sábado, 13 de marzo de 2010

787 millones, 42 fichajes, 5 presidentes, 8 directores, 9 entrenadores... y sólo 2 títulos

Dos trofeos serios (dos Ligas) y dos menores (dos Supercopas de España), únicos éxitos del periodo negro del club merengue. En los mismos años el Barça ha obtenido 11 copas.
Cinco presidentes diferentes, hasta ocho personas encargadas de la dirección deportiva y/o general del club, nueve entrenadores distintos sentados en el banquillo del Santiago Bernabéu (y con miradas puestas ya en el próximo que llegue...) y hasta 72 jugadores han pasado por el vestuario blanco en los últimos siete años. Actualizar la plantilla conforme a las necesidades estas temporadas ha precisado hacer un desembolso de unos 787 millones de euros invertidos en 42 jugadores, todo ello con el raquítico resultado de haber conquistado dos Ligas y dos Supercopas de España.


La verborrea es al deporte lo que las promesas a la política. Inmersos en plena era mediática, los profesionales se ven en muchas ocasiones empujados a la declaración con aristas. Pero, en no otras pocas, la necesidad de dar la nota se manifiesta por iniciativa propia.

Esa tendencia encuentra un reflejo especial en el Real Madrid que por sexta temporada consecutiva transita por una Europa tenebrosa. Aunque el ciclo de sus derrotas no se inició con un exabrupto, algunos de sus dirigentes pasarán a la historia por contribuir de manera generosa a perpetuar su nombre en la memoria colectiva por razones que exceden sus logros deportivos.

El caso más recordado, también por la Red, es el de Vicente Boluda, presidente blanco por causalidad que se columpió afirmando que el Madrid iba a “chorrear” al Liverpool en los octavos de final de Champions de 2009. Álvaro Arbeloa, hoy polivalente lateral madridista, reconocería que con aquello “se nos faltó al respeto y nos pinchó el orgullo”, con resultado humillante para los intereses blancos.Para desgracia de éstos, la losa de la declaración no acabó con el grueso del marcador total de la eliminatoria. La salida de tono se ha convertido en cántico repleto de sorna de todos los estadios que visita el conjunto blanco y del que sale escaldado. El “eo, eo, eo, esto es un chorreo” es el eco que persigue en este nuevo tiempo al Madrid de los grandes nombres.

Motivación francesa

La retórica también explica, al menos parcialmente, el prematuro adiós de la Champions de esta temporada. En la previa del partido del pasado miércoles, Sergio Ramos se descolgaba asegurando que vencerían por “tres goles a cero” y que el resultado serviría para “volver a enganchar a la afición”. Para lo que, realmente, sirvieron las palabras de Ramos fueron para que, como el Liverpool, el Olympique de Lyon lo recordara en el vestuario al descanso del partido del Bernabéu y decidiera la eliminatoria. Tal y como aseguró Pjanic, los galos aprovecharon las palabras del lateral madridista. “Nos motivaron las soberbias declaraciones del Madrid”, afirmó el jugador bosnio.

En tal prolífica lista el Madrid encuentra competencia y, por momentos, el Barcelona ha escapado a la “humildad” tantas veces reclamada por su entrenador. Desde Alves, capaz de negar la evidencia de un liderato madridista provisional (“para mí el Madrid no es líder”) y de acotar la calidad futbolística a los límites de la ciudad condal, (“si el Madrid quiere jugadores de calidad tendrán que ficharlos aquí”); hasta Piqué, tan desinhibido que desvela intimidades asociadas al triunfo deportivo, (“si ganamos la Champions al Madrid sentiré un superorgasmo”). Incluso el siempre correcto Xavi tentó a la suerte afirmando antes de la semifinal frente al Chelsea que “el triplete estaba muy cerquita”, aunque no fue hasta el minuto 90 y con discutida actuación arbitral cuando comenzaron a acariciarlo.

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