foto:La joven alumna Sandra discriminada por no hablar catalán.
Sandra llegó a Corbera de Llobregat (Barcelona), junto a sus padres y su hermana Carla, en agosto de 2009, un mes antes de que comenzara el curso 2009-2010. Tenía 13 años, era una joven extrovertida y buena estudiante. Había también viajado y estaba ilusionada con aprender una nueva lengua. El expediente de sexto curso de Primaria en el colegio Luther King de Tenerife, consultado por este diario, repleto de notables y excelentes, corrobora su impecable
Cuenta Esther Armora en ABC que Sandra estrenó primero de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en el instituto de Corbera. Como a todos los recién llegados que no conocen la lengua autonómica le asignaron, además del aula que le corresponde por su curso, un «aula de acogida» (espacio dedicado a enseñar el catalán a los recién llegados). Combinaba algunas horas en el aula de acogida con el horario lectivo. Ese fue, según su madre, «el origen de sus problemas».
«Me confesó que se pasaba días en el pasillo porque, cuando se le escapaba alguna pregunta en castellano en clase el profesor la echaba del aula. Me pareció terrible pero entendí muchas cosas», dice Amaya afectada. Al conocer la situación, fue a hablar con los responsables del instituto pero no halló ninguna comprensión. «Si la madre no habla catalán, vaya ejemplo para la menor» le espetaron. Atribuyeron el comportamiento de su hija a su «falta de interés por adaptarse».
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