miércoles, 10 de marzo de 2010

El charnego Montilla se lava las manos por el caos en Barcelona


Carod Rovira, Montilla y Saura.



Joan Saura dio la enésima prueba de su prescindibilidad La nieve se convirtió en metáfora de la ineficacia del tripartito

Un día fue el Carmel; otro el AVE; después vino la tragedia de Horta y los bomberos abandonados a su suerte; antes de ayer: la nieve. Pese a estar anunciada, colapsó media Cataluña. En particular Barcelona. Antes de ayer coches y autobuses estaban parados.


La capital y otras ciudades quedaron atrapadas en la nieve y miles de ciudadanos pasaron horas y horas en el interior de sus vehículos . Doscientos mil se quedaron sin luz; hospitales incomunicados, móviles que se quedaron sin cobertura... Las autoridades no sabían qué hacer pero no paraban de hablar en todas las emisoras. El "conseller" Joan Saura dio la enésima prueba de su prescindibilidad.

Hereu, el alcalde de Barcelona, no le fue a la zaga. El presidente Montilla se retrató al decir que la situación no tenía precedentes. Falso. Tengo recuerdos de gente con esquíes en Las Ramblas, pero el metro, entonces, funcionaba. Y los autobuses, porque en previsión de la llegada de la nieve se había esparcido sal en la Diagonal y demás calles principales.

Antes de ayer la nieve se convirtió en metáfora de la ineficacia de unas administraciones -la autonómica y la local- que están tan a su bola política que han preteridas sus obligaciones ordinarias.

Por una ironía del destino, el alcalde de Barcelona, Hereu, que hace unos meses se sacó de la chistera el conejo de la candidatura forzada de Barcelona a unos Juegos Olímpicos de Invierno ha tenido más nieve de la que ha podido despejar. Lo pagará en las urnas. Los dioses se complacen en éste tipo de ironías.

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