Todos son zapateristas
La recién inaugurada guerra abierta entre chaconistas y robalcabistas discurre ahora por derroteros sorprendentes. Los hooligans de Rubalcaba han respondido a los forofos de Chacón con un manifiesto impactante: ellos, quienes en campaña ocultaron, escondieron y negaron a José Luis Rodríguez Zapatero, le reivindican ahora y afean a los chaconistas que pongan distancias afirmando que "no sería decoroso que quien estuvo allí de manera evidente, y cabe decir entusiasta, aspirase ahora a sugerir lo contrario". La respuesta no se ha hecho esperar: "Todos los zapateristas que hemos formado parte de los equipos del ex presidente nos hacemos corresponsables y asumimos en primera persona todos sus éxitos y equivocaciones".
Parece que ahora se trata de ver quien es más zapaterista o leal con el ex presidente. Desde aquí siempre he defendido que me parecía canallesco el espectáculo de ratas saltando del barco naufragado. El peor presidente de la democracia ha contado estos más de siete años con innumerables compinches que ha apoyado de manera entusiasta, como recuerdan los reubalcabistas, todos y cada uno de sus disparates. Desde sus ministros a sus diputados y senadores pasando por todos los dirigentes del partido, barones regionales, medios afines y partidos satélite. Todos son responsables por acción u omisión.
Es positivo que ambas facciones -rubalcabistas y chaconistas- hayan puesto los puntos sobre las íes y se hayan situado donde la inmensa sociedad les coloca: como participes y responsables de la situación en la que estamos. A partir de ahí, como ya he venido defendiendo, quedan ilegitimados para presentar alternativa alguna a su propio curriculum. Quienes nos han metido en esta, no pueden sacarnos de aqui. La única esperanza del PSOE es un mirlo blanco, un lider nuevo y sin mácula, sin pasado felipista, sin rasgos zapateristas. Un lider que pueda decir sin rubor que sí, que su partido lo ha hecho fatal, que ha cargado contra los más débiles, que ha mentido y ocultado la realidad, que no ha sabido gestionar la crisis. Y que pueda hacerlo sin entrar en contradicción con sus votos, declaraciones o silencios. El problema es que esa figura no existe, así que la única alternativa al zapaterismo es un/a zapaterista renegado/a.
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