Ya sé dónde estaré el próximo 29 de octubre a las 13:00h: en la Plaza de la República Dominicana, en Madrid. Ésa es la fecha, la hora y el lugar de la concentración presentada hoy por Voces contra el Terrorismo, la plataforma cívica que preside Francisco José Alcaraz, bajo el lema “Frente a la impunidad, Justicia”. Alcaraz ha definido esta convocatoria como “un nuevo acto de rebelión cívica para decir alto y claro al Gobierno y a los mediadores que trafican con la sangre de nuestras víctimas que no estamos dispuestos a rendirnos“.
Se me ocurren muchas razones para acudir a esa concentración, pero os mostraré sólo cuatro:
La niña de la foto se llamaba Begoña. Tenía 22 meses cuando murió abrasada por una bomba de ETA, en el primer atentado de esa banda de asesinos, en 1960. Begoña no era una combatiente, ni estaba en medio de una guerra. Lo que la mató no fue un conflicto: fue un atentado terrorista perpetrado por asesinos.
Esther y Miriam tenían 3 años. Eran las sobrinas de Francisco José Alcaraz. Las mató un coche-bomba de ETA contra la Casa-Cuartel en la que vivían, en 1987. En el mismo atentado murieron los niños Silvia Pino (7 años), Silvia Ballarín (6 años), Rocío (12 años) y Pedro (16 años). Esther y Miriam no eran combatientes, ni estaban en medio de una guerra. Lo que las mató no fue un conflicto: fue un atentado terrorista perpetrado por asesinos.
Luis tenía 29 meses cuando le mató una furgoneta-bomba de ETA en 1988. Luis no era un combatiente, ni estaba en medio de una guerra. Lo que le mató no fue un conflicto: fue un atentado terrorista perpetrado por asesinos.
Fabio tenía 24 meses cuando le mató una bomba que ETA puso en el coche de su padre en 1991. Fabio no era un combatiente, ni estaba en medio de una guerra. Lo que le mató no fue un conflicto: fue un atentado terrorista perpetrado por asesinos.
Begoña, Miriam, Esther, Luis y Fabio forman parte de una larga lista de niños asesinatos por ETA y de una lista aún mayor de víctimas de todas las edades, tanto hombres como mujeres, civiles y militares. No podemos dejar que se comercie con la sangre de las víctimas de ETA, dejando impunes a los asesinos y humillando a quienes en muchos casos aún esperan que se haga justicia. Lo que ayer han intentado vendernos como una “conferencia de paz”, diciendo que va a propiciar el fin del “conflicto”, no es más que el enésimo intento de ETA de blanquear sus crímenes para obtener una rentabilidad política de ellos, ya sea cometiéndolos o amenazando con volver a cometerlos si no se aceptan sus condiciones para una “paz” basada en el chantaje de las pistolas. Lo único que una persona decente puede reclamar a ETA es su desaparición, la entrega de sus armas y el encarcelamiento de los criminales que forman esa banda, es decir, la derrota de ETA. Y eso es justamente lo que pediremos el 29 de octubre en Madrid. ¡Nos vemos allí, amigos!
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Se me ocurren muchas razones para acudir a esa concentración, pero os mostraré sólo cuatro:
Begoña, Miriam, Esther, Luis y Fabio forman parte de una larga lista de niños asesinatos por ETA y de una lista aún mayor de víctimas de todas las edades, tanto hombres como mujeres, civiles y militares. No podemos dejar que se comercie con la sangre de las víctimas de ETA, dejando impunes a los asesinos y humillando a quienes en muchos casos aún esperan que se haga justicia. Lo que ayer han intentado vendernos como una “conferencia de paz”, diciendo que va a propiciar el fin del “conflicto”, no es más que el enésimo intento de ETA de blanquear sus crímenes para obtener una rentabilidad política de ellos, ya sea cometiéndolos o amenazando con volver a cometerlos si no se aceptan sus condiciones para una “paz” basada en el chantaje de las pistolas. Lo único que una persona decente puede reclamar a ETA es su desaparición, la entrega de sus armas y el encarcelamiento de los criminales que forman esa banda, es decir, la derrota de ETA. Y eso es justamente lo que pediremos el 29 de octubre en Madrid. ¡Nos vemos allí, amigos!
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