lunes, 4 de agosto de 2014

Jordi Pujol o el otoño del patriarca

Pujol lo fue todo en Cataluña durante 23 años, omnipresente y omnipotente, él era Cataluña, Cataluña era suya.
 
 
Amargo final para la vida política de Jordi Pujol. Ahora en los momentos finales de la prórroga de su vida política todos los cadáveres empiezan a salir del armario. Su confesión del dinero que durante más de 34 años ha tenido en el extranjero es la punta del iceberg de toda una vida llena de claroscuros hasta ahora escondidos. 
Es evidente que la confesión de Pujol es forzada, derivada del hecho de conocer que un empleado del banco andorrano había hecho copias de sus cuentas. Su demanda de perdón es como mínimo farisaica. Como manifestó de forma clara Dolors Camats de ICV, la carta de Pujol es "un triple insulto: la gente que cotiza y también tiene incertidumbres en la vida; a quien ha defendido de verdad el país y no por ello ha guardado el dinero fuera; y un insulto a la inteligencia decir que en treinta años no ha encontrado un momento para hacer la regularización”. Ni con tres amnistías fiscales ha tenido tiempo suficiente. Por tanto es una confesión forzada quizá con el fin de evitar una imputación penal. 
Pujol: "Vicios privados, públicas virtudes"

Ahora por primera vez se puede tener una panorámica del hombre, y de la familia, que ha dominado la vida política del país como si fuera su finca. Pujol tuvo la habilidad de formular un discurso hegemónico en que Cataluña, Convergencia y él mismo se fundían como una nueva "trinidad" de intereses. Lo que era bueno para una parte lo era para las tres. Él construyó durante 23 años el entramado de todas las estructuras de la nueva situación de la Cataluña autónoma, desde los medios públicos de comunicación hasta los “mossos d’esquadra”, pasando por toda la estructura de la función pública catalana. 
La hegemonía pujolista fue total amparada por el sistemático acompañamiento mediático tanto los medios públicos como los del Grupo Godó. Frente, en el ámbito parlamentario, a una oposición, especialmente la socialista, acomplejada, y donde  sólo se levantaba en un panorama desértico la voz de la gente del PSUC-ICV, la de los Gutiérrez Díaz y Rafel Ribó para cuestionar las prácticas del pujolismo, pero en todo caso con eco limitado en la sociedad catalana. Y con una única institución frente a su poder, el Ayuntamiento de izquierdas de Barcelona. También hay que señalar dos cosas que Pujol no consiguió a pesar de su poder casi absoluto: construir un sindicato nacionalista al estilo de ELA, la implantación de CCOO como sindicato nacional y de clase lo frustró; y el control de la principal entidad financiera "la Caixa" que se mantuvo siempre fuera de su control.
Mientras en el ámbito del Estado, Pujol y CiU eran el socio imprescindible a la hora de hacer alianzas, fuera con el PSOE de Felipe González o con el PP de Aznar hablando catalán en la intimidad. Lo cual le permitía tener un seguro estatal para su hegemonía en Cataluña.
Pujol lo fue todo en Cataluña durante 23 años, omnipresente y omnipotente, él era Cataluña, Cataluña era suya. Hasta el punto de que su esposa, Marta Ferrusola calificó de okupas al Gobierno tripartito, y reivindicaba que TV3 era suya.
Pero ahora la imagen se ha roto y nos trae al recuerdo las piezas de un rompecabezas nunca encajadas. Su relación con unas personalidades de trayectoria controvertidas como Prenafeta (secretario general de la Presidencia de la Generalitat hasta el año 1990, imputado por corrupción en 2009 en el marco de la operación "Pretoria") o el denominado "sector de los negocios" de CDC, en el que figuraban gente como Macià Alavedra que ocupó cargos relevantes en el partido y en el Gobierno hasta el año 1997 y que fue también imputado en el caso "Pretoria" saliendo de la cárcel con una fianza de un millón de euros. En esta panorámica aparecen personajes como Javier de la Rosa "empresario ejemplar", según lo denominó Pujol, y después encarcelado por el escándalo del "caso KIO" entre otros. Y Félix Millet y el "caso Palau", con el supuesto de la financiación irregular de CDC por parte de empresas constructoras, que ha comportado el embargo preventivo de su sede central en Barcelona. Ahora también habría que recordar el "caso Banca Catalana" y como Pujol convirtió la denuncia, planteada por los fiscales Mena y Villarejo en 1984, en un agravio contra Cataluña que le permitió ganar ampliamente unas elecciones planteadas como un plebiscito sobre su persona. Ahora todo toma otra perspectiva A todo esto hay que añadir en los últimos años los sucesivos escándalos económicos en los que se han visto salpicados buena parte de sus hijos.
En definitiva parece evidenciarse la doble moral en que durante toda su vida ha vivido un político que lo ha sido todo en la vida política catalana, Presidente de la Generalitat durante 23 años. Es en base a esta doble moral, demostrativa de la talla ética del personaje, que trató de construir una Cataluña y un relato político a su imagen y semejanza. Este es sin duda su legado, el de una Cataluña imaginaria donde la doble moral es moneda de curso corriente, situación del todo diferente de la Cataluña real. 
CDC: el futuro poco claro del partido de Pujol
La caída de Pujol y su familia, en especial de su hijo Oriol han coincidido en el tiempo. La dimisión del hijo del President, de su cargo de secretario general de CDC, ha sido forzada, al parecer, por Artur Mas, en conflicto con el propio Jordi Pujol, para quien Mas no era más que el "masover" de su finca. 
El propio Jordi Pujol es responsable de la deriva soberanista tomada en los últimos tiempos por CDC. Pujol dejó hacer a los jóvenes leones de CDC, el denominado "pinyol" encabezados por "el hereu" Oriol y sus compañeros, David Medi, Felip Puig y Germà Gordó entre otros, que rodeaban a un más ejecutivo que político Artur Mas. Y esto ha conducido a la situación de actual.
No hay duda de que la situación actual con el "affaire" de Jordi Pujol, aun complica más el futuro de un partido fundado para ser el "eje" del catalanismo de derecha por el "patriarca". CDC se encuentra gobernando Cataluña sin poder dirigir el rumbo de su política, lanzada por un movimiento social independentista que no controla y que lo empuja continuamente hacia la confrontación del "choque de trenes". El partido fundado por Pujol se encuentra actualmente en un callejón sin salida, sin posibilidad de maniobra, en una tenaza infernal entre ERC y el Gobierno del PP. Si se quieren detener el movimiento soberanista se lo haría pagar muy caro, cada día que pasa es un día que gana ERC y pierde CiU, que aún conserva una base importante y perpleja de electorado moderado. Mientras, coincidiendo en el tiempo, Durán Lleida, se aleja de la federación que forma su partido Unió con CDC, y ya parece trabajar por un futuro sin CDC, donde pueda aglutinar el centro-derecha catalanista moderado, y representar como ha hecho hasta ahora los intereses empresariales.
Asimismo la única política real que ha llevado a cabo el Govern de CiU, envuelta en la "senyera", es llevar a cabo un derribo y privatización de los servicios públicos esenciales de Cataluña. La política de recortes de CiU, avalada en la anterior legislatura por el PPC y actualmente por ERC no tiene nada que envidiar a la del PP de Rajoy. Nuevamente se constata la doble moral que demostró Pujol: se habla de construir estructuras de Estado mientras se pone en venta un país que se privatiza a marchas forzadas, liquidando su "estado del bienestar". 
En fin, el impacto de la nueva imagen real de quien ha sido realmente Jordi Pujol llega en un momento delicado de la sociedad catalana, donde es difícil de establecer un discurso racional, donde “las tripas domina sobre el cerebro". Hoy sólo hay una realidad que está muy asumida por la mayoría de la ciudadanía catalana: la necesidad de una consulta que legitime la salida a la situación actual. Todo ello teniendo en cuenta la realidad actual de la sociedad catalana con peligros y riesgos de división según sea la salida, y agravada por la pérdida de su cohesión social, consecuencia de las políticas socialmente regresivas llevadas a cabo por los gobiernos de la derecha catalana y española.
La imagen del "oasis catalán" presentado por el imaginario pujolista, y su política, basada en un discurso teóricamente nacionalista y una práctica del "pájaro en mano", hoy ya son historia.

 

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