumple
¿Para qué reformar la Constitución si no la cumplen?
Por supuesto, lo que no dicen es que si quieren reformarla es para ajustarla a sus sistemáticos incumplimientos, y no para resolverlos. Si hay millones de españoles que son víctimas de las imposiciones lingüísticas en varias comunidades; si el separatismo se lanza a reventar la unidad de España sin encontrar una respuesta firme por parte del gobierno que tiene el deber de defenderla; si se quebrantan la libertad de expresión y la libertad de educación para imponernos la ideología de género; si incluso se viola el derecho a la vida al liquidar -al amparo de una ley injusta- a los miembros más débiles e indefensos de nuestra especie… Entonces lo que hay que hacer, según los grandes partidos, no es mejorar la Constitución para frenar de una vez todos esos abusos, sino buscar un encaje legal para ellos. Se trata de blindar legalmente a todos aquellos que quieren poner las leyes a su servicio, aunque eso implique que España lleve las de perder como Nación y los españoles veamos aún más recortadas nuestras libertades fundamentales.
Reformar el modelo territorial en contra del sentir mayoritario
Lo más grave es que este afán por abrir la reforma constitucional, aunque eso no figure entre las principales inquietudes de los ciudadanos, se hará -si no hacemos nada por evitarlo- en contra del sentir mayoritario de los españoles. Podemos ver un ejemplo de ello en el último barómetro del CIS relativo al mes de noviembre, publicado este lunes. Al final de la página 13 figura una pregunta sobre el actual modelo autonómico: la mayoría (un 37,3%) es partidaria de dejarlo como está, un 18,5% prefiere un gobierno central sin autonomías, un 13,5% quiere más autonomía regional, un 9,7% quiere menos autonomía y un 9,4% pretende, sin más, que España se pueda romper en mil pedazos. Estos datos demuestran un hecho muy significativo: ese 28,2% de españoles que quieren menos autonomía o ninguna no tienen ningún partido que les represente en las Cortes. Son más de la cuarta parte de la población pero su opinión no cuenta en el Congreso ni en el Senado.
Quieren buscar encaje para los desleales a España
¿A quién creéis que harán caso los partidos? ¿A la mayoría que pide dejar la cosa como está, a los que piden menos autonomía, o a la minoría que pide más? Lo que hemos visto en las últimas décadas ha sido un permanente empeño en complacer a los nacionalistas, un empeño disfrazado con términos como “buscar encaje a Cataluña”, a pesar de que los catalanes votaron masivamente a favor de la Constitución en 1978, sabiendo perfectamente que su texto incluía el actual modelo autonómico que tan insatisfechos deja a los separatistas. Para apaciguarles los gobiernos centrales de UCD, PSOE y PP han hecho todo tipo de concesiones, que casi siempre han consistido en más poder para los reyezuelos de taifas y menos amparo para los derechos individuales de los españoles. ¿Y qué hemos recibido a cambio? Pues deslealtad, desafíos y traición a España. Ofrecer una reforma constitucional a los desleales, a quienes jamás se sienten saisfechos por mucho que les ofrezcas, a quienes se han instalado en el victimismo permanente y en el pisoteo constante a los derechos constitucionales, es lanzar un mensaje tácito a los ciudadanos: que este régimen funciona a base de chantajes y si quieres obtener algo ha de ser por esa vía. Un mensaje que está minando la confianza de muchos españoles en la democracia, al identificarla con unos manejos políticos que dejan a un lado el Bien común y el respeto por nuestras libertades. Que no se extrañen después del auge del populismo, pues son ellos quienes lo están provocando.

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