miércoles, 29 de octubre de 2014

Trabajar 280 horas más que holandeses y alemanes a cambio de nada

Alemania, P. Bajos, Dinamarca y Noruega, con menor jornada laboral, a la cabeza de la conciliación familiar

El modelo español propicia la siniestralidad, el absentismo y la baja natalidad, lo que aumenta el coste empresarial y de la Seguridad Social.

 
Jornadas de trabajo interminables, escasa productividad laboral, almuerzos y cenas a deshoras con respecto al resto de Europa, muy poco espacio para la vida personal y, sobre todo, para el descanso. Es decir, y en resumen, que es una heroicidad conciliar la vida familiar y laboral. Todo esto les suena, ¿verdad? Porque todos somos conscientes de que esto es el resultado del modelo de horarios irracional que sufrimos en España.
Y es que trabajar más horas no implica hacerlo mejor ni ser más productivos. Lo saben de sobra en los Países Bajos y también en Alemania, mientras que aquí no solo los que mandan, nuestros jefes, sino los propios asalariados, no encontramos cómo darle sentido común a nuestra extensa jornada laboral. Y así nos va, porque trabajamos unas 280 horas más que ellos. Esto son 36 días de trabajo o siete semanas que le robamos a nuestro tiempo de descanso. Según las estadísticas de la OCDE para el año 2013, que refleja un informe del Instituto de Estudios Europeos, el promedio de horas anuales trabajadas al año en el mundo se ha situado en 1.770, aunque con grandes diferencias entre países y regiones. En términos generales, en la mayoría de naciones de la Unión Europea las horas trabajadas al año están por debajo de la media de la OCDE, mientras Chile, Grecia, Corea y México superan las 2.000 horas anuales. Por lo que respecta a España, en 2013 se han contabilizado 1.665 horas, unas 100 menos que el promedio, pero también, como hemos dicho, unas 280 horas más que los holandeses y los alemanes. Luxemburgo, Austria y Suecia superan las 1.600 horas. Suiza, Bélgica y Eslovenia están por encima de 1.500 horas y ya bajamos al entorno de 1.400 en Dinamarca y Noruega. Alemania (1.388) y los Países Bajos (1.380) son las naciones de la OCDE donde menos horas se trabaja al año y, sin embargo, son las que mayores grados de conciliación laboral y familiar disfrutan.
La Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) señala al respecto, que existe un problema sobre el que gira todo este absurdo modelo que nos hemos dado los ciudadanos españoles. Y es que, el concepto trabajar se identifica con estar indefinidamente cada uno en su lugar de trabajo y no con producir. Explicaba Ignacio Buqueras, presidente de ARHOE, durante la presentación de un estudio elaborado por esta Asociación, que en la UE, "tienen la idea de que los europeos del Sur y, concretamente los españoles, trabajan poco y tienen muchos días festivos. Y, a pesar de que esto no es así, si fuéramos algo más productivos y olvidáramos la cultura del ‘presentismo', podríamos disfrutar aún más del tiempo de ocio, de nuestra familia y amigos".
El estudio destaca, tras cruzar datos de Eurostat sobre horarios y productividad en Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, España, Portugal y Polonia, que "una mejora en la eficiencia puede llevar a reducir la jornada de trabajo sin que se produzca una caída en la productividad". España, según este informe, sólo sale mejor parada que Polonia y Portugal en cuanto a productividad, pero se sitúa muy lejos de Holanda, Alemania y Bélgica, los tres países con las jornadas más breves, y que obtienen una productividad mucho mayor por hora trabajada. Eurostat mide la productividad como el resultado el crecimiento del PIB por cada hora trabajada.
La profesora del IESE Business School y directora del Centro Internacional Trabajo y Familia, Nuria Chinchilla, explica que el cambio de horario al uso Greenwich, es decir, el retraso de los relojes en una hora, ayudaría a darle más sentido a nuestra jornada laboral y familiar.
Es decir, se trataría de adecuar nuestro horario al horario solar lo que supondría adelantar la hora de comer, y no tardar dos horas en hacerlo, y por tanto también nuestra hora de cenar. De hacerlo así, ya estaríamos abordando el gran cambio, un gran cambio que tendría que venir acompañado, por supuesto, de un adelanto del prime time televisivo.
Para la profesora del IESE es fundamental que las empresas se sumen a este cambio y propone, por ejemplo, que el horario laboral nocturno empiece a las 20 horas en lugar de hacerlo a las 22, lo que supondría un ahorro en los pluses salariales.
Además es prioritario informar de que el modelo actual tiene efectos negativos en la salud, en la siniestralidad, propicia el absentismo y la baja natalidad, lo que aumenta el coste para las empresas y también, por supuesto, para la Seguridad Social. Es decir, convencer de qué no hacer nada para propiciar una racionalización de los horarios puede salir mucho más caro que ponerse manos a la obra.
Para Ignacio Buqueras "se hace indispensable un gran acuerdo entre todas las fuerzas sociales para el logro de unos horarios más racionales, máxime cuando está acreditado que las empresas que aplican horarios más flexibles y adaptados al entorno europeo mejoran su productividad y, lo que es muy importante, consiguen una mayor implicación y bienestar para sus empleados"

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