martes, 5 de abril de 2011

El PSOE se agrieta 48 horas después de la 'fuga' de Zapatero

Zapatero, Chaves y Zarrías.

La guerra de Griñán y Chaves rompe a los socialistas en Andalucía.

 Los extraños negocios de Iván, hijo del ex presidente de la Junta y actual vicepresidente del Gobierno, encienden las alarmas.

Sólo dos días después de que Zapatero anunciara su decisión de no repetir como candidato, y cuando el mensaje que se trasladaba desde el partido era que ese paso iba a actuar como revulsivo, los socialistas andaluces rompen el espejismo de una posible recuperación electoral.
La crisis resquebraja la mayor federación socialista del país en el peor momento: a sólo mes y medio de las municipales, con unas primarias en el PSOE a la vista, a un año de las autonómicas y de las generales, y con los sondeos vaticinando un vuelco electoral en Andalucía por primera vez en 30 años.
La dimisión del consejero de Gobernación y Justicia es fiel reflejo de la crisis imparable del Ejecutivo andaluz.
Luis Pizarro, hombre fuerte del PSOE en una comunidad gobernada con mano férrea por los socialistas, deja su cargo como consecuencia del cese del delegado de su Consejería en Cádiz, otra muestra de los conflictos internos de un «régimen» que se resquebraja.
Pizarro ha sido nada menos que durante dieciséis años una pieza clave de Manuel Chaves en cargos orgánicos de máxima relevancia en el partido.
Ahora pintan bastos para el PSOE andaluz y cada uno hace la guerra por su cuenta, mientras las encuestas anuncian resultados positivos para el PP en las próximas elecciones locales y ofrecen amplias expectativas para Javier Arenas en las autonómicas del año que viene.
El tropezón del secretario de Estado Gaspar Zarrías en su visita a la provincia de Cádiz no tuvo -por fortuna- ninguna consecuencia para la salud del político andaluz, pero es la expresión simbólica de que la era del socialismo en Andalucía está llegando a su fin.
El escándalo de los ERE fraudulentos conoció este 4 de abril de 2011 un nuevo episodio con la revelación de que la intervención advirtió cuatro veces a la Junta sobre el abuso de los contratos a «dedo» y que el órgano gestor del «fondo de reptiles» de esos ERE no hizo publicidad ni convocó plazas.
Todo ello se inscribe en el marco de la lucha interna que enfrenta a Chaves con su sucesor en la presidencia de la Junta, tal vez porque José Antonio Griñán no está dispuesto a asumir determinadas responsabilidades anteriores a su nombramiento.
Para mayor desventura del vicepresidente tercero del Gobierno y ministro de Política Territorial y Administración Pública, salta ahora -agitada por algunos de sus enemigos dentro del partido- un tema pringoso: los negocios de su hijo Iván, comisionista vinculado al mundo inmobiliario y cuyas actividades empiezan a encender las alarmas en el seno del propio PSOE de Andalucía.
Este asunto, sumado al de su hija Paula, implicada en el caso de la empresa minera Matsa a la que ella apoderaba y que recibió 10,1 millones de euros de la Junta de Andalucía, dejan a Chaves maltrecho y débil.
Lo cierto es que el PSOE andaluz hace aguas por todas partes con una fuerte confrontación territorial que ahora afecta a Cádiz, pero que puede estallar en otras provincias.
En el contexto actual, la sucesión de Zapatero al frente del partido hace que se abra la caja de los truenos, demostrando el fracaso de una forma de hacer política que debería conducir a la convocatoria de elecciones anticipadas, también en Andalucía.
La necesidad de cambio político en la Junta es ya un caso de higiene democrática, porque la permanencia indefinida de las mismas personas favorece prácticas intolerables para el pluralismo imprescindible en una sociedad abierta.
La salida traumática de Luis Pizarro demuestra la quiebra de un partido que arrastra consigo a todo el Ejecutivo andaluz.

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