Grecia no puede pagar sus deudas. Nunca podrá. Tampoco podrán los otros miembros de la Unión Europea. Esa es la razón por la que la élite de Europa aborrece que Grecia entre en default (cesación de pagos). Si a Grecia se le perdonan sus deudas, ¿Por qué cualquier otro deudor de la Unión Europea tendría que pagar? Las consecuencias financieras de una cesación de pagos masiva por parte de la mayoría de los miembros de la U.E. son difíciles de predecir, pero algo es seguro: no será bonito. Europa construyó un castillo de naipes financiero que caerá ante la menor pérdida de confianza.
La tragedia de Europa tiene al socialismo en su núcleo. Europa ha coqueteado con el socialismo desde finales del siglo XIX. El socialismo fundado por Bismarck en dicho siglo ocasionó dos guerras mundiales en el siglo XX. La versión fundada por Lenin a principios del siglo XX masacró y esclavizó a cientos de millones antes de colapsar, misericordiosamente sin provocar otra guerra mundial como su primo Bismarckiano. Pero, tercamente, en medio de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, los socialistas de Europa se embarcaron en otro nuevo sueño socialista. Si el socialismo falló en un sólo país, quizás si tenga éxito si toda Europa se une en una sola organización supranacional. Oh, por supuesto, no llamaron “socialismo” a lo que evolucionó de este sueño, pero es socialismo no obstante.
El socialismo no funcionará, sea en un solo país, sea en una región multi-estados tal como es la actual Europa o en el entero universo. Ludwig von Mises explicó claramente que el socialismo NO ES UN SISTEMA ECONOMICO ALTERNO. Es un programa para el consumo. No dice nada sobre la producción económica. Como la producción de todo ser humano debe ser re-distribuido entre toda la humanidad, no hay incentivo económico alguno para producir algo, aunque si puede haber incentivos negativos en la forma de coerción y amenazas de violencia. A la inversa, el capitalismo de libre mercado si es un sistema económico de producción, por consiguiente cada ser humano se hace dueño y señor del producto de su esfuerzo y, por lo tanto, tiene grandes incentivos económicos para producir tanto para sí, como para su familia y producir suficiente excedente para intercambiarlo por el excedente producido por otros. Aún bajo amenaza de muerte, ni el trabajador socialista ni sus supervisores sabrían qué producir, cómo producirlo o en qué cantidades y calidades. Estas vitales señales económicas son producto del capitalismo de libre mercado y su sistema de precios monetarios.
Bajo el capitalismo de libre mercado, el humano se especializa para producir bienes de consumo para la producción y consumo de otros. Esto es solo una paráfrasis de la Ley de Say: que la producción siempre precede al consumo y que la producción misma crea su propia demanda. Por ejemplo, un granjero puede producir algo de maíz para que él y su familia consuma y alimente a su propio ganado, pero el vende la mayor parte de su maíz en el mercado a cambio de dinero con el cual comprar todas de las muchas otras necesidades y lujos de la vida. Su cosecha de maíz ES su demanda y el dinero es simplemente un medio indirecto de intercambio.
Keynes intentó negar la Ley de Say, clamando falsamente que la demanda misma, creada de forma artificial por medio de la impresión dispendiosa de dinero hecha por un Banco Central, espolearía la producción. Hasta hoy, Keynes sigue siendo una figura muy popular entre los políticos inclinados a gastarlo todo, a quienes él les confirió como imperativo moral gastarse el dinero que no tienen.
En la Grecia de hoy, atestiguamos el resultado final de 150 años de socialismo Europeo desplegándose con gran estilo. Los países productores comienzan a darse cuenta que han sido robados por la garantía de la Unión Europea de que nunca se permitirá a ninguna nación entrar en cesación de pagos con sus bonos de la deuda. Grecia se limitó a aceptar esta garantía de forma descarada y gastó y gastó hasta llegar a la bancarrota. Otras naciones miembros de la U.E. no se quedarán atrás.
Ya es hora que se le dé una oportunidad al capitalismo de libre mercado y al dinero sano: ya sabemos que cada vez que se intentó, funcionó.
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Patrick Barron es consultor bancario. Enseña economía austríaca en la Universidad de Iowa y Simulación de Gerencia Bancaria en la Escuela de Posgrado de Banca de la Universidad de Wisconsin. Puede visitar su blog en http://www.patrickbarron.blogspot.com/
La tragedia de Europa tiene al socialismo en su núcleo. Europa ha coqueteado con el socialismo desde finales del siglo XIX. El socialismo fundado por Bismarck en dicho siglo ocasionó dos guerras mundiales en el siglo XX. La versión fundada por Lenin a principios del siglo XX masacró y esclavizó a cientos de millones antes de colapsar, misericordiosamente sin provocar otra guerra mundial como su primo Bismarckiano. Pero, tercamente, en medio de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, los socialistas de Europa se embarcaron en otro nuevo sueño socialista. Si el socialismo falló en un sólo país, quizás si tenga éxito si toda Europa se une en una sola organización supranacional. Oh, por supuesto, no llamaron “socialismo” a lo que evolucionó de este sueño, pero es socialismo no obstante.
El socialismo no funcionará, sea en un solo país, sea en una región multi-estados tal como es la actual Europa o en el entero universo. Ludwig von Mises explicó claramente que el socialismo NO ES UN SISTEMA ECONOMICO ALTERNO. Es un programa para el consumo. No dice nada sobre la producción económica. Como la producción de todo ser humano debe ser re-distribuido entre toda la humanidad, no hay incentivo económico alguno para producir algo, aunque si puede haber incentivos negativos en la forma de coerción y amenazas de violencia. A la inversa, el capitalismo de libre mercado si es un sistema económico de producción, por consiguiente cada ser humano se hace dueño y señor del producto de su esfuerzo y, por lo tanto, tiene grandes incentivos económicos para producir tanto para sí, como para su familia y producir suficiente excedente para intercambiarlo por el excedente producido por otros. Aún bajo amenaza de muerte, ni el trabajador socialista ni sus supervisores sabrían qué producir, cómo producirlo o en qué cantidades y calidades. Estas vitales señales económicas son producto del capitalismo de libre mercado y su sistema de precios monetarios.
Bajo el capitalismo de libre mercado, el humano se especializa para producir bienes de consumo para la producción y consumo de otros. Esto es solo una paráfrasis de la Ley de Say: que la producción siempre precede al consumo y que la producción misma crea su propia demanda. Por ejemplo, un granjero puede producir algo de maíz para que él y su familia consuma y alimente a su propio ganado, pero el vende la mayor parte de su maíz en el mercado a cambio de dinero con el cual comprar todas de las muchas otras necesidades y lujos de la vida. Su cosecha de maíz ES su demanda y el dinero es simplemente un medio indirecto de intercambio.
Keynes intentó negar la Ley de Say, clamando falsamente que la demanda misma, creada de forma artificial por medio de la impresión dispendiosa de dinero hecha por un Banco Central, espolearía la producción. Hasta hoy, Keynes sigue siendo una figura muy popular entre los políticos inclinados a gastarlo todo, a quienes él les confirió como imperativo moral gastarse el dinero que no tienen.
En la Grecia de hoy, atestiguamos el resultado final de 150 años de socialismo Europeo desplegándose con gran estilo. Los países productores comienzan a darse cuenta que han sido robados por la garantía de la Unión Europea de que nunca se permitirá a ninguna nación entrar en cesación de pagos con sus bonos de la deuda. Grecia se limitó a aceptar esta garantía de forma descarada y gastó y gastó hasta llegar a la bancarrota. Otras naciones miembros de la U.E. no se quedarán atrás.
Ya es hora que se le dé una oportunidad al capitalismo de libre mercado y al dinero sano: ya sabemos que cada vez que se intentó, funcionó.
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Patrick Barron es consultor bancario. Enseña economía austríaca en la Universidad de Iowa y Simulación de Gerencia Bancaria en la Escuela de Posgrado de Banca de la Universidad de Wisconsin. Puede visitar su blog en http://www.patrickbarron.blogspot.com/
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