Y las controladores?, titula el siempre genial Antonio Burgos su columna dominical del ABC.
El ácido periodista dedica su fina pluma a un enfoque --y ya es difícil con todo lo publicado sobre el tema-- diferente sobre los controladores.
Escribe Burgos:
Igual que a los ingleses les encanta hablar del tiempo, a los españoles nos apasiona últimamente hablar del sueldo de los controladores aéreos.
Es un bonito pasatiempo cívico. No estaría de más que ABC lo incluyera como el sudoku o el crucigrama, con curiosidades tales como:
«¿Cuántos salarios mínimos caben en el sueldo de un controlador aéreo?»Y en tal pasatiempo nacional estábamos, hablando del sueldo de los señores de los cielos ahora estampillados como soldados de Aviación.
El uno decía que el salario es muy bajo, poco más que mileurista, unos 1.300 euros, y que la pasta gansa y la morterada la trincan por complementos, pluses y horas extras. A lo que el otro replicó:
-No, el sueldo base es de algo más de 5.000 euros.Y entonces terció este guardia que suscribe:
-¿Y tú cómo lo sabes?
-Es que he visto la nómina de mi sobrina, que es controladora aérea.
-Y si tu sobrina es controladora, esto es, si hay controladoras aéreas, ¿por qué el caos aeroportuario ha llegado también a la dictadura de la igualdad de género, y en todo este fregado ni el progre más progre de todos los progres ni la feminista más hembrista de todas las feministas ha dicho lo habitual, la monserga de «controladores y controladoras», en plan «ciudadanos y ciudadanas», y toda la culpa se la cargan a los controladores fuera de control y no a las controladoras descontroladas?
-Eso digo yo.El caos aéreo ha normalizado la corrección gramatical frente a la corrección política, y por una vez y sin que sirva de precedente se ha usado el plural genérico que incluye tanto al masculino como al femenino, aun a sabiendas de que hay señoras controladoras. Como la famosa Cristina Antón, que en una red social puso la frase que dio la vuelta España sin bicicleta:
«Nos exigís currar todos los días para tener vuestros putos puentes y vuestras putas vacaciones».Si Cristina Antón es controladora, ¿por qué entonces nadie ha defendido el uso no sexista de la lengua, la cosa igualitaria, llamando «controladores y controladoras» a los señoritos y señoronas latisueldistas de su cortijo de los cielos de España?
En aquellas graves horas del caos, ¿dónde estaba Leire Pajín para defender los derechos de igualdad de la mujer, y que del mismo modo que los viajeros atrapados en los aeropuertos les mentaban sus muertos todos a los controladores se pudieran acordar también de las castas de las controladoras?
¿Dónde Bibiana Aído para aplicar sus políticas de igualdad a Rubalcaba, de manera que el Vicetodo anunciase la militarización de las controladoras y de los controladores?
No hay derecho: por el lamentable uso sexista de la lengua, por el lametón machista que le ha salido al Gobierno en su repentino ataque de autoridad, aquí toda la leña ha ido contra los controladores, sin respetar los derechos de las controladoras a ser también corridas a gorrazos militares.
¿Para esto tiramos los caudales en Igualdad, como en ese manual de la Junta de Andalucía que dice que «los parados» y «los futbolistas» son expresiones sexistas, que hay que decir «personas sin trabajo» y «quienes juegan al fútbol»?
¿Por qué un sexista decreto del Estado de Alarma sin «controladores y controladoras», como está mandado por la Santa Inquisición Feminista?
Después de todo, me alegro. Porque la que está siempre en estado de alarma con estas chorradas igualitarias progres y chuminadas feministas es la gloriosa lengua española
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