Aunque el socialismo atraviese por uno de sus momentos de mayor debilidad desde que Zapatero llegó al Palacio de La Moncloa, no por ello van a dar por perdida la partida de las elecciones europeas antes de tiempo.
Consciente de que la pésima gestión de la grave crisis económica puede pasarle una gran factura, en beneficio del PP de Mariano Rajoy, cuya tendencia al alza es indiscutible, el jefe del Ejecutivo movilizará a todos sus "activos" en un intento desesperado de frenar la previsible sangría.
Según revela Miguel Ángel Orellana en El Semanal Digital, está previsto que todos los ministros con ascendente importante sobre buena parte de su electorado, se movilicen durante las próximas semanas y hagan campaña.
Así, además del propio Zapatero, que ya tiene comprometidos sus fines de semana hasta el 7-J, empezando por este domingo con el gran acto de precampaña en Madrid, los vicepresidentes, María Teresa Fernández de la Vega y Manuel Chaves, y los ministros Alfredo Pérez Rubalcaba o José Blanco apuntalarán al candidato Juan Fernando López Aguilar, a quien no se atribuye ni excesivo tirón ni mucho carisma.
José Blanco, ahora todopoderoso ministro de Fomento, nunca ha confiado en el tirón político de López Aguilar, a pesar del nivel intelectual y de la preparación del socialista canario. Lo mismo le ocurre a Leire Pajín, su sucesora al frente de la "Factoría Ferraz".
Todos los figures del Gobierno van a acompañar en más de una ocasión al cabeza de lista del PSOE a las europeas y compartirán escenario de mitin otro tipo de actos electorales. Siendo como son referentes en el PSOE, su presencia se ha creído imprescindible ante la necesidad de poner toda la carne en el asador.
De la misma manera, el partido aprovechará el tirón innegable entre sus bases de una "vieja gloria" como Felipe González. Los socialistas quieren exhibir una vez más al ex presidente del Gobierno como un amuleto capaz de invocar una época pasada de mayorías.
El deseo de los socialistas es transmitir la sensación de que todavía hay partido y, de cara a la galería, pretenden restar valor a los sondeos que anticipan una victoria del PP.
Sin embargo, el pálpito interno es de un hondo pesimismo. Las esperanzas del PSOE están puestas en amortiguar el baquetazo y evitar por todos los medios que la brecha con el Partido Popular alcance los cinco puntos. Los socialistas tienen serios motivos para la inquietud y en el propio partido reconocen que una derrota sin paliativos puede cuartear el liderazgo interno de Zapatero.
Con el objeto de impedir el peor de los escenarios, Ferraz lleva varias semanas trabajando en implicar en la campaña electoral a los responsables del partido a lo largo y ancho de la geografía española para movilizar a las masas. Es una labor compleja. La cita europea nunca ha desatado pasiones entre los votantes y, de hecho, la abstención vuelve a ser el principal enemigo de las elecciones.
Europa marcha sola. Tan sola, que sus ciudadanos la vienen ignorando clamorosamente y le niegan el voto sin el menor rubor cuando se les pide. El 7-J no será una excepción.
Consciente de que la pésima gestión de la grave crisis económica puede pasarle una gran factura, en beneficio del PP de Mariano Rajoy, cuya tendencia al alza es indiscutible, el jefe del Ejecutivo movilizará a todos sus "activos" en un intento desesperado de frenar la previsible sangría.
Según revela Miguel Ángel Orellana en El Semanal Digital, está previsto que todos los ministros con ascendente importante sobre buena parte de su electorado, se movilicen durante las próximas semanas y hagan campaña.
Así, además del propio Zapatero, que ya tiene comprometidos sus fines de semana hasta el 7-J, empezando por este domingo con el gran acto de precampaña en Madrid, los vicepresidentes, María Teresa Fernández de la Vega y Manuel Chaves, y los ministros Alfredo Pérez Rubalcaba o José Blanco apuntalarán al candidato Juan Fernando López Aguilar, a quien no se atribuye ni excesivo tirón ni mucho carisma.
José Blanco, ahora todopoderoso ministro de Fomento, nunca ha confiado en el tirón político de López Aguilar, a pesar del nivel intelectual y de la preparación del socialista canario. Lo mismo le ocurre a Leire Pajín, su sucesora al frente de la "Factoría Ferraz".
Todos los figures del Gobierno van a acompañar en más de una ocasión al cabeza de lista del PSOE a las europeas y compartirán escenario de mitin otro tipo de actos electorales. Siendo como son referentes en el PSOE, su presencia se ha creído imprescindible ante la necesidad de poner toda la carne en el asador.
De la misma manera, el partido aprovechará el tirón innegable entre sus bases de una "vieja gloria" como Felipe González. Los socialistas quieren exhibir una vez más al ex presidente del Gobierno como un amuleto capaz de invocar una época pasada de mayorías.
El deseo de los socialistas es transmitir la sensación de que todavía hay partido y, de cara a la galería, pretenden restar valor a los sondeos que anticipan una victoria del PP.
Sin embargo, el pálpito interno es de un hondo pesimismo. Las esperanzas del PSOE están puestas en amortiguar el baquetazo y evitar por todos los medios que la brecha con el Partido Popular alcance los cinco puntos. Los socialistas tienen serios motivos para la inquietud y en el propio partido reconocen que una derrota sin paliativos puede cuartear el liderazgo interno de Zapatero.
Con el objeto de impedir el peor de los escenarios, Ferraz lleva varias semanas trabajando en implicar en la campaña electoral a los responsables del partido a lo largo y ancho de la geografía española para movilizar a las masas. Es una labor compleja. La cita europea nunca ha desatado pasiones entre los votantes y, de hecho, la abstención vuelve a ser el principal enemigo de las elecciones.
Europa marcha sola. Tan sola, que sus ciudadanos la vienen ignorando clamorosamente y le niegan el voto sin el menor rubor cuando se les pide. El 7-J no será una excepción.
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