Imagen de la entrada de la finca que posee José Montilla en una selecta urbanización próxima a Barcelona
Barcelona.- ¿Cómo puede un discreto funcionario del Registro Municipal de la localidad barcelonesa de Sant Joan Despí permitirse una casa más que respetable en una urbanización equiparable a Beverly Hills próxima a la capital catalana?
El presidente de la Generalitat y primer secretario del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), José Montilla, vive en una finca en Sant Just Desvern (Barcelona) de la que es propietario y que, según fuentes del mercado inmobiliario, antes de la crisis tenía un valor de no menos de 1,8 millones de euros.
La finca en la que reside Montilla es una casa de dos plantas más buhardilla, con jardín y piscina y está dotada de unas espectaculares medidas de seguridad que se complementan con las propias de contravigilancia policial que corresponden al presidente de la Generalitat. Como responsable de la comunidad, Montilla precibe un sueldo de más de 169.446,78 euros brutos al año, casi el doble, por cierto, del salario del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cuyos emolumentos se sitúan en 91.982 euros brutos al año.
Antes de convertirse en presidente de la Generalitat, entre 2004 y 2006, Montilla fue ministro de Industria del Gobierno de Zapatero, con un salario que se situaba sobre los 80.000 euros brutos al año. Sin embargo, la adquisición de la casa, según afirman fuentes conocedoras de la operación, se produjo mucho antes, cuando Montilla aún era alcalde de Cornellà de Llobregat (Barcelona), cargo que desempeñó desde 1985 hasta 2004.
Ni a Montilla ni a su mujer, Anna Hernández, se les conoce actividad privada alguna. El president era, efectivamente, funcionario del Registro Municipal de Sant Joan Despí cuando en 1979, en las primeras elecciones de los ayuntamientos democráticos, se convirtió en teniente de alcalde de su ciudad por el PSC. Si perdiera las próximas elecciones, difícilmente volvería Montilla a su puesto de funcionario municipal en Sant Joan Despí. El férreo control que ejerce en el seno del PSC, en el que reina sin el más mínimo atisbo de discusión interna, le garantizan el futuro profesional al frente de la organización aunque se vea apartado de la presidencia de la Generalitat.
Desde que se convirtió en teniente de alcalde en 1979, las actividades del president se han centrado en ostentar cargos públicos derivados de sus responsabilidades políticas. Algo que, a pesar de la conocida discreción de Montilla, no le impide disfrutar de un nivel de vida poco acorde con su condición.
La casa de la que disfruta el presidente de la Generalitat no es el único indicio de la desahogada situación económica de la que goza. Los hijos trillizos que Montilla tiene con Anna Hernández estudian en un selecto colegio privado extranjero, el mismo en la que se educó, por ejemplo, Jordi Pujol, a pesar de la férrea defensa que hacen los socialistas de la educación pública.
En los últimos tiempos, Montilla no oculta una cada vez mayor afición a viajar a destinos exóticos, una actividad que tampoco está al alcance de cualquiera.
En medios socialistas atribuyen el aparente desequilibrio entre la casa en la que vive Montilla y su estatus de funcionario público y político a dos hechos fundamentales. En el sorteo del Gordo de Navidad de la lotería de 1995, Montilla resultó agraciado con un interesante pellizco.
Lo paradójico es que el entonces alcalde de Cornellà no había jugado en el sorteo. Una constructora de la localidad, la Cooperativa del Baix Llobregat, regaló aquel año participaciones de un número de la lotería a modo de felicitación de Navidad a funcionarios municipales y alcaldes de los distintos ayuntamientos de la zona para los que trabajaba.
Como la cooperativa estaba domiciliada en Cornellà y realizaba importantes obras de mantenimiento para la ciudad, además de haber realizado parte de la reforma del viejo edificio del ayuntamiento, Montilla, en calidad de alcalde, fue uno de los destinatarios de las participaciones de la lotería que finalmente resultaron agraciadas con el Gordo.
Segundas nupcias
Las mismas fuentes señalan que el matrimonio que contrajo Montilla con Anna Hernández era en realidad el segundo enlace para los dos. Ambos lograron divorcios amistosos de sus anteriores parejas y pudieron financiar la adquisición de la nueva casa con el importe de la venta de los anteriores domicilios familiares.
En el caso de Montilla, aseguran, se da la circunstancia de que era muy joven cuando contrajo su primer matrimonio y, por tanto, adquirió la primera vivienda familiar antes del primer boom inmobiliario de los años 80. Algo que le reportó sustanciosas plusvalías cuando su primera esposa y él disolvieron el matrimonio y vendieron aquel inmueble.
También hay quien esgrime que durante toda su carrera política, Montilla ha hecho gala de una proverbial hiperactividad que le ha llevado a acumular cargos públicos sin límite.
Se convirtió en alcalde de Cornellà en 1985 –tras las municipales de 1983, PSC y PSUC se repartieron la alcaldía, media legislatura para cada partido– y desde entonces no ha dejado de sumar cargos: diputado provincial en Barcelona, presidente del Consejo Comarcal del Baix Llobregat, presidente de las empresas públicas municipales de Cornellà...
En 2003, además, se convirtió en presidente de la Diputación de Barcelona, ocupación que compatibilizó con la de alcalde de Cornellà, aunque esa etapa duró apenas un año porque Zapatero le llamó en 2004 para ocupar la cartera de Industria en su nuevo Gobierno.
La esposa de Montilla, Anna Hernández, también ha dado muestras de una gran capacidad para acumular cargos públicos. Anna Hernández se inició en la Administración pública y en la política de la mano de su marido. En la actualidad, y en virtud de su condición de teniente de alcalde de Sant Just y de diputada provincial de Barcelona, Anna Hernández ostenta hasta una quincena de cargos públicos.
Sin embargo, cuando, en pleno estallido del caso Pretoria, el secretario general adjunto de Convergència Democrática, Felip Puig, compareció públicamente para denunciar la acumulación de cargos de la primera dama, tanto la Diputación de Barcelona como el PSC le tildaron de irresponsable. El argumento que utilizaron para descalificar a Puig, amén del hecho de que él mismo había llegado a ostentar 41 cargos cuando fue conseller del Gobierno de Jordi Pujol, era que Anna Hernández, a pesar del cúmulo de nombramientos, sólo percibe un sueldo
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