El periodista describe unas fiestas en las que confluyen la Córdoba dionisíaca y la Córdoba apolínea, "las dos caras de una misma ciudad que se mezclan".
"El objetivo de todo pregón no es otro que exaltar la celebración para formentar el espíritu colectivo. El mayo cordobés nos lo pone fácil, porque para absorberlo no hay más que salir a la calle y perderse por una ciudad que destila alegría por cada uno de sus poros". Ésta fue la invitación que lanzó el periodista Jesús Cabrera, jefe de local de El Día, durante la lectura del pregón que abre las fiestas del mes de mayo ante una nutrida audiencia en el salón de los mosaicos del Alcázar. Al acto acudió la Corporación municipal casi al completo y numerosos representantes de la vida pública de la ciudad.
El alcalde, José Antonio Nieto, animó a defender las peculiaridades del Mayo Festivo. "Tenemos que proteger lo peculiar. Si no somos singulares ni distintos, acabaremos difuminándonos", dijo el regidor, quien abogó por "dar nuestro sello y dar nuestra esencia a nuestras cruces, nuestros patios y nuestra feria". Nieto señaló que quizá este mayo puede no gustar a todo el mundo, pero añadió que se conforma con que se entiendan los motivos del cambio, que se basan en proteger lo que es único en Córdoba.
Cabrera describió la doble vertiente de estos festejos: por una parte, la proyección que se hace de la ciudad como un elemento de "atracción turística"; por otra parte, la propia de los cordobeses, "más anárquica", porque "cada uno nos diseñamos un programa". "Vamos a las cruces, a los patios y entramos en las casetas que queremos, buscando siempre el ambiente que más nos apetece", defendió Cabrera, que destacó la "pluralidad" de mayo, "lejos de toda uniformidad".
¿Por qué sucede esta identificación tan plena entre los cordobeses y las fiestas de mayo?, planteó el periodista. "Porque unos y otras han caminado siempre cogidos de la mano. Este calendario festivo no puede estar ajeno ni dar la espalda a la realidad de la ciudad. Esta fórmula no escrita se ha cumplido de forma constante desde hace muchas décadas, siglos acaso, como un acuerdo tácito que nadie debe romper. El desarrollo de estas fiestas se ha amoldado siempre a la sociedad de cada momento, atendiendo a sus gustos y demandas para la diversión", expuso. Y el resultado es que hay varias Córdobas. Una "bulliciosa, amante de la fiesta y de la diversión, que es tan legítima y respetable como la Córdoba refinada y elegante que busca la sombra de un patio para una pausada tertulia". "Es la Córdoba dionisíaca y es la Córdoba apolínea; las dos caras de una misma ciudad que se mezclan en barrios, profesiones y estratos sociales", indicó el pregonero, que ofreció su visión de algunos de estos festejos. Como las Cruces, con su "recorrido singular, en busca de espacios cada vez más abiertos", o los patios, la más peculiar de cuantas actividades llenan el programa de mayo. Fueron los viajeros románticos del XIX quienes cogieron a los cordobeses "de las solapas" y les hicieron ver que los patios "no sólo son domésticos paraísos vegetales, sino una peculiar forma de vida".
Mayo son las romerías, la Batalla de las Flores, la cata del vino o la festividad de San Rafael, como son también los puestos de caracoles, que tuvieron su mención: "Pongan un atardecer primaveral, el toldo, la barra con sus grifos de cerveza y en el centro las humeantes ollas, con la tapadera a medio colocar", describió.
Y luego, claro está, está el colofón de todo el mes: la Feria de Nuestra Señora de la Salud, que en la segunda mitad del siglo XIX se convierte en el embrión de la que ahora conocemos. Había casetas decoradas de blanco y azul que servían como punto de reunión para los amigos, pero todo era muy diferente: "Se alumbraban con la luz de los candilones de aceite a cuyo amparo se consumían arrobas de vino y embutido variado mientras sonaban las guitarras". Eran las ferias "de grandes pañolones, tumbagas de oro bajo y fajas ceñidas".
La fiesta evolucionó hasta llegar a la del Arenal: "La demanda ha incorporado nuevos elementos y ha hecho triunfar la peregrinación urbana de los coros flamencos que llenan de color las calles, los jóvenes festejan por todo lo alto el fin de las clases y desde hace unos años el estandarte con la imagen de la Salud es trasladado de forma tan solemne como festiva", describió. Cabrera exaltó una feria "diversa y poliédrica". "Durante una semana, la ciudad se traslada a El Arenal y desde la orilla del Guadalquivir, Córdoba, como una gran señora, se mira en el río, no para ver cómo son otras ferias aguas abajo, sino para confirmar una grandeza que nadie discute", dijo.
El alcalde, José Antonio Nieto, animó a defender las peculiaridades del Mayo Festivo. "Tenemos que proteger lo peculiar. Si no somos singulares ni distintos, acabaremos difuminándonos", dijo el regidor, quien abogó por "dar nuestro sello y dar nuestra esencia a nuestras cruces, nuestros patios y nuestra feria". Nieto señaló que quizá este mayo puede no gustar a todo el mundo, pero añadió que se conforma con que se entiendan los motivos del cambio, que se basan en proteger lo que es único en Córdoba.
Cabrera describió la doble vertiente de estos festejos: por una parte, la proyección que se hace de la ciudad como un elemento de "atracción turística"; por otra parte, la propia de los cordobeses, "más anárquica", porque "cada uno nos diseñamos un programa". "Vamos a las cruces, a los patios y entramos en las casetas que queremos, buscando siempre el ambiente que más nos apetece", defendió Cabrera, que destacó la "pluralidad" de mayo, "lejos de toda uniformidad".
¿Por qué sucede esta identificación tan plena entre los cordobeses y las fiestas de mayo?, planteó el periodista. "Porque unos y otras han caminado siempre cogidos de la mano. Este calendario festivo no puede estar ajeno ni dar la espalda a la realidad de la ciudad. Esta fórmula no escrita se ha cumplido de forma constante desde hace muchas décadas, siglos acaso, como un acuerdo tácito que nadie debe romper. El desarrollo de estas fiestas se ha amoldado siempre a la sociedad de cada momento, atendiendo a sus gustos y demandas para la diversión", expuso. Y el resultado es que hay varias Córdobas. Una "bulliciosa, amante de la fiesta y de la diversión, que es tan legítima y respetable como la Córdoba refinada y elegante que busca la sombra de un patio para una pausada tertulia". "Es la Córdoba dionisíaca y es la Córdoba apolínea; las dos caras de una misma ciudad que se mezclan en barrios, profesiones y estratos sociales", indicó el pregonero, que ofreció su visión de algunos de estos festejos. Como las Cruces, con su "recorrido singular, en busca de espacios cada vez más abiertos", o los patios, la más peculiar de cuantas actividades llenan el programa de mayo. Fueron los viajeros románticos del XIX quienes cogieron a los cordobeses "de las solapas" y les hicieron ver que los patios "no sólo son domésticos paraísos vegetales, sino una peculiar forma de vida".
Mayo son las romerías, la Batalla de las Flores, la cata del vino o la festividad de San Rafael, como son también los puestos de caracoles, que tuvieron su mención: "Pongan un atardecer primaveral, el toldo, la barra con sus grifos de cerveza y en el centro las humeantes ollas, con la tapadera a medio colocar", describió.
Y luego, claro está, está el colofón de todo el mes: la Feria de Nuestra Señora de la Salud, que en la segunda mitad del siglo XIX se convierte en el embrión de la que ahora conocemos. Había casetas decoradas de blanco y azul que servían como punto de reunión para los amigos, pero todo era muy diferente: "Se alumbraban con la luz de los candilones de aceite a cuyo amparo se consumían arrobas de vino y embutido variado mientras sonaban las guitarras". Eran las ferias "de grandes pañolones, tumbagas de oro bajo y fajas ceñidas".
La fiesta evolucionó hasta llegar a la del Arenal: "La demanda ha incorporado nuevos elementos y ha hecho triunfar la peregrinación urbana de los coros flamencos que llenan de color las calles, los jóvenes festejan por todo lo alto el fin de las clases y desde hace unos años el estandarte con la imagen de la Salud es trasladado de forma tan solemne como festiva", describió. Cabrera exaltó una feria "diversa y poliédrica". "Durante una semana, la ciudad se traslada a El Arenal y desde la orilla del Guadalquivir, Córdoba, como una gran señora, se mira en el río, no para ver cómo son otras ferias aguas abajo, sino para confirmar una grandeza que nadie discute", dijo.
El alcalde de la localidad, José Antonio Nieto, junto al periodista Jesús Cabrera, encargado del pregón.
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