Los agentes recelan de la alcaldesa exokupa, que quiere suprimir su unidad antidisturbios y la ordenanza cívica
efe
La victoria electoral en la capital catalana de la coalición Barcelona en Comú, liderada por la exactivista okupa Ada Colau, ha puesto en guardia a la policía local barcelonesa. Según ha podido constatar ABC, muchos agentes de la Guardia Urbana han encajado con «preocupación» el ascenso al poder municipal de una coalición afín al movimiento okupa, partidaria de los escraches y significada por sus críticas a este cuerpo policial. Su único consuelo, señalan, es que Colau quedó lejos de la mayoría absoluta, por lo que deberá gobernar con la ayuda de varios partidos, lo que le impedirá aplicar un programa de máximos.
Con todo, los agentes alternan su inquietud con un cierto «morbo». Quieren ver cómo «la Colau», paradigma de la izquierda buenista en temas de policía, se enfrenta a la «realpolitik» cuando deba lidiar con problemas de seguridad.
La herida más reciente es la polémica suscitada a finales del año pasado con la proyección del documental «Ciutat Morta», que denunciaba una supuesta conjura del Consistorio de Clos (PSC) en el año 2006 para acusar a varios miembros de colectivos alternativos de dejar parapléjico a un guardia urbano de un macetazo, durante el desalojo de una fiesta en una casa okupada. Uno de los abogados de los acusados por aquel suceso es Jaume Asens, número 4 de la candidatura de Bcomú como miembro de Podemos y de Procés Constituent.
A muchos urbanos se les hiela la sonrisa al pensar en que Asens, por ejemplo pudiera el futuro concejal de Seguridad de Barcelona. «Tiene una enemistad manifiesta a la Urbana», afirma un agente a este diario. «La inmensa mayoría de agentes que son honestos y se dejan la piel por la ciudad, pero revisaremos protocolos, por que hay malas prácticas e incluso casos muy graves de vulneración de derechos, incluyendo la tortura», apuntó ayer Colau en alusión a los hechos de «Ciutat Morta», informa Àlex Gubern.
Can Vies de fiesta
Nombres a parte, el análisis del programa electoral de Bcomú en cuestiones de seguridad alimenta la inquietud de los agentes. Como grandes titulares, Colau es partidaria de suprimir la unidad de antidisturbios de la Urbana (UPS) y delegar estas funciones de orden público a los Mossos. «Cuando alguien ocupe un edificio municipal, y los Mossos aleguen que su función no es custodiar dependencias municipales, ¿que hará la Colau»?, se preguntaba un agente. En cuanto al fenómeno okupa, nadie duda que en Can Vies, el edificio municipal del barrio de Sants que propició los disturbios del año pasado, se celebró el triunfo de Barcelona en Comú.
Además, en su programa Colau se compromete a derogar la Ordenanza de Civismo, que prohíbe beber en la calle si se molesta a los vecinos, regula la prostitución callejera, o la venta ambulante, entre otros asuntos. «Si acaba con la ordenanza, habrán más putas, lateros, ruido, borrachos molestando a los vecinos... Barcelona será la nueva Nápoles», sentencian desde fuentes del cuerpo de policía local..
Los urbanos critican que Colau quiere convertir la Guardia Urbana en modelo de policía de de proximidad y que les reste competencias en seguridad pública. Con la llegada de Trias, explican, se crearon los llamados grupos de de delincuencia urbana de la policía local, lo que ha contribuido, junto a la labor de los Mossos, a la reducción de pequeños delitos, como los hurtos. Si suprime estas unidades, repuntarán estos delitos, vaticinan.
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