Carta abierta a Cándido Méndez de un viejo ugetista. Por Ernesto Ladrón de Guevara
L AMENTO no poder empezar esta carta con el adjetivo “estimado” señor Méndez:
Lamento también no poder comenzar la misiva con “querido compañero”, pues yo no soy compañero de usted de nada, pese a haber estado afiliado en esa organización desde 19 de enero de 1978 hasta finales de agosto del año pasado, es decir, treinta y un años de mi vida. Sí, ya sé que de 1978 a 2011 hay treinta y tres años. A mediados de los noventa me fui de UGT y luego volví por una absurda nostalgia. ¿Por qué me marché de UGT? Pues por la ausencia de procedimientos democráticos para aprobar las resoluciones en los Congresos y elegir a los órganos rectores de mi sindicato. ¿Por qué volví? Eso es más largo de contar, pero se lo resumo: El mismo personaje de la UNIÓN que no me hizo el más mínimo caso cuando le manifesté mi disconformidad con la forma de funcionar del sindicato, sin la más mínima transparencia en la organización de sus congresos, diez años antes me pidió que reorganizara la Federación de Enseñanza de la UGT en Álava (¿Por qué ustedes se empeñan en llamar Euskadi –término nacionalista inventado por Sabino Arana- cuando una mínima revisión de los textos anteriores a la Guerra Civil demuestra la inexistencia de ese término en los escritos socialistas?). Acepté el reto, y el resultado fue un rotundo éxito de las candidaturas de la FETE-UGT en las primeras elecciones sindicales del sector de la enseñanza pública en el País Vasco, que no se ha vuelto a repetir. Por el contrario, elección tras elección se han ido perdiendo delegados. Así, señor Méndez, hasta la derrota final. ¿Cómo iba a dejar el sindicato con lo que me costó, desde aquella inicial gestora tras la expulsión de la anterior dirección alavesa –troskista- de UGT en aquellos años de mediados de los ochenta, sacar adelante un modelo de sindicalismo basado en el compromiso cívico y en el progreso social, sobre la base de un sistema educativo corrector de desigualdades? Aquel modelo, señor Méndez, era realmente social. Había modelo sindical para el progreso colectivo, no para la endogamia.
Cierto. Yo no soy el que era. Ustedes me han desengañado. La izquierda hoy es solamente una marca. Si rascamos detrás no hay ideología, solo intereses. Si eso es la izquierda yo soy de derechas.
Pero vayamos al grano: ¿qué están haciendo ustedes hoy? ¿De verdad nos van a hacer creer que defienden a los trabajadores? ¡Si son ustedes los que han contribuido, con su cerrazón y servilismo interesado –dinero y más dinero- a Zapatero, al actual estado de cosas! ¿Qué país han dejado ustedes a nuestros hijos? No hay mas que ruina: desempleo masivo –por encima del que hay en Grecia en términos relativos-, un sistema rígido de contratación, burocracia que impide la creación fluida de empresas, millones de euros desviados a unos programas de formación ficticia que esconde una financiación que todo el mundo sabe…. Y también grandes masas de funcionarios en las múltiples administraciones públicas en la mayor maquinaria burocrática de la historia de esta España en desmantelamiento. Y, así mismo, las mayores ratios de improductividad jamás conocidas, precisamente ahora que estamos en una economía globalizada en la que los flujos de capitales y de la información son los mayores conocidos, y donde no hay fronteras para la economía. Ustedes se están dedicando a una fiscalidad expropiatoria que limita recursos económicos para la inversión y el consumo. Entonces… ¿cuál es su modelo económico? Al menos en un tiempo ustedes eran marxistas, y sabíamos que el modelo era socialista, de lucha de clases para implantar la dictadura del proletariado, con la vista puesta en las naciones adheridas a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. ¿Y ahora? ¿Cuál es su modelo? Pues a lo único que se empeñan es a derrumbar las iniciativas que supuestamente nos van a sacar del marasmo al que ustedes han contribuido. El actual Gobierno ha planteado una serie de reformas para evitar que caigamos en la misma situación que Grecia, y ustedes se lanzan a degüello contra el Gobierno. Pero ¿qué alternativa postulan ustedes? No se la hemos oído hasta ahora.
Señor Méndez. Sin empresas no hay empleo. Sin pequeñas y medianas empresas ni hay empleo ni riqueza, ni impuestos con los que sostener esta inmensa maquinaria burocrática y esclerotizante que se ha ido construyendo para colocar a los propios. Sin empresas no se puede avanzar y esto se va a pique. Entonces… ¿cuál es su alternativa? Si tan peligrosos y antisociales son los empresarios, algo habrá a cambio como forma de producir economía productiva, creación de empleo e ingresos tributarios. ¿Quiénes van a pagar los impuestos? ¿Los mismos que los consumen? ¿O vamos a crear un Estado propietario de vidas y haciendas que distribuya lo expropiado?
Esto no tiene lógica.
Tengo añoranza de un sindicalismo responsable, no subsidiado ni burocratizado, como el de Marcelino Camacho y Nicolás Redondo. Añoro, si, los pactos de la Moncloa que en tiempos del presidente Suárez, se firmaron con los dos sindicatos, para salvar la economía y otras cosas, aquel año de 1977, en el que la situación era crítica, pero menos que ahora, y el paro era monumental, pero menos que ahora. Y sin embargo, entonces, aquellos sindicatos con los que yo me identifiqué aproximaron posiciones con una clase política que en su mayoría no era de izquierdas, para salvar al País de la descomposición política, económica y social. ¿Por qué no lo hacen ahora?
Yo ya sé por qué, pero me gustaría que usted me respondiera.
Un saludo de un patriota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario