lunes, 5 de diciembre de 2016

¿No prometió Rajoy hace cinco años que iba suprimir los macropuentes en España?












No es cuestión de eliminar festivos, sino de ordenar el calendario con lógica para que el merecido descanso no tenga por qué dañar la competitividad de las empresas



Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España y líder del PP.
 
 
SON muchos los españoles que dispondrán de más jornadas de asueto que de trabajo durante esta semana gracias a la coincidencia de dos festivos, el día de la Constitución y el de la Inmaculada; pero, más allá del habitual período de descanso y divertimento que conlleva esta especie de minivacaciones, los puentes, especialmente si es uno tan largo como el presente, también implican una factura que, aunque sea menos visible para la mayoría, perjudica al conjunto del país y a los propios trabajadores que los disfrutan.
En concreto, este macropuente costará más de 2.000 millones de euros a la economía nacional.
La paralización que sufren buena parte de la actividad empresarial y la práctica totalidad de la Administración Pública genera unas pérdidas y un alto coste de oportunidad que, en líneas generales, supera las ganancias que registran los sectores más beneficiados, como es el caso del turismo o la hostelería.
Un gran número de pymes, que representan más del 90 por ciento del tejido empresarial, y autónomos que no están relacionados con el mercado turístico y de ocio se ven obligados a cerrar o, como mínimo, ven disminuida su facturación durante los laborables que se intercalan entre festivo y festivo.
Además, los puentes dificultan la optimización de los recursos humanos y productivos por parte de las empresas y fomentan el absentismo fraudulento entre los trabajadores, perjudicando con ello a la competitividad.
La industria era la principal damnificada, ya que tenía que parar su maquinaria, pero ahora se ha adaptado para mantener su producción durante todo el año, lo que permite rebajar el coste total estimado de los puentes. Sin embargo, este no solo sigue siendo alto, sino innecesario, ya que se trata de un problema de fácil solución.
De hecho, el PP se comprometió a racionalizar el calendario laboral cuando llegó al Gobierno a finales de 2011, trasladando algunos festivos por desgracia, no se ha hecho Y ello a pesar de que patronal y sindicatos alcanzaron un acuerdo sobre esta materia.
Además, dicho traslado evitaría la pérdida de días laborables sin menoscabo del sector turístico, puesto que no todos los que trabajan de lunes a viernes se pueden coger un puente, pero sí un fin de semana largo.
No es cuestión de eliminar festivos, sino de ordenar el calendario con cierta lógica y un mínimo de sentido común para que el merecido descanso de los trabajadores no tenga por qué dañar la imprescindible competitividad de las empresas. Ambos factores son necesarios y perfectamente compatibles.nada al respecto.
 
 
 
 

 

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